“Ud. me ofende”




“Que estés ofendido no significa que tengas razón” subraya Alexandra Kohan de lo dicho por Ricky Gervais en esta columna en que llama a pensar sobre cuáles son los límites, si es que los hay, del humor y de los “ofendidos por izquierda y ofendidos por derecha”.


Alexandra Kohan


Ricky Gervais dijo hace poco --la traducción es mía--: “La gente se preocupa demasiado por la ofensa en estos días. No hay nada que puedas decir y que en algún lugar alguien no lo encuentre ofensivo. Que estés ofendido no significa que tengas razón. Y ha llegado el punto en el que si una persona se queja, espera que el mundo se detenga”. Luego también dijo: “Podés apagar tu televisor, lo que no podés es apagarles el televisor a otros. No hace falta que vengas a mi show, no tenés que escucharme, no tenés que estar de acuerdo conmigo, pero voy a decir lo que quiera”. Subrayo especialmente: “que estés ofendido no significa que tengas razón”. Que lo haya dicho alguien que, entre otras cosas y sobre todo, se dedica al humor, no me parece poco interesante. Porque de un tiempo a esta parte se viene debatiendo también qué pasa con el humor, con qué se puede o no se puede hacer humor, qué se puede o no se puede decir públicamente. En definitiva, como suele indagar Adrián Lakerman en sus fabulosos ciclos Comedia y Humor en serio, se trata también de pensar cuáles son los límites, si es que los hay, del humor.

Pero de algo no hay dudas: la ofensa es una de las reacciones de estos tiempos, y no solamente con el humor. No es que antes no existiera sino que, como con muchas otras cosas, ahora las redes sociales vehiculizan rápidamente las reacciones; incluso diría que las redes sociales nos instan a reaccionar. Ofenderse resulta una reacción muy extendida hoy en día y por eso mismo algunos autores se interesan en ver de qué está hecha. Caroline Fourest escribió La generación ofendida. De la policía de la cultura a la policía del pensamiento, editado en Argentina por Libros del Zorzal. Comienza de manera contundente: “La tiranía de la ofensa reina por doquier, como preludio de la ley del silencio”. Y es que las reacciones de ofensa van produciendo, poco a poco, en dosis casi imperceptibles como ciertos venenos, un régimen de censura, de silenciamiento y, muchas veces, bajo una forma de amenaza más o menos implícita, más o menos explícita. Porque la ofensa en general viene seguida del escrache [en Chile: funa] o de su posibilidad.

Una cosa es que alguien se ofenda y otra, muy distinta, es que se use la ofensa como arma de acusación al otro, como arma de censura, como arma de penalización. Como si no se pudiera separar la cosa, de lo que la cosa me hace a mí. En esta muy buena entrevista que Victoria de Masi le hizo a Caroline Fourest, la autora sostiene: “La autocensura es grave cuando nos impedimos decir verdades que podrían defender libertades. Incluso verdades que pueden doler, porque hay minorías que actúan como censores. No estoy llamando a que alguien se exprese de manera racista o sexista, sino retenerse un poco, otra vez con la idea de civilidad. Cuando nos llamamos a silencio en contra de las libertades, esa es la autocensura que perjudica la democracia”. Y plantea además que censurar en nombre de la identidad es sostener esencialismos y estereotipos, esos que, justamente, se pretenden derribar. Dice: “hablo de aquellos que juzgan la identidad. Quieren impedir a las personas crear, crear arte por ejemplo, basándose en la identidad. Es una manera esencialista de ver el mundo que termina llegando al mismo lugar que la visión de los racistas”. Es que estos dispositivos terminan replicando, en espejo, aquello que se quiere combatir. En una conversación con Adrián Lakerman acordamos en que los que suelen ofenderse, además, lo hacen habitualmente en nombre de otros, de los que supuestamente son víctimas, y eso termina siendo subestimar al otro. Ese gesto, el de hablar por los supuestos damnificados por la ofensa, resulta finalmente discriminatorio ahí donde se les quita la voz y se les atribuyen minusvalías. Finalmente siempre se trata de una sola cosa: de aferrarse al lado del bien, creerse siempre en el buen lugar y señalar a los demás como culpables del mal.

Hace unas semanas, Claudio Avruj, ex secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural durante el gobierno de Mauricio Macri, cometió la gaffe de no reconocer la bandera del orgullo trans y hacer pública su ofensa porque la bandera argentina había sido, según él, intervenida y manchada. Luego se retractó, asumió su error y pidió disculpas. En la misma semana hubo manifestaciones de ofensa porque el Chino Darín se refirió a su pareja como “mi mujer” --Agustina Larrea reparó en eso en una de las entregas de Mil lianas y eligió dejar de lado los comentarios solemnes y ofendidos para reírse: “Lejos de las reacciones serias (no faltaron quienes tomaron la declaración como una ofensa o quienes pusieron al actor como ejemplo de un nuevo tipo de masculinidad: ni idea), preferí darme una panzada con las bromas que surgieron”--.

Ofendidos por izquierda y ofendidos por derecha. Ofendidos con las minorías y ofendidos desde las minorías. Por eso Caroline Fourest --ex colaboradora de Charlie Hebdo-- habla también de los ofendidos desde las minorías: “En pocas décadas, la «política de la identidad» pasó de la visibilización de las minorías a una forma de asignar categorías. Una política del reconocimiento que muchas veces desemboca en una política del resentimiento. En teoría, desde luego, se trata de buscar la igualdad. Con la salvedad de que la vía escogida mantiene los estereotipos y propicia la revancha”. La ensayista cuenta en el libro que “tanto en el cine como en el mundo editorial se está tornando habitual pedir que los guiones y manuscritos sean «aprobados» por sensitivity readers, lectores que en teoría poseen la sensibilidad adecuada en virtud de sus trayectorias e identidades”. Y subraya: “el sensitive buró todavía no es una oficina de censura” y agrega “como si el público no fuera lo suficientemente grande para juzgar”. El libro de Fourest aporta, para mí, una intervención fundamental. Por otro lado, Ofendiditos, de Lucía Lijtmaer, recientemente editado por Anagrama, plantea lo contrario: se ocupa de los que se ofenden por las minorías y dice que “la libertad de expresión está constantemente amenazada pero no por minorías, feministas puritanas u ofendidos moralistas, sino por el poder político y legislativo”. Y sigue: “la tesis de este texto es, definitiva, que el señalamiento al moralista «ofendidito» en realidad no hace otra cosa que ocultar interesadamente la criminalización de su derecho, de nuestro derecho como sociedad, a la protesta”. No dejo de leer ahí una reacción en espejo: no soy yo, sino vos. Y pienso que no hay por qué delimitar una zona con fronteras perfectas, sino que se trata de poder pensar qué efectos va teniendo la ofensa como reacción habitual. Creo que ofenderse, por derecha o por izquierda, conduce a lo mismo: a la censura y al silenciamiento de los debates en la esfera pública, a la degradación del pensamiento y al repliegue individualista --cada uno se cuida a sí mismo por miedo a ser escrachado--. Por supuesto que en esa indagación también resulta interesante precisar y definir las posiciones enunciativas. Pero el asunto no deja de ser, como conversamos con Carina González Monier, siempre el mismo: la ofensa como un tajo al narcisismo, a la imagen que se intenta sostener contra viento y marea. La ofensa como una herida, una estocada a la maciza, apelmazada y consistente imagen yoica, esa imagen ideal que se cree tener, a esa persona que se cree ser, a ese lado del bien en el que se cree estar. La ofensa es la reacción al taladrito que perfora y agujerea eso que creíamos sólido e impenetrable. La ofensa resulta un efecto de la muesca hecha en un Ideal; la muesca como cifra de lo falible, de lo imposible de sostener inmaculadamente. La ofensa resulta siempre refractaria de la diferencia y de aquello que hace trastabillar al Ideal --sea un ideal progresista, sea un Ideal reaccionario--, aquello que ofende evidencia que no todo es tan sólido ni tan intachable.

