Gaza: un genocidio de manual




Israel ha sido explícito sobre lo que está llevando a cabo en Gaza. ¿Por qué el mundo no escucha?


Raz Segal


El viernes [8 de octubre de 2023], Israel ordenó a la población sitiada en la mitad norte de la Franja de Gaza evacuar hacia el sur, advirtiendo que pronto intensificaría su ataque contra la mitad superior de la Franja. La orden ha dejado a más de un millón de personas, la mitad de las cuales son niños, intentando huir desesperadamente en medio de continuos ataques aéreos, en un enclave amurallado donde ningún destino es seguro.

Como escribió hoy desde Gaza la periodista palestina Ruwaida Kamal Amer, “los refugiados del norte ya están llegando a Khan Younis, donde los misiles nunca paran y nos estamos quedando sin alimentos, agua y energía”. La ONU ha advertido que la huida de personas desde la parte norte de Gaza hacia el sur creará “consecuencias humanitarias devastadoras” y “transformará lo que ya es una tragedia en una situación calamitosa”. 

Durante la última semana, la violencia de Israel contra Gaza ha matado a más de 1.800 palestinos, herido a miles y desplazado a más de 400.000 dentro de la franja. Y, sin embargo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, prometió hoy que lo que hemos visto es “sólo el comienzo”.

La campaña de Israel para desplazar a los habitantes de Gaza (y potencialmente expulsarlos por completo a Egipto) es otro capítulo más de la Nakba, en la que se estima que 750.000 palestinos fueron expulsados ​​de sus hogares durante la guerra de 1948 que condujo a la creación del Estado [Judío] de Israel. 

Pero el ataque a Gaza también puede entenderse en otros términos: como un caso clásico de genocidio que se desarrolla ante nuestros ojos. Digo esto como un estudioso del genocidio que ha pasado muchos años escribiendo sobre la violencia masiva israelí contra los palestinos. He escrito sobre el colonialismo de colonos y la supremacía judía en Israel, la distorsión del Holocausto para impulsar la industria armamentística israelí, la utilización de acusaciones de antisemitismo como arma para justificar la violencia israelí contra los palestinos y el régimen racista del apartheid israelí. 

Ahora, tras el ataque de Hamás el sábado y el asesinato en masa de más de 1.000 civiles israelíes, está sucediendo lo peor de lo peor.

Según el derecho internacional, el crimen de genocidio se define como “la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal”, como se señala en la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio de diciembre de 1948. En su ataque asesino contra Gaza, Israel ha proclamado en voz alta esta intención. El Ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, lo declaró en términos muy claros el 9 de octubre:
“Estamos imponiendo un asedio completo a Gaza. Sin electricidad, sin comida, sin agua, sin combustible. Todo está cerrado. Estamos luchando contra los animales humanos y actuaremos en consecuencia”.
Los líderes occidentales reforzaron esta retórica racista al describir el asesinato en masa de civiles israelíes por parte de Hamás (un crimen de guerra según el derecho internacional que, con razón, provocó horror y conmoción en Israel y en todo el mundo) como “un acto de pura maldad”, en palabras del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. O como una medida que reflejaba un “mal antiguo”, en la terminología de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. 

Este lenguaje deshumanizador está claramente calculado para justificar la destrucción a gran escala de vidas palestinas. La afirmación del “mal”, en su absolutismo, elude las distinciones entre los militantes de Hamás y los civiles de Gaza, e invisibiliza el contexto más amplio de la colonización y la ocupación.

La Convención sobre Genocidio de la ONU enumera cinco actos que entran dentro de su definición. Israel está perpetrando actualmente tres de estos en Gaza:
“1. Matar a miembros del grupo.
2. Provocar daños corporales o psíquicos graves a los miembros del grupo.
3. Infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida destinadas a provocar su destrucción física total o parcial”.
La Fuerza Aérea de Israel, según sus propias declaraciones, ha lanzado hasta ahora más de 6.000 bombas sobre Gaza, que es una de las zonas más densamente pobladas del mundo: casi tantas bombas como las que Estados Unidos arrojó sobre todo Afganistán durante el récord de años de guerra allí[1]. 

Human Rights Watch ha confirmado que entre las armas utilizadas se encontraban bombas de fósforo, que prendieron fuego a cuerpos y edificios, generando llamas que no se extinguen al contacto con el agua. Esto demuestra claramente lo que Gallant quiere decir con “actuar en consecuencia”: no atacar a militantes individuales de Hamás, como afirma Israel, sino desatar una violencia mortal contra los palestinos en Gaza “como tales”, en el lenguaje de la Convención sobre Genocidio de la ONU.

Israel también ha intensificado su asedio de 16 años a Gaza (el más largo de la historia moderna, en clara violación del derecho internacional humanitario) hasta alcanzar un “asedio total”, en palabras de Gallant.

Este giro de frase que explícitamente indexa un plan para llevar el asedio a su destino final de destrucción sistemática de los palestinos y de la sociedad palestina en Gaza, matándolos, matándolos de hambre, cortándoles el suministro de agua y bombardeando sus hospitales.

No son sólo los líderes de Israel los que utilizan ese lenguaje. Un entrevistado en el Canal 14 pro-Netanyahu llamó a Israel a “convertir Gaza en Dresde”[2]. El Canal 12, la estación de noticias más vista de Israel, publicó un informe sobre israelíes de izquierda que llamaban a “bailar en lo que solía ser Gaza”. Mientras tanto, los verbos genocidas (llamados a “borrar” y “aplanar” Gaza) se han vuelto omnipresentes en las redes sociales israelíes. En Tel Aviv, se vio una pancarta que decía “Cero habitantes de Gaza” colgando de un puente.

De hecho, el ataque genocida de Israel contra Gaza es bastante explícito, abierto y descarado. Los autores de genocidio no suelen expresar sus intenciones con tanta claridad, aunque hay excepciones. 

A principios del siglo XX, por ejemplo, los ocupantes coloniales alemanes perpetraron un genocidio en respuesta a un levantamiento de las poblaciones indígenas herero y nama en el suroeste de África. En 1904, el general Lothar von Trotha, el comandante militar alemán, emitió una “orden de exterminio”, justificada por el argumento de una “guerra racial”. En 1908, las autoridades alemanas habían asesinado a 10.000 nama y habían logrado su objetivo declarado de “destruir a los herero”, matando a 65.000 herero, el 80% de la población.

Las órdenes de Gallant del 9 de octubre no fueron menos explícitas. El objetivo de Israel es destruir a los palestinos de Gaza. Y aquellos de nosotros que observamos en todo el mundo no cumplimos con nuestra responsabilidad de impedir que lo hagan.


NOTA:

[1] Corrección: una versión anterior de este artículo decía que Israel lanzó más bombas sobre Gaza esta semana que las que Estados Unidos lanzó sobre Afganistán en cualquier año de su guerra allí. De hecho, Estados Unidos lanzó más de 7.000 bombas sobre Afganistán tanto en 2018 como en 2019; En el momento de esta publicación, Israel había lanzado unas 6.000 bombas sobre Gaza en menos de una semana.

[2] A fines de la Segunda Guerra Mundial los Aliados bombardearosn Dresde con bombas de fósforo, quemando vivos a miles de alemanes no combatientes.



* Publicado en Jewish Currets, 13.10.23. Raz Segal es israelí y profesor asociado de estudios del Holocausto y genocidio en la Universidad de Stockton y profesor subvencionado para el estudio del genocidio moderno.

1 comentario:

  1. Se echa de menos una referencia al levantamiento y subsecuente destrucción del ghetto de Varsovia, en 1943.

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