La fábula de la economía circular




¡Y dale con la economía verde!




El 13 de abril el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca anunció lanzamiento del Libro Blanco de la Economía Circular de Ecuador (1), auspiciado por la cooperación alemana y la GIZ, por la Universidad San Francisco y el Centro de Innovación y Economía Circular.

El Libro Blanco inicia con una cita a Rachel Carson, autora de La primavera silenciosa:
“Estamos en el lugar en que dos caminos divergen. El camino que hemos tomado hasta ahora ha sido engañosamente fácil, una carretera de alta velocidad en cuyo final se encuentra el desastre. El otro camino, el menos tomado, nos ofrece la última, la única oportunidad de alcanzar nuestro destino de la preservación de la vida en nuestro planeta”
Aparentemente ninguna de las personas que elaboró el Libro Blanco de la Economía Circular entendió el contenido de la obra de Carson, puesto que la autora lo que denuncia es el uso extensivo de plaguicidas en la agricultura industrial y la desaparición de insectos, aves y otros animales. La cita en concreto utiliza la metáfora de la carretera de alta velocidad como el desarrollo y el crecimiento de la economía y la crisis ambiental inevitable que conlleva. El otro camino, podríamos entenderlo como el decrecimiento de los países industrializados, el des-desarrollo o, para el caso del Ecuador, el Sumak Kawsay, más no como una economía circular que se ha convertido en una nueva retórica del “desarrollo sustentable” y de la economía verde.

Según economistas ecológicos, como el profesor Joan Martínez-Alier (2), la economía circular simplemente no existe, ni podrá existir. Es fácil entenderlo.

En el mundo, en general, se consume alrededor de 100.000 millones de toneladas de materiales. De estos una buena parte son petróleo, gas o carbón, que se extraen y se queman, una sola vez. Una parte de los combustibles fósiles extraídos y quemados se convierte en energía y otra se echa a la atmósfera como CO2, del cual hay un exceso y por eso se produce el calentamiento global (3). Ningún galón de gasolina puede quemarse dos veces. Para el caso del Ecuador, se extraen cerca de 24 millones de toneladas de petróleo al año, que se consumen en el país o se exportan. Nada de este proceso es circular, puesto que el petróleo no se recicla ni regresa al subsuelo.

Otra buena parte de materiales constituyen aquellos usados para la construcción de infraestructura, que cada vez aumenta. Carreteras, edificios, puertos, aeropuertos, represas. Mucha de esta infraestructura resultó inservible o está abandonada. Solo en china se consume alrededor de 2.300 millones de toneladas de cemento al año, usado por ejemplo para decenas de ciudades construidas para millones de habitantes, pero que están vacías. Todo este cemento no será reciclado jamás. Es un insulto al sentido común que la Unión Andina de Cementos (UNACEM Ecuador) haya “aportado significativamente en la elaboración de la Primera Fase del Libro Blanco de Economía Circular” y que el Ministerio de la Producción le agradezca públicamente en la presentación del Libro.

En cuanto a metales, está el cobre, hierro o aluminio, que requieren de ingentes cantidades de energía para obtenerlos y los restos de la extracción son inutilizables. Por ejemplo, para obtener alúmina, se produce el doble de cantidad el lodo rojo que no sirve para nada, aparte de ser muy contaminante. Tal vez se recicla un mínimo de latas de aluminio comparadas con la exorbitante cantidad que se fabrican en nuestro país y el mundo. En Ecuador, en las dos minas más grandes, tanto Fruta del Norte como Mirador, se debe remover casi un millón de toneladas de mena al mes para obtener una cantidad de menos de una tonelada de Cobre, Oro o Plata, respectivamente. Los millones de toneladas de materiales de desecho, tóxicos o no, simplemente son tirados al ambiente y nunca se los podrá reciclar o reutilizar, a pesar de que el Libro Blanco cree que pueda existir una minería sostenible y circular.