La ofensa no deja de tener su barniz moralista ahí donde se trata de la distribución prístina del bien y del mal, sin enchastres, sin contaminación. La ofensa se despliega sobre un escenario pretendidamente aséptico, desinfectado; conforme a la euforia higienista que pretende eliminar cualquier bacteria o virus que pueda traernos lo inoportuno, lo incómodo, lo polémico, lo horroroso, lo “inadecuado”, lo “inapropiado”. Como si por silenciar lo que incomoda o lo que está “mal”, se suprimiera lo que hace mal en el mundo, lo que del mundo hace mal. No se trata de que no haya moral --todos la tenemos--, sino del moralismo que sostiene la ofensa. Tampoco estoy diciendo que no haya que ofenderse, cada quien verá qué le pasa con eso que lo incomoda, lo que trato de pensar es cómo se viene instalando la ofensa como criterio de autoridad. Por eso la frase de Gervais resultó tan iluminadora: podemos ofendernos, pero eso no nos autoriza del lado de la razón, eso no nos autoriza a reaccionar contra el otro, a silenciarlo, a penalizarlo: la ofensa no es en sí misma una autoridad. Hace poco en una charla en la Facultad de Psicología una estudiante dijo que había estudiantes ofendidos --esa palabra usó-- con algunos textos de Freud, que había que sacarlos y poner otros. No hay posibilidad de debate alguno acerca de nada si lo que está en juego es el sentimiento de la ofensa, porque el ofendido tiende a no querer saber nada, tiende a querer suprimir aquello que lo ofende, quiere que eso “ofensivo” no exista más, que se lo expulse del mundo para así seguir adormecido en su pretendida entereza.

En esta excelente nota, Paula Puebla se ocupa del humor de Ricky Gervais y del de Louis C.K. Se corre un rato del asunto central para ponernos esta piedrita en el zapato: “En 2017, las páginas convocantes del New York Times publicaron las denuncias de cinco mujeres contra Louis CK por haberse masturbado frente a ellas. Luego de hacerse cargo de las acusaciones por comportamiento inapropiado, de haber pedido perdón en público y privado y haber perdido contratos millonarios con FX, Amazon Prime y HBO, entre otros, la vuelta al ruedo en tierras del Me Too fue considerado demasiado prematuro. Podríamos desviar el propósito de esta nota, hacerle caso al equívoco que apelmaza al artista con los frutos de su arte, y entrar en el debate a través de las fisuras éticas que se abren como nervaduras: preguntarnos cuánto tiempo en el ostracismo es suficiente y quiénes determinan esos ritmos de castigo, preguntarnos si para las denunciantes es igual de sencillo sacudirse el estigma de víctima y volver a insertarse en el mercado laboral e, incluso, preguntarnos por el valor del perdón en tiempos de crucifixiones”. En épocas en las que hay que pedir disculpas por las ofensas, incluso aquellas que todavía no se han cometido, Louis C.K. se hace eco de ese gesto un poco soso y le pone de título a su nuevo show Sorry. Un enorme cartel de luces rojas dice SORRY y permanece durante todo su monólogo mientras el comediante se despacha con sus temas habituales entre los que se encuentra hacer humor con la pedofilia. Y es que hay tanta gente disculpándose por haber ofendido, que las disculpas se vaciaron y ya resultan parodiables.

Nadie está obligado a reírse o a que le guste ese tipo de humor, pero lo que no se puede es desconocer que el humor tiene también una función de denuncia, sobre todo de la hipocresía; que el humor es corrosivo con el poder ya que, como dice Anne Dufourmantelle, el poder requiere de la solemnidad para ejercerse. Y no se puede confundir, como dijo Gervais, el objeto del chiste con el sujeto del chiste.

En el más reciente episodio de Comedia, Lakerman entrevista a Alfredo Casero, el inventor de ese fenómeno que nos hizo reír a muchos en medio de un país devastado: Cha-Cha-Cha. Recomiendo el episodio entero, pero subrayo una frase del cómico que me pareció atinada, ahí donde acomoda mejor las cosas, esas que a veces se empantanan. Apuntando a la enunciación, al lugar desde el que se hacen los chistes dijo: “el humor está también en quién mete la mano en la lata con mierda”.

Freud incluyó en la serie de ofensas al narcisismo --las precedentes: la de Copérnico, la de Charles Darwin-- su descubrimiento: el inconsciente. No sólo porque puso en evidencia que el Yo no es amo en su propia casa sino, sobre todo, porque nos confronta, una y otra vez, con que la mierda de la lata, muchas veces, es la nuestra.

Les dejo para terminar este número de Les Luthiers en el que Johann Sebastian Mastropiero reacciona diciéndole “Ud me ofende” a aquel autor que lo acusa de robo y de plagio, esos que efectivamente cometió.



* Publicado en El Diario AR, 24.05.22. Alexandra Kohan es una psicoanalista feminista y académica de la UBA.

Descolonizando la enseñanza de la economía (Parte 2)




Algunas reflexiones sobre la pedagogía


Ariane Agunsoye, Michelle Groenewald e Ingrid Harvold Kvangraven


Descolonizar la enseñanza de la economía no se trata simplemente de cambiar nuestras listas de lectura, sino también de cambiar la forma en que estamos enseñando. Por lo tanto, estamos publicando dos publicaciones de blog simultáneamente sobre cada uno de estos pilares, el plan de estudios y la pedagogía, dado que los vemos fundamentalmente entrelazados. Como se discutió en la parte 1 de esta publicación de blog, en términos de descolonizar el plan de estudios, no hay una "única forma" de hacerlo, pero consideramos que es un buen punto de partida para hacernos una serie de preguntas.


¿Cómo enseñamos? Prácticas pedagógicas descolonizadoras

Algunas preguntas que podríamos hacernos en términos de cómo enseñamos son: en nuestras aulas, ¿nos adherimos implícitamente a la noción de 'superioridad de los economistas', es decir, economistas que intentan distinguirse de otras ciencias sociales a través de sus supuestos y mét0dos más "rigurosos" y, con ello, más confianza en la capacidad de la economía para "arreglar" los problemas del mundo? ¿Vemos a nuestros estudiantes como socios a quienes reconocemos como capaces de enseñarnos a nosotros y a sus compañeros conceptos basados ​​en sus experiencias vividas y en su experiencia? ¿Fomentamos el pensamiento crítico? ¿A quiénes estamos invitando a dar una conferencia en el aula como oradores invitados? ¿Podríamos invitar a los propios comerciantes informales a compartir sus experiencias, además de crear un artículo de revista que intente medir el tamaño del sector informal?

Un punto de partida podría ser evitar el uso de un libro de texto para abordar cuestiones clave, pero desarrollar conocimientos como lo discutió Ndlovu-Gatsheni. Al alentar los conocimientos, es posible que debamos ser explícitos al alentar el uso de una amplia variedad de fuentes como formas de adquirir una comprensión sobre la economía, yendo más allá de libros y artículos, para explorar también blogs, videos, podcasts, tweets y publicaciones de estudiantes o sus propias conversaciones en sus hogares. Esto puede ser particularmente fructífero a nivel de pregrado para mostrar que la forma en que llegamos a conocer y lo que se considera como fuentes legítimas de conocimiento es amplia y variada.

Una forma fructífera de descolonizar la pedagogía también podría ser animar a los estudiantes a convertirse en co-creadores activos en su viaje de aprendizaje, dejando espacio en los planes de estudio para que los estudiantes le den forma. Esto podría tomar un enfoque escalonado para una mayor colaboración según el grupo de año, pero un punto de partida podría ser que los estudiantes elijan un tema que les interese y lo exploren más en función de sus realidades económicas. También podría haber una semana dedicada a un tema elegido por los estudiantes o se podría establecer un proyecto grupal donde los estudiantes sean responsables de recopilar, sintetizar y utilizar sus experiencias vividas para contextualizar el contenido. Otra vía posible para incluir a los estudiantes como co-creadores es involucrarlos como socios en la revisión de cursos y módulos existentes para identificar dónde se podrían realizar cambios fructíferos.

Es demasiado fácil olvidar que los estudiantes juegan un papel integral en el proceso de descolonización. Les estaría haciendo un flaco favor no valorar a los estudiantes como parte esencial de este proceso. Es importante destacar que, si bien los estudiantes pueden ser socios, también debemos ser conscientes de las dificultades que esto conlleva y tratar de fomentar un diálogo abierto sobre algunas de las cargas que enfrentan los activistas estudiantiles cuando desafían a la universidad como institución.


¿Cómo evaluamos y por qué?

¿Cómo podemos garantizar que los estudiantes tengan más oportunidades para desarrollar sus habilidades de pensamiento crítico y la confianza para compartir una opinión bien informada? Más allá de eso, ¿qué opciones hay para los estudiantes que pueden no tener buenos resultados en la forma escrita? Si bien pensamos que es importante desarrollar habilidades de escritura claras y coherentes, ¿no es igualmente importante que animemos a los estudiantes a desarrollar también sus habilidades verbales y sociales? ¿Estamos animando a los estudiantes a ver a sus compañeros como verdaderos colaboradores, a través de un trabajo en grupo que les permita cuestionar la idea de que todos los profesores son la “fuente” del conocimiento? Estas preguntas son especialmente importantes cuando pensamos en lo crucial que es para los economistas poder comunicar mejor los conceptos económicos complejos de una manera convincente y honesta al público en general.

La diversidad metodológica en las evaluaciones también se puede lograr mediante el empleo de métodos de enseñanza no estándar, como pedirles a los estudiantes que realicen pequeños proyectos de investigación en los que investiguen un tema actual con la ayuda de un punto de vista teórico económico y datos empíricos, incluidos datos cualitativos primarios, y la presentación de recomendaciones políticas. Esto a menudo ha llevado a los estudiantes a reconocer las limitaciones de las teorías económicas dominantes existentes y explorar puntos de vista teóricos alternativos. Además, trabajan juntos durante todo el módulo y aprenden a participar en equipos. 

Asimismo, casi todos los estudiantes de economía se encontrarán con la econometría como un curso a lo largo de su carrera. Esto pone un gran énfasis en los métodos cuantitativos, y creemos que dentro de un plan de estudios descolonizado, si bien es importante que los estudiantes tengan habilidades cuantitativas sólidas, los estudiantes también deben estar expuestos a la diversidad metodológica. Para permitir a los estudiantes la libertad de poder hacer preguntas de investigación más amplias, se les debe enseñar y practicar estos métodos cualitativos, algo que a menudo falta en nuestros planes de estudios.

Finalmente, podríamos impulsarnos a nosotros mismos y a nuestros estudiantes a involucrarnos con sus comunidades o movimientos sociales fuera de los límites del aula universitaria. ¿Podrían nuestros estudiantes guiarnos sobre cómo les gustaría relacionarse con sus comunidades (donde los estudiantes deciden qué forma toma esa comunidad) y hacer que los estudiantes elijan un tema económico para enseñar, que crean que es relevante para sus comunidades y, a su vez, hacer uso de comentarios de reflexión para discutir lo que aprendieron a su vez de sus comunidades sobre el tema que eligieron? Si bien el profesor puede guiar a los estudiantes en términos de entender cómo el contenido del plan de estudios puede ser relevante para las comunidades en las que se encuentran los estudiantes, así como para los movimientos sociales relevantes.

Con tales tareas, también podemos reconocer que es probable que nuestros estudiantes estén interesados ​​en temas que van mucho más allá del alcance de lo que podemos enseñarles en un solo curso o, en realidad, en una sola licenciatura. De hecho, algunos de nosotros hemos probado estos diferentes enfoques con nuestros estudiantes y hemos obtenido comentarios positivos. Informan sentirse empoderados para buscar conocimiento sobre temas en los que han estado interesados, pero que no creían que fuera posible vincular con sus percepciones de lo que contaba como "economía real". Además, comentan lo valioso que es animarse a tener su propia opinión sobre el trabajo de académicos que antes habrían considerado imposibles de criticar. También explican la importancia de utilizar la reflexión durante un período prolongado de tiempo para construir y crear sus propias ideas sobre un tema.


¿Quién da la enseñanza?

Cuando estemos en condiciones de hacerlo, ¿cómo podemos garantizar que las mujeres, las minorías étnicas, los académicos del Sur Global y las personas que anteriormente han estado en desventaja tengan oportunidades dentro de la academia? ¿Cómo nos aseguramos de que esos puestos no sean explotadores y ofrezcan una posibilidad real de éxito? Relacionado con esto, ¿estamos dispuestos a reconocer nuestros propios privilegios y nuestros propios prejuicios, para que podamos preguntarnos cómo esto podría reflejarse en nuestra enseñanza?

Así también, podríamos vincular esto con nuestra propia investigación. ¿Cómo influye la investigación en nuestra enseñanza? Cuando realizamos nuestra propia investigación, ¿nos esforzamos por leer fuera del canon establecido? ¿Estamos integrando la investigación con un enfoque interdisciplinario, multidisciplinario o transdisciplinario? ¿Buscamos respuestas en otras disciplinas y dejamos que estas nos guíen en nuestra enseñanza?

Descolonizar los planes de estudio y la pedagogía de la economía será un desafío debido a la naturaleza insular de la disciplina. Haldane (2018) utilizó el trabajo de Van Noorden (2015) para mostrar que la economía es increíblemente insular, ocupando un lugar más bajo incluso que las matemáticas (usando citas de otras disciplinas y citas desde otras disciplinas). Este tipo de insularidad muestra que aquellos que dan forma a los currículos de economía probablemente serán bastante recalcitrantes a la hora de incorporar contribuciones de lo que podría ser, más estrechamente definido, como sociológico o político. A medida que buscamos comprometernos críticamente con las ideas sobre la supuesta "universalidad" y "neutralidad", cuestionar las jerarquías y las estructuras de poder, lidiar con el imperialismo y el eurocentrismo e incorporar autores y contenidos más diversos en nuestros planes de estudio, es posible que tengamos que defendernos de esos quién diría que un currículo descolonizado no enseña "economía real".

En última instancia, argumentamos que los economistas deberían estar entusiasmados con este proceso. Esta es una oportunidad de cambio, para la innovación, para el descubrimiento, para la transformación. Ciertamente, hay desafíos para la descolonización, enormes desafíos y particularmente en el campo de la economía. Pero dada la importancia de descolonizar la enseñanza de la economía para empoderar a futuras cohortes de economistas para desafiar la supuesta neutralidad de las jerarquías coloniales y las injusticias económicas, este es un desafío que nosotros, como estudiantes y profesores, debemos enfrentar colectivamente como parte del esfuerzo más amplio hacia la descolonización de la economía.



* Declaración de posicionalidad de las autoras:
Quiénes somos y cómo nos criamos y entrenamos es importante para cómo vemos el mundo. Para ser abiertos sobre nuestros propios antecedentes, sesgos y potenciales puntos ciegos, incluimos una declaración de posicionamiento conjunta, pero diferenciada. Invitamos a todos los colaboradores de publicaciones de blog a que consideren hacer lo mismo, aunque reconocemos que esto puede ser demasiado delicado o no parecer apropiado para algunas personas.
Ariane Agunsoye, Michelle Groenewald e Ingrid Harvold Kvangraven –las tres– somos todas mujeres cis-cis heterosexuales blancas, lo que sin duda ha influido en las formas en que vemos el mundo y los tipos de injusticias que podemos detectar más fácilmente. Si bien Ingrid proviene de un entorno de clase media, los antecedentes de clase trabajadora de Ariane y Michelle agregan una capa diferente a su experiencia del mundo y del aula. Como alemana, Ariane creció en Berlín Oriental, que fue hasta los 7 años parte de la RDA, como sudafricana, Michelle creció en Sudáfrica, y como noruega e hija de una maestra y trabajadora del desarrollo, Ingrid creció en Mozambique, Botswana y Camboya, así como en Noruega. Al crecer como blanca en Sudáfrica, Michelle es personalmente muy consciente del extraordinario privilegio que le ha brindado el color de su piel. Del mismo modo, al crecer tanto en el Norte como en el Sur Global, La sensación de inmenso privilegio de Ingrid que se origina en el color de su piel y su pasaporte se ha sentido a nivel personal desde el principio. Somos conscientes de que nuestras posicionalidades nos permiten ver ciertas injusticias más fácilmente que otras, pero también que nuestras posicionalidades crean ciertos puntos ciegos que debemos interrogar en todos los entornos sociales, incluido el aula. Lo que es más, Michelle, Ariane e Ingrid están formadas fundamentalmente por su formación en economía heterodoxa.



* Publicado en Publicado en Diversifying and Decolonising Economics (D-Econ), 22.04.22.


Descolonizando la enseñanza de la economía (Parte 1)




Algunas reflexiones sobre el currículo


Ariane Agunsoye, Michelle Groenewald e Ingrid Harvold Kvangraven


A medida que se vuelve cada vez más claro que las ciencias sociales, incluida la economía, tienen raíces eurocéntricas y coloniales que deben ser desafiadas (ver, por ejemplo, Charusheela y Zein-Elabdin, 2004), la cuestión de cómo hacerlo a menudo no se aborda adecuadamente (Bhambra et al., 2018). Por esta razón, D-Econ ha establecido un grupo de trabajo para discutir cómo pensar sobre la descolonización de la academia en la praxis: en investigación, docencia, asociaciones académicas, publicaciones, prácticas de contratación y promoción, organización de conferencias y más.