También entre los materiales que usamos está toda la biomasa, para alimentarnos o alimentar a los animales de granja o inclusive, sobre todo en países del Norte, para calefacción. Por ejemplo, el Ecuador exporta 350 millones de cajas de banano al año, es decir cerca de 18 millones de toneladas. Este banano no se recicla, y por el contrario utiliza millones de litros agua y de plaguicidas para su cultivo, lo que nos recuerda el temor de Rachel Carson.

Entonces, el grado de reciclaje de los materiales del que hablan los promotores de la “economía circular” es muy reducido o nulo, a esto lo llaman la brecha de la circularidad, pero que en realidad es un abismo. En una economía extractivista basada en combustibles fósiles, en hierro y cemento, en millones de toneladas de biomasa o metales a gran escala no existe ninguna posibilidad de circularidad. Además de que es una economía alta y progresivamente entrópica, es decir que transforma cada vez más materiales o energía que no se pueden reutilizar, y se convierten en desperdicios, muchas veces de alto impacto negativo, local o global.

Tampoco existe el llamado desacoplamiento de la naturaleza o la tal desmaterialización de la economía, puesto que cada vez se consumen más y más materiales en el mundo y cada vez más se destruye el ambiente y se vulneran los derechos de la naturaleza. Inclusive con una economía digital y financiarizada se necesita más energía, agua para enfriar los cientos de megacentros de cómputo y más metales para los sistemas informáticos.

También para los planes de reconversión de las matrices energéticas hacia las renovables, hemos visto que se necesitará más metales, más balsa y más espacios para colocar los aerogeneradores, los paneles solares o para la recarga de los cientos de miles de carros eléctricos. Los planes de Cero Carbono, Cero Emisiones o neutralidad de carbono se alinean también con esta falacia de la economía circular.

Hoy, los gobiernos están encantados dictando políticas y leyes de economía circular, como la de China de 2008 (4) --a pesar de la cual ahora ese país consume casi la mitad de los materiales del mundo--, las políticas como el Plan de Acción de Economía Circular de la Unión Europea (5), o el dicho Libro Blanco de Economía Circular en Ecuador junto con la Ley Orgánica de Economía Circular Inclusiva (6) aprobada hace pocos días. Esta Ley, aunque de manera enunciativa reconoce el derecho a la seguridad social de los y las recicladoras, deja abiertas dos puertas muy peligrosas para el país en nombre de la “economía circular”: la puerta para la importación de desechos plásticos y la puerta para el coprocesamiento que no es sino una forma elegante y disfrazada de referirnos a la importación de residuos.

Para las organizaciones ecologistas, la economía circular es una fábula moderna que le permite al capitalismo cubrirse de verde. El gobierno del Ecuador, así también, podrá evadir la necesidad de tomar otro camino, con menos extracción petrolera, sin minería metálica a gran escala, sin agroindustria exportadora, sin importación de desechos plásticos (7), sin el uso masivo de plaguicidas…

Para las comunidades la economía verde será solo un justificativo más para que sus tierras y territorios, aguas, ríos, suelos, bosques, sigan siendo acaparados, devastados o contaminados.

Nuevamente esta estrategia de la economía verde lo único que busca es distraernos de la obligación imperativa que se tiene de cambiar de rumbo hacia economías y sociedades más ecológicas y respetuosas de la naturaleza.



REFERENCIAS:

(1) MPCEIP & GIZ. (2021) Libro Blanco de Economía Circular de Ecuador. Quito, Ecuador. https://www.produccion.gob.ec/wp-content/uploads/2021/05/Libro-Blanco-final-web_mayo102021.pdf

(2) Joan Martínez-Alier. La brecha de la circularidad y el crecimiento de los movimientos mundiales por la justicia ambiental. Abril 2021

(3) Solo como referencia: el mundo extrae al año alrededor de 4.500 millones de toneladas de petróleo, 4 millones de millones de metro cúbicos de gas y más de 8.000 millones de toneladas de carbón. Estas cifras siguen en aumento.

(4) Ley de Promoción de la Economía Circular de la República Popular de China. 29/08/2008. (en inglés).

(5) Comisión Europea. Plan de Acción