Hemos decidido compartir nuestras discusiones y pensamientos en una serie de blogs para estimular el debate y el pensamiento crítico sobre estas preguntas, y también para buscar comentarios y contribuciones de estudiantes, académicos y otros miembros de la sociedad más allá de la propia red D-Econ.

Como muchos de nosotros lidiamos con la enseñanza, como estudiantes o profesores, comenzamos nuestra primera publicación con algunas ideas sobre la descolonización de los currículos de economía, mientras que la segunda trata sobre la descolonización de la pedagogía.


La descolonización como proceso

Antes de lanzarnos a una discusión sobre cómo podríamos pensar en el proceso de descolonización del plan de estudios y lo que puede implicar en la práctica, queremos enfatizar que la descolonización es un proceso mucho más grande y más amplio que simplemente desafiar a la universidad colonial. No obstante, las universidades también fueron sitios clave a través de los cuales se institucionalizó y naturalizó el colonialismo, por lo que son una institución importante para desafiar dentro de esfuerzos anticoloniales más amplios. Estos esfuerzos por descolonizar el plan de estudios en sí mismo deberían, por lo tanto, integrarse en un enfoque más amplio para descolonizar la universidad y la sociedad.

Tomamos en serio las contribuciones hechas por Nayantara Sheoran Appleton de que es nuestra "obligación como académicos hacer planes para una academia descolonizada... y pedir cuentas a las personas que usan esta palabra increíblemente poderosa de manera imprudente para su propio interés". Como tal, al pensar en formas de descolonizar en la práctica, debemos considerar de qué manera nosotros, u otros, podemos estar perpetuando las desigualdades coloniales y pensar profundamente en qué medida estamos desafiando las jerarquías coloniales con nuestra praxis.

Según algunas de las sugerencias de Appleton, como miembros de D-Econ creemos que la descolonización de la universidad implica diversificar los planes de estudio, desviarse del canon --ya que el canon en sí está moldeado políticamente--, descentrar el conocimiento y la producción de conocimiento del núcleo imperialista, exponer y desafiar los jerarquías, desinvirtiendo las estructuras de poder citacional y disminuyendo algunas voces mientras se magnifican otras. Algunas de las preguntas que sugerimos a continuación pueden permitirnos actuar sobre ellas, para trabajar hacia el objetivo a más largo plazo de descolonizar la economía.

Además, queremos advertir sobre lo que no es la descolonización. En algunos casos, “descolonizar” en economía se ha convertido en una palabra de moda, a pesar de sus raíces radicales en otras ciencias sociales. Y como con todas las palabras de moda, existe el riesgo de malentendidos generalizados y confusión sobre lo que realmente implica (lo que equivale a lo que Shringarpure llamó acertadamente 'falsa descolonización'). Si bien los ejemplos que se enumeran a continuación pueden ser valiosos, no son suficientes para asumir el desafío de descolonizar los planes de estudio de economía:

- Conservar el currículo básico de economía, pero introduciendo la historia económica.
- Conservar los planes de estudios básicos de economía, pero introducir académicos que residan en otros lugares o que no sean hombres blancos, para diversificar el plan de estudios.
- Conservar los currículos básicos de economía, pero introducir más estudios de casos empíricos.
- Agregar académicos y ejemplos más diversos sin desafiar las formas coloniales de pensar.

La economía tiene mucho que aprender de las ciencias sociales. Puede encontrar fácilmente guías e ideas sobre cómo descolonizar los currículos en disciplinas como la política (por ejemplo Shilliam, Choat, Sabaratnam) y la sociología (Meghji, Gukurume y Maringira), donde el movimiento de descolonización ha ido mucho más allá de la economía. En términos de abordar las críticas poscoloniales a la teoría social, Kayatekin argumenta que “la economía demostró ser la disciplina más resistente al cambio”.


¿Cuáles son algunos problemas con los currículos de economía?

La disciplina económica se encuentra entre los campos más monolíticos de las ciencias sociales, con muchos académicos "o inconscientemente o activamente hostiles hacia los enfoques alternativos". Dado que existe un marco teórico dominante en la corriente principal del campo, la economía neoclásica, el plan de estudios a menudo presenta la economía como un conjunto de principios (neoclásicos), en lugar de la economía neoclásica como un punto de entrada teórico entre muchos otros. Esto tiene el efecto de hacer que parezca que la economía es apolítica, neutral y objetiva, en lugar de una disciplina llena de puntos de vista contradictorios sobre cómo funciona la economía. En muchos libros de texto, se enseña a los estudiantes a “pensar como un economista”, lo que implica pensar como un economista neoclásico, lo que implica que los estudiantes tengan que encajar las cuestiones económicas en marcos preexistentes, como la utilidad marginal, la ventaja comparativa, la maximización de la utilidad, etc. (para críticas de economistas heterodoxos, véase, por ejemplo, Stillwell o Mearman, Berger & Guizzo).

Una consecuencia de la gran dependencia de las herramientas neoclásicas es que se vuelve difícil para los estudiantes comprender problemas estructurales como los legados coloniales, el imperialismo y la lucha de clases. Dentro de un marco educativo de este tipo, también se vuelve difícil para los estudiantes ver que la investigación en las ciencias sociales también está integrada en debates políticos, metodológicos e ideológicos más amplios.


¿Cómo podemos abordar algunos de estos problemas?

Los planes de estudio descolonizados no vendrán en libros de texto cuidadosamente empaquetados con materiales complementarios convenientes, todos dispuestos. Esto significa que descolonizar los planes de estudios puede ser un verdadero desafío, especialmente para los profesores que pueden no haber enseñado nada de lo que se esfuerzan por agregar a su cartera de enseñanza. Al igual que con cualquier cambio transformador, la descolonización de los planes de estudios requerirá tiempo, esfuerzo, ensayo y error y compromiso. En este caso, no podemos enfatizar lo suficiente la importancia de llegar a las redes de otros académicos. Una mayor colaboración y estar al tanto de lo que otros también están trabajando puede ayudar a aligerar la carga y crear un sentido de comunidad cuando usted, como disertante, se siente inseguro acerca de cómo dar el siguiente paso.

Para comenzar a abordar algunos de los problemas de la disciplina expuestos anteriormente, presentamos algunas preguntas que los profesores pueden hacerse y algunas ideas iniciales de nosotros, provenientes de nuestra propia experiencia o de discusiones en torno al tema de la diversificación y descolonización del currículo. Con esto, esperamos invitar a más estudiantes, académicos, activistas, legisladores y miembros del público a este importante proceso.


¿De quién es el conocimiento que estamos enseñando? Pluralismo de teorías, perspectivas e identidades

Dado que esta publicación trata específicamente sobre los planes de estudio de economía, el contenido de nuestras listas de lectura o los libros de texto que usamos son cruciales para interrogar, sin dejar de tener en cuenta que esto, en sí mismo, no abarca completamente lo que podría significar descolonizar la enseñanza de la economía. Algunas preguntas que podríamos hacernos son: ¿Están las teorías disponibles para los estudiantes basadas en una autoría diversa? ¿Están representando el mundo real con una población diversa? ¿Quién podría beneficiarse de los puntos de vista teóricos presentados? ¿Proporcionamos el contexto de las teorías económicas que discutimos? ¿Cuáles son los mensajes implícitos que enviamos a los estudiantes de economía de todo el mundo cuando nuestros planes de estudio enseñan predominantemente a hombres blancos del Norte Global?

Además de enseñar varias escuelas de pensamiento y disciplinas, debemos asegurarnos de que los estudiantes dejen la universidad sabiendo que los académicos pueden provenir de todos los rincones del mundo y de diferentes ámbitos de la vida. Los estudiantes se benefician al verse reflejados en sus currículos para no tener la impresión de que solo ciertos tipos de identidades pueden ser voces legítimas en economía. Aquí, creemos que es esencial no solo incluir a mujeres académicas, académicas de etnias marginadas y académicas del Sur Global, sino también proporcionar el contexto de quienes teorizan. Proporcionar contextos les permite a los estudiantes ver que los eruditos que están estudiando no están hablando desde un lugar de neutralidad, y el hecho mismo de que ciertos eruditos se hayan convertido en parte del 'canon' no es accidental.

Además, enseñar varias escuelas de pensamiento o disciplinas relacionadas con un tema específico o el contexto de un país a menudo puede ser un desafío y los profesores pueden preocuparse de que una pluralidad de perspectivas pueda ser confusa para los estudiantes. Además de esto, una serie de factores institucionales específicos, incluida la oposición política a la descolonización del plan de estudios dentro de su propio departamento, suele ser también un desafío para los economistas. Por lo tanto, puede decidir adoptar un enfoque paso a paso dentro de un curso o dentro del programa en busca de aliados sobre la marcha. Por ejemplo, al abordar la teoría del crecimiento económico dentro de un curso, puede presentar a los estudiantes la literatura convencional sobre esto y luego yuxtaponerla con enfoques feministas o anticoloniales del crecimiento. A nivel de programa, se podrían introducir diferentes escuelas de pensamiento al principio y usarse a lo largo de la carrera cuando se discutan diferentes temas de economía. La clave aquí es ser explícito al mostrarles a sus alumnos que existen formas alternativas y en competencia de saber y cómo el punto de vista desde el cual uno teoriza impacta la forma en que uno ve la economía.

Este tipo de pluralismo se extiende también a los métodos. Muchos estudiantes de economía encontrarán la econometría como un curso a lo largo de su carrera. Esto pone un gran énfasis en los métodos cuantitativos. Si bien puede ser importante que los estudiantes tengan habilidades cuantitativas sólidas, la diversidad metodológica les permitirá a los estudiantes la libertad de poder hacer preguntas de investigación más amplias. También nos puede resultar útil exponer explícitamente a nuestros alumnos la idea de intentar desdisciplinar, para desglosar algunas ideas en torno a la superioridad de unos conocimientos sobre otros.


¿Qué temas estamos enseñando? Centrar cuestiones clave y temas que han sido marginados

Otra consecuencia de nuestra disciplina monolítica es que la corriente principal centrada en el Norte Global que se presenta en los libros de texto a menudo se presenta como el ideal, y los procesos que no encajan con este ideal, incluidas las realidades tanto del Norte como del Sur Global, se consideran desviaciones. Si nos tomamos en serio la descolonización de los currículos, por lo tanto, es importante cuestionar la idea de que los casos del Sur Global son 'casos especiales' que deben complementarse con las categorías conceptuales dominantes del Norte Global.

Dependiendo del contexto, hay una gran cantidad de conceptos y ejemplos que están completamente excluidos de la enseñanza de la economía. Uno podría, por ejemplo, preguntar: ¿qué pueden enseñarnos los estudios sobre la economía informal en el Sur Global sobre las transformaciones en curso en el Norte Global? Cuando enseñemos sobre finanzas, ¿podríamos usar ejemplos como los stokvels (a menudo, esquemas de ahorro basados ​​en la comunidad, solo por invitación en Sudáfrica), así como los bancos formales?

Además, es importante enseñar sobre cuestiones sociales urgentes que a menudo se pasan por alto (o se reducen a "complementos") en los planes de estudio de economía, como las desigualdades raciales y de género y el colapso ecológico, pero también reconocer que la forma en que entendemos estos problemas no es neutral. Como con cualquier otro tema de economía, creemos que es importante introducir a los estudiantes en los ricos debates sobre el capitalismo racial, la violencia estructural y el trabajo no remunerado. Además, la enseñanza de la historia económica, específicamente la de la esclavitud y el colonialismo, es indispensable para la comprensión de las desigualdades y violencias estructurales actuales.

Finalmente, la descolonización del currículo debe pensarse en paralelo a la descolonización de la pedagogía. Vea aquí nuestras ideas sobre cómo podría abordarse esto.



* Declaración de posicionalidad de las autoras:
Quiénes somos y cómo nos criamos y entrenamos es importante para cómo vemos el mundo. Para ser abiertos sobre nuestros propios antecedentes, sesgos y puntos ciegos potenciales, incluimos una declaración de posicionamiento conjunta, pero diferenciada. Invitamos a todos los colaboradores de publicaciones de blog a que consideren hacer lo mismo, aunque reconocemos que esto puede ser demasiado delicado o no parecer apropiado para algunas personas.
Ariane Agunsoye, Michelle Groenewald e Ingrid Harvold Kvangraven –las tres– somos todas mujeres cis-cis heterosexuales blancas, lo que sin duda ha influido en las formas en que vemos el mundo y los tipos de injusticias que podemos detectar más fácilmente. Si bien Ingrid proviene de un entorno de clase media, los antecedentes de clase trabajadora de Ariane y Michelle agregan una capa diferente a su experiencia del mundo y del aula. Como alemana, Ariane creció en Berlín Oriental, que fue hasta los 7 años parte de la RDA, como sudafricana, Michelle creció en Sudáfrica, y como noruega e hija de una maestra y trabajadora del desarrollo, Ingrid creció en Mozambique, Botswana y Camboya, así como en Noruega. Al crecer como blanca en Sudáfrica, Michelle es personalmente muy consciente del extraordinario privilegio que le ha brindado el color de su piel. Del mismo modo, al crecer tanto en el Norte como en el Sur Global, la sensación de inmenso privilegio de Ingrid que se origina en el color de su piel y su pasaporte se ha sentido a nivel personal desde el principio. Somos conscientes de que nuestras posicionalidades nos permiten ver ciertas injusticias más fácilmente que otras, pero también que nuestras posicionalidades crean ciertos puntos ciegos que debemos interrogar en todos los entornos sociales, incluido el aula. Lo que es más, Michelle, Ariane e Ingrid están formadas fundamentalmente por su formación en economía heterodoxa.



* Publicado en Diversifying and Decolonising Economics (D-Econ), 22.04.22.


¿Alguien finalmente dirá que Israel ha perdido la cabeza?




Amira Hass


“Los árabes están levantando la cabeza. Se están tomando libertades”, se quejó Efrat Raz, residente del puesto avanzado ilegal y no autorizado de Kida, al primer ministro Naftali Bennett. Debido a que lo mataron, sabemos que su esposo, Noam Raz, era miembro de la fuerza antiterrorista de la policía de Yamam [unidad especial de la policía israelí] que allanó Jenin el 13 de mayo y bombardeó una casa mientras sus residentes, incluidos 11 niños, dormían adentro. Los hombres armados de la fuerza también tomaron como escudos humanos a un padre y a su hija.

¿Cuántos residentes de asentamientos ilegales y puestos de avanzada ilegales/no autorizados sirven con entusiasmo, devoción y buen humor en unidades que aterrorizan a los niños palestinos y les inducen trauma y furia durante toda su vida? ¿Cuántas de sus esposas, y es razonable suponer que ellas mismas, piensan que “los árabes están levantando la cabeza”? ¿Cuántos de los que visten las camisas blancas que vimos en la marcha de los horrores del domingo en Jerusalén sueñan con unirse al Yamam?

Sería importante que establecieran la política según la cual el papel del ejército y sus ramas policiales es proteger y profundizar la empresa de asentamientos. Pero lo contrario es cierto: durante más de 50 años, la corriente mesiánico-nacionalista ha servido como una herramienta conveniente en manos de los gobiernos seculares israelíes, que trabajaron diligentemente para hacer avanzar el proyecto sionista mientras se apoderaban de los restos del espacio palestino, capturado en 1967. Una herramienta, repitamos. Un medio.

Los camisas blancas --desde el baile en Sebastia y las celebraciones de Purim en Hebrón tras la masacre perpetrada por el Dr. Baruch Goldstein contra los fieles palestinos-- no habrían tenido éxito si no hubieran servido tan bien a los objetivos de todos los gobiernos sionistas y encajado en sus planes Si no fuera por los políticos (¡miembros de la Internacional Socialista!) como Shimon Peres y Yigal Allon, que los animó y planeó muy pronto la destrucción de Cisjordania como espacio palestino; si las FDI [Fuerzas de Defensa de Israel, el ejército ocupante de Palestina] no hubieran demolido durante la época de Levi Eshkol y Moshe Dayan tres aldeas palestinas en Latrun y expulsado a sus residentes; si la policía no hubiera ignorado, durante décadas, la violencia de sus “hierbas silvestres”; si el ejército no se hubiera apoderado de grandes áreas con supuestos fines militares y luego se las hubiera entregado a los colonos; si los economistas, arquitectos y abogados israelíes no hubieran impedido el desarrollo palestino, antes y después de los Acuerdos de Oslo.

El problema es que las herramientas, como el Golem del Maharal de Praga o de Walt Disney, suelen levantar cabeza. Vimos esto en el aterrador baile de banderas en Jerusalén el domingo. Hoy son 50.000 con camisas blancas los que marcharon en el corazón de la Jerusalén palestina. Ayer marcharon en Hebrón y cumplieron allí la visión de vaciarla de palestinos. Mañana serán 100.000.

Las violentas avanzadillas de los pastores son también una patente registrada de esta santa estética blanca. Y como fue confirmado por su patrón, Ze'ev Hever del movimiento colonizador Amana, estos puestos de avanzada se han apoderado de un espacio palestino dos veces más grande que el área de las tierras que robaron los asentamientos construidos. ¿Cuánto lograrán robar mañana? ¿Un área ocho veces el tamaño, o sólo siete veces? Hoy son 2.600 judíos piadosos que bailan y subieron al Haram al-Sharif/Monte del Templo. Han logrado expropiar casi por completo la Mezquita Ibrahim/Tumba de los Patriarcas del público palestino. Mañana serán 7.000. ¿Cuántos de ellos firmarán una petición para construir el Tercer Templo? ¿Y cuándo tendrán una mayoría democrática en la Knesset [legislativo israelí]?

¿Hay ahora en todos los países del mundo un solo adulto responsable que diga abiertamente: "Al carajo, esta mutación judía que se está desarrollando allá en Medio Oriente --es decir, el Estado de Israel-- la ha perdido? Asustado, ha perdido la cabeza, enloquecido. Por su poderío militar, nuclear y de alta tecnología, combinado con todo el fervor religioso, por su alianza con Estados Unidos, esto tiene que preocuparnos. Mucho".

En nuestro mundo cínico, es una expectativa infundada que algún organismo internacional aparezca, que un adulto tan responsable se ponga de pie y actúe para detener este proceso, en cuya creación los ciudadanos judíos de Israel son socios plenos.



* Publicado en Haaretz, 31.05.22. Amira Hass es una periodista israelí.

Nunca ha habido un mejor momento para abolir la monarquía

 



Ben Burgis


Los conservadores de ambos lados del Atlántico aman la monarquía británica porque la "realeza" es una mascota emocionalmente potente de extrema desigualdad y deferencia. No hay razón para que exista esta institución atrozmente antidemocrática.


Cualquiera cuya memoria se remonte a enero podría confundirse con el espectáculo de los conservadores estadounidenses profesando su amor por la monarquía británica. Dos días antes de que Donald Trump dejara el cargo, su “Comisión de 1776” elogió la Declaración de Independencia como un documento históricamente trascendental que convirtió a Estados Unidos en una nación “única”. Durante la administración de Obama, la iconografía de la lucha revolucionaria de Estados Unidos contra la corona británica fue tan generalizada que el ala derecha del Partido Republicano en realidad se autodenominó “Tea Party”.

Sin embargo, cuando Meghan Markle y el príncipe Harry criticaron a la familia real en una entrevista reciente con Oprah Winfrey, la respuesta de al menos algunas figuras de destacadas instituciones conservadoras fue saludar a la misma institución contra la que los fundadores de Estados Unidos se rebelaron en 1776. Aparecieron múltiples defensas de la monarquía. en publicaciones como el Federalist y el National Review. La Heritage Foundation organizó un evento virtual titulado "La corona bajo fuego: por qué fracasará la campaña de la izquierda para cancelar la monarquía y socavar una piedra angular de la democracia occidental".

Es difícil leer eso sin pensar en los lemas oficiales del partido gobernante en la novela 1984 de George Orwell: ¡La guerra es paz! ¡Libertad es esclavitud! ¡La monarquía es una piedra angular de la democracia!


Christopher Hitchens vs. The National Review

La clásica declaración moderna contra la monarquía es el panfleto de Christopher Hitchens de 1990 "La monarquía: una crítica del fetiche favorito de Gran Bretaña". Si bien Hitchens se desviaría hacia la derecha una década después en reacción a los ataques terroristas del 11 de septiembre, en 1990 era un socialista dedicado y uno de los mejores escritores de izquierda.

A lo largo del folleto, “Hitch” alegremente demuele las defensas estándar de la monarquía, señalando, por ejemplo, que los mismos apologistas reales que insisten en que no se hace daño a la democracia británica al tener las funciones ceremoniales de los jefes de estado realizadas por monarcas hereditarios, que de otro modo serían impotentes, dirán en otro suspiro que la realeza usa "el poder que tiene" para buenas causas.

Si no ve su punto allí, imagine que alguien le dijera mañana: "De ahora en adelante, tendrá una 'audiencia' privada semanal con el primer ministro, presidente o canciller de su nación, y si tiene la insinuar que estaba disgustado con ese funcionario, se consideraría una noticia importante. Ah, y en cualquier momento que quisieras, podrías provocar una crisis constitucional negando tu consentimiento a una ley, aunque te arriesgarías a perder tu estatus al hacer esto". ¿Consideraría que esto es una disminución o un aumento en la cantidad de poder político que ejercía como ciudadano privado?

Aquellos que argumentan que la monarquía constitucional no es una forma de gobierno particularmente objetable, a menudo dicen que una sociedad que tiene “miembros de la realeza” no es peor que una que tiene celebridades adineradas de cualquier tipo, pero lo que Hitchens señala es una clara falta de analogía. Puede argumentar que el nivel de inversión emocional que algunas personas comunes pueden tener en la vida de los actores y estrellas del pop que nunca conocerán no es saludable, y ciertamente puede argumentar que una gran parte de la riqueza de esos actores y estrellas del pop debería redistribuirse. Pero Beyoncé y la reina Isabel simplemente no ejercen cantidades comparables de poder.

En un artículo del National Review titulado “Una defensa estadounidense de la monarquía constitucional británica”, Joseph Loconte de la Heritage Foundation critica a la “izquierda” y a la “izquierda radical” por su hostilidad hacia la monarquía. No cita a Hitchens, ni a ningún escritor de izquierda más reciente. El único antimonárquico que menciona por su nombre es... Maximiliano Robespierre. Contrasta las aspiraciones de los revolucionarios franceses por un “amanecer de dicha universal” con la supuesta gloriosa historia de “constitucionalismo” de la monarquía.

La estrategia de Loconte en todo momento es dar crédito a los monarcas de Gran Bretaña por cada concesión ganada con tanto esfuerzo que les hayan obtenido los nobles rebeldes (la Carta Magna) o las fuerzas populares (sufragio universal). Refiriéndose a lo primero, Loconte dice que “[l]a monarquía acordó que ningún líder político estaba por encima del estado de derecho”. El equivalente aproximado sería decir que "General Motors acordó reconocer a United Auto Workers" o "la Confederación acordó en Appomattox volver a unirse a los Estados Unidos".

Del mismo modo, en sus elogios a la "democracia parlamentaria", Loconte no considera adecuado mencionar a todos los cartistas que murieron o fueron a la cárcel o al exilio luchando por el derecho de los trabajadores británicos a votar en las elecciones parlamentarias, o a las sufragistas que lucharon a principios del siglo XX para extender ese derecho a las mujeres. En el mundo real, estas luchas se libraron contra el mundo oficial británico encabezado por la familia real.

Este extraño blanqueo alcanza su cenit cuando Loconte habla de la Guerra Civil Inglesa:
"Cuando el rey Carlos I intentó gobernar sin Parlamento, desató una crisis constitucional. Aunque había otras cuestiones en juego, la Guerra Civil Inglesa (1642-1651) fue una lucha existencial entre el absolutismo político y el constitucionalismo. Al final, Thomas Hobbes y su Leviatán perdieron la discusión. En las décadas siguientes, Inglaterra se convirtió en el epicentro de los debates más importantes que se produjeron en cualquier lugar sobre los derechos inalienables de la humanidad: la libertad de expresión, de prensa, del derecho de reunión y el derecho a adorar a Dios según los dictados de la conciencia"
Si bien siento la obligación profesional de señalar que las opiniones reales de Hobbes sobre la monarquía eran más complicadas de lo que sugiere este pasaje, el verdadero crimen contra la historia de Loconte es mucho más sencillo. Omite el hecho de que la victoria del constitucionalismo, en este caso, supuso que las fuerzas parlamentarias decapitaran a Carlos y abolieran temporalmente la monarquía.

Hablando de la Revolución Americana [Estadounidense], Loconte afirma que los estadounidenses lucharon en la guerra para reclamar nuestros "'derechos autorizados' como ingleses". Evita citar la Declaración de Independencia, que está completamente enmarcada como un proyecto de ley de acusación contra "el actual Rey de Gran Bretaña". Tampoco menciona los argumentos de principio contra la idea misma de la monarquía hereditaria en uno de los textos más importantes de esa lucha, Common Sense de Thomas Paine . En cambio, dice que al diseñar la Constitución, los fundadores fueron influenciados por Montesquieu, un “teórico francés que apreciaba el ejemplo inglés” del constitucionalismo.

Entonces, realmente, si lo piensas bien, una revolución exitosa para deshacerse del gobierno de la monarquía británica redundó en el crédito de... la monarquía de Gran Bretaña. Esto sin duda habría sido una sorpresa para todos en los primeros Estados Unidos, donde el insulto más tóxico que los jeffersonianos podían lanzar contra Alexander Hamilton era que era un criptomonárquico.

Loconte incluso encuentra una forma tortuosa de darle crédito a la monarquía por abolir la esclavitud. ¿Supervisaron los monarcas británicos un gran comercio de esclavos? Claro, pero “la monarquía, como guardiana de la Iglesia de Inglaterra, finalmente se enfrentó a la conciencia cristiana del parlamento”, que eliminó la trata de esclavos. Incluso dejando de lado el papel extirpado de las rebeliones de esclavos del Caribe en este relato, la gimnasia verbal que se muestra aquí es notable. ¿El parlamento acabó con la esclavitud en el Imperio Británico gracias a la familia real porque los polemistas contra la esclavitud usaban un lenguaje religioso y el rey era la cabeza de la Iglesia? ¿O de algo?

Las defensas más serias de la monarquía a menudo giran en torno a la idea de que la institución ha proporcionado “estabilidad y continuidad” al tiempo que permite que evolucionen las instituciones democráticas. Incluso allí, sin embargo, Christopher Hitchens nos da un recordatorio devastador de cuán poco se parecen estas ideas a la historia real de la monarquía, desde la Guerra Civil Inglesa hasta el reinado de Eduardo VIII, quien se vio obligado a dimitir no por sus simpatías pro-nazis sino por porque quería casarse con una actriz divorciada:
"[L]a cantidad de veces que una 'sucesión' real ha sido pacífica o ha resultado en 'estabilidad' es relativamente poca. Entre la ejecución del rey Carlos I fuera de Banqueting House en enero de 1649, por ejemplo, y la extinción de la causa jacobita en Culloden en 1746, ni siquiera el propio Thomas Hobbes pudo entender completamente el principio monárquico. Seguía teniendo que ser reinventado por la fuerza, y de hecho necesitaba infusiones repetidas de los principitos del continente europeo ya etiolados... No se considera en absoluto cortés detenerse en este hecho, pero solo un ejercicio de absolutismo moral irrisorio en 1936 impidió (por accidente, es cierto, pero todo lo que se basa en el principio hereditario es por accidente) la adhesión de un joven con simpatía pronunciada por el nacionalsocialismo. El ex Eduardo VIII, como duque de Windsor, fue una preocupación permanente y una vergüenza para el gobierno británico durante la Segunda Guerra Mundial, y parece que nunca abandonó su convicción de que Hitler tenía razón. Si las cosas hubieran ido al revés, él era un candidato para brindar estabilidad y continuidad a un régimen impuesto desde el exterior de un tipo muy diferente"

Por qué es importante abolir la monarquía

Podría quejarse de que todo esto es un refrito de la historia antigua. La monarquía puede tener una historia extraordinariamente fea, pero ahora, incluso si no llegamos a afirmar que los miembros de la realeza “no tienen” poder político, el papel que desempeñan es principalmente simbólico.

Hitchens vuelve a ofrecer una perspectiva útil. “Es una definición mezquina de la vida 'política' de una nación”, escribe Hitch, “que no incluye lo consuetudinario, lo tribal, lo ritual y lo conmemorativo”.

Para ver su punto, piense en las controversias del verano pasado sobre la eliminación de las estatuas confederadas. Centrarse demasiado en cuestiones meramente simbólicas puede ser una distracción inútil, pero realmente es obsceno obligar a los descendientes de esclavos a enfrentarse a estatuas gigantes que honran a monstruos a favor de la esclavitud como Robert E. Lee. En la medida en que el papel de la familia real es meramente simbólico, habría que preguntarse qué simbolizan y si se trata de un símbolo que una sociedad democrática del siglo XXI debería defender.

Una cosa que simbolizan es toda la historia que Loconte trata torpemente de blanquear, parte de la cual es bastante reciente. La reina actual [Isabel II], por ejemplo, otorgó la Orden del Imperio Británico a los soldados que llevaron a cabo la masacre del Domingo Sangriento en Irlanda. Y si la historia fuera todo lo simbolizado por la monarquía, esto ya las convertiría en versiones vivas muy caras de las estatuas confederadas que merecerían con creces ser derribadas.

Pero también simbolizan una jerarquía brutal y desnuda . Son esencialmente las mascotas del equipo por privilegio hereditario. Por eso los conservadores de este lado del Atlántico [EE.UU.] se sienten instintivamente protectores de la institución.

La idea de que cualquier ser humano merecería tener un papel dentro de una institución estatal simplemente por su linaje es ofensiva por la misma razón que es ofensivo que vivamos en un mundo donde algunas personas nacen en la riqueza y otras en la pobreza. Si el estado británico dejara de celebrar esa odiosa idea, el resultado podría no ser un “amanecer de felicidad universal”. Pero sería un buen comienzo.



* Publicado en Jacobin, 25.03.21. Ben Gurgis es profesor adjunto de filosofóa en el Morehouse College.

Hipocresía europea... a propósito de Ucrania




Jordi Córdoba


Parece más que evidente que la ecuanimidad en la valoración de los conflictos y las guerras en todo el mundo no es la mejor virtud de parte de la «comunidad internacional», incluida la Unión Europea (UE), que la aplica de forma muy distinta en función de quién es el agresor y quién es el agredido en cada caso, con escasas y dignas excepciones. Para valorar esta falta de ecuanimidad, podemos plantearnos algunas preguntas sencillas.

En primer lugar, ¿en qué casos debemos ser especialmente solidarios con los refugiados que huyen de los conflictos militares o de la pobreza extrema? Realmente es digno de admiración como se está tratando, en general, a los ucranianos en la mayoría de países de la UE. ¿Pero, no deberíamos serlo igualmente con los hombres, mujeres y niños que, por distintos motivos, huyen de Yemen, de Siria, del Magreb o del África subsahariana? [1].

En segundo lugar, está claro que debemos apoyar la lucha de cualquier país contra una agresión exterior y su derecho a defenderse. Ahora bien, ¿eso debe implicar el envío de armas? ¿Deberíamos proporcionar armamento a los palestinos, los saharauis, los yemeníes o los kurdos, que sufren también graves agresiones? ¿Lo tuvimos que haber hecho también con los iraquíes cuando fueron brutalmente bombardeados por las tropas estadounidenses y británicas, que destruyeron el país y desaparecieron cientos de millas de muertos? ¿Alguien se imagina a España o Alemania, por ejemplo, enviando armas pesadas a la resistencia iraquí para luchar contra «nuestros propios aliados» de la OTAN? Lo cierto es que el envío de armamento a menudo sólo sirve para alargar los conflictos e incrementar el número de víctimas,

En tercer lugar, ¿en qué casos debemos penalizar a los países agresores? Parece lógico que ahora mismo se estén aplicando sanciones contra el régimen ruso. Pero no parece tan justo que se esté “castigando” a los artistas y deportistas, a menos que alguno de ellos haya apoyado limpiamente la invasión. Es discutible también que desde la UE se pretende acabar prohibiendo totalmente la compra de gas ruso procedente de los gasoductos actuales, si la alternativa son cientos de barcos cargados con gas licuado procedente de Estados Unidos (EE.UU.), obtenidos en buena parte mediante el sistema de fracturación hidráulica (fracking), mucho más caro y con un transporte indudablemente más contaminante que el que llega a través de los gasoductos. Pero, además, si intentamos hacer memoria y recordar las sanciones aplicadas durante las últimas décadas cuando los agresores han sido EE.UU. y sus más estrechos aliados, Israel entre ellos, seguramente no encontraremos apenas ninguno. Con la excepción quizás de la campaña insuficiente de “Boicot, Desinversión y Sanciones” contra el estado hebreo (BDS), que muchas entidades practican desde hace años, a pesar del criterio hostil de la mayoría de gobiernos occidentales, la fuerte oposición del lobby millonario judío internacional y la habitual acusación de antisemitismo contra los promotores del boicot.

En cuarto lugar, es de justicia investigar todos los crímenes de guerra cometidos en el actual conflicto, tanto de las tropas rusas como de las ucranianas [2], estos últimos especialmente en el Donbass, aunque, en su día desde occidente el propio Toni Blair justifica una actuación similar de las tropas rusas en Chechenia en 2001, bajo la presidencia de Boris Yeltsin, propone paralelismos entre aquel conflicto y la “guerra contra el terrorismo” de Occidente [3]. Pero, ¿qué casos encontraremos en las últimas décadas en que se haya perseguido a gobernantes, altos funcionarios o mandos militares de los países occidentales en los tribunales penales internacionales? Ninguno o apenas ninguno. Podemos recordar, por ejemplo, como el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia se negó a abrir ninguna investigación sobre los bombardeos de la OTAN en Serbia y en Montenegro en 1999, encausando exclusivamente a más de un centenar de políticos o militares serbios, una trentena de croatas y algunos presuntos criminales de guerra bosniacos, albaneses, montenegrinos y macedonios [4].

La Corte Penal Internacional no vio tampoco suficientes argumentos para procesar a responsable alguno de los crímenes de guerra cometidos por las tropas británicas en Irak entre 2003 y 2011, ampliamente documentados por Amnistía Internacional, según la cual los soldados del Reino Unido abrieron fuego y mataron a civiles iraquíes en circunstancias en las que aparentemente no había una amenaza inminente para ellos u otras personas [5]. Tampoco investigó los crímenes de las tropas australianas en Afganistán, especialmente entre 2012 y 2013, a menudo “rituales de iniciación” para los nuevos soldados [6]. En una investigación interna del ejército australiano se descubrió que al menos fueron asesinados 39 los civiles afganos por parte de tropas de las fuerzas especiales, entre ellos prisioneros indefensos, unos hechos sin duda constitutivos de crímenes de guerra [7]. Lo mismo podemos decir de la no investigación por parte de la Corte Penal Internacional sobre la implicación de las tropas holandesas en un ataque aéreo en 2015 en Irak, como consecuencia del cual muertes de civiles, entre ellos niños [8].

Evidentemente, los crímenes de guerra de las tropas estadounidenses en Irak o Afganistán ocuparon un lugar destacado en el campo occidental , ya que su implicación en estas guerras ha sido mucho mayor, claramente por encima de sus aliados. En el summum de la hipocresía, el periodista y activista australiano Julian Assange, que denunció algunos de ellos desde su plataforma WikyLeaks, está encarcelado en una prisión de alta seguridad en Londres, después de ser detenido hace más de tres años y trás otros siete refugiados en la embajada de Ecuador en Londres, un proceso en el que la actuación de la justicia sueca y británica han sido decisivos. Es evidente que es necesario toda la contundencia posible contra aquellos crímenes, sean del bando que sean, pero hoy por hoy no podemos sino mostrar un considerable escepticismo sobre una «justicia universal» que no ha condenado a nadie por delitos criminales del bando «occidental» desde la Segunda Guerra Mundial, mucho más por las presiones e incluso amenazas de algunos de los estados que no forman parte del Tribunal Penal Internacional,

En quinto lugar, hemos de tener en cuenta que, mientras en Ucrania el 95% o más de la información que nos llega procede de la parte agredida (los medios del propio país y sus aliados), en Afganistán o Irak el 95% o más de las noticias lo era de la parte agresora (EE.UU. y aliados), lo cual, como es lógico, influye tanto en la opinión pública como en los tribunales. Por poner un ejemplo, mientras Amnistía Internacional advierte sobre las graves vulnerabilidades a los derechos humanos por parte de Arabia Saudita, tanto a nivel interno como en la vecina Yemen, se desvía a otras zonas de conflicto el centro de atención y la Unión Europea puede mantener , sin demasiados problemas, relaciones económicas y comerciales de primer orden con los saudíes, incluyendo la venta de todo tipo de armamento [9]. La falta de información sobre este último conflicto es otra muestra evidente de la falta de ecuanimidad occidental.

En sexto lugar, se afirma, con toda razón, que en pleno siglo XXI es inadmisible que se intenten modificar las fronteras a través de las armas, una afirmación absolutamente razonable. Sin embargo y, con una dosis considerable de hipocresía, se olvida como en Yugoslavia y con una destacada intervención de la OTAN, entre 1991 y 2001 se modificaron totalmente las fronteras mediante diversas guerras que provocaron unos 140.000 muertos y unos 4.000.000 desplazados. La antigua República Federal Yugoslava fue dividida en siete nuevos (Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia, y finalmente Kosovo), que muy pronto fueron reconocidos por la comunidad internacional, con la excepción de este último, solo parcialmente reconocido.

Aun en séptimo lugar, y haya sido por la vía militar o por la vía pacífica, en las tres últimas décadas, el reconocimiento de nuevos estados independientes por parte de la UE se ha limitado casi exclusivamente a potenciales aliados del OTAN: los seis o siete ya mencionó de la antigua Yugoslavia, los dos de la antigua Checoslovaquia (Chequia y Eslovaquia) y los quince de la antigua Unión Soviética (Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Estonia, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Letonia, Lituania, Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán, además de Rusia, que se considera heredera legal de la antigua URSS). Mientras tanto, no parece probable que la mayoría de los países de la UE reconozcan la independencia unilateral de Palestina, la República Saharaui o el Kurdistán. Finalmente, pero también relacionado con lo anterior, también podemos preguntarnos por qué treinta años después de la caída del muro de Berlín y de la reunificación alemana, ¿el muro de Belfast sigue en pie y la reunificación irlandesa todavía está tan lejos? La respuesta más realista puede ser que tanto el Reino Unido como Irlanda son países aliados y occidentales y la hipotética reunificación no debilitaría a ningún país adversario ni enemigo.

Finalmente, y en octavo lugar, podemos afirmar que se manipula de una manera clara el enfrentamiento entre “democracias” y “autocracias”, olvidando que los países occidentales comparten con Rusia y China una ideología hipercapitalista desenfrenada y un sistema jurídico, fiscal y político cada vez más favorable a las grandes fortunas [10]. De hecho, una publicación británica de evidente tendencia neoliberal como The Economist, en un estudio hecho público a principios de febrero de este año, apenas un mes antes de empezar la guerra, pensará en Ucrania como un “régimen híbrido”, un medio camino entre los regímenes democráticos y los autoritarios, y lo situaba en el puesto 87 en el ranking mundial sobre democracia global, de un total de 167 estados analizados, con la Federación Rusa en el puesto 124 [11].



Notas:

1. "Ahora, hablemos de paz", Jeremy Corbin, Counterpunch, 27.04.22:  https://www.counterpunch.org/2022/04/27/now-let-us-talk-peace/

2. El video parece mostrar el asesinato de un soldado ruso cautivo, BBC.com, 04.07.22: https://www.bbc.com/news/61025388

3. "La agresión de Putin deja claro el caso para un movimiento contra la guerra", Owen Jones, The Guardian, 03.02.22: https://www.theguardian.com/commentisfree/2022/mar/02/putin-aggression-anti -movimiento-de-guerra-ucrania

4. La desintegración de Yugoslavia, Carlos Taibo, Los libros de la catarata, 2018, Consultado 06.08.22: https://www.catarata.org/libro/la-desintegracion-de-yugoslavia_44947/

5. Informe de Amnistía sobre Irak, Amnistía Internacional, 2014, Consultado 06.08.22: http://www.amnesty.org/en/library/asset/MDE14/007/2004/en/8156d0d6-d5ff-11dd-bb24- 1fb85fe8fa05/mde140072004en.html

6. "Australia revela el asesinato de 39 civiles afganos a manos de sus tropas", Agencias, La Vanguardia, 19.11.20, Consultado 08.06.22: https://www.lavanguardia.com/internacional/20201119/49541894700/ australia-asesinato-civiles-afganos-soldados.html

7. "L'armée australienne admet que ses troupes ont exécuté des civils en Afganistán", France24, 19.11.20: https://www.france24.com/fr/asie-pacifique/20201119-l-arm%C3%A9e -australienne-admet-que-ses-troupes-ont-ex%C3%A9cut%C3%A9-des-civils-en-afganistán

8. "Holanda reconoce haber ocultado un ataqué aéreo contra civiles en Irak", La Vanguardia, 11.04.19, Consultado 06.08.22: https://www.lavanguardia.com/internacional/20191104/471374488733/holanda-reconoce- ocultado-ataque-aereo-civiles-irak.html

9. Informe de Amnistía Internacional 2021-2022: https://www.amnesty.org/en/latest/research/2022/03/annual-report-202122/

10. "Sanctionner les oligarques, pas les peuples", Thomas Piketty, Le Monde, 15.03.22: https://www.lemonde.fr/blog/piketty/2022/02/15/sanctionner-les-oligarques-pas- les-peuples/

11. "Un nuevo mínimo para la democracia global", The Economist, 09.02.22: https://www.economist.com/graphic-detail/2022/02/09/a-new-low-for-global-democracy



* Publicado en Rebelión, 24.06.22.

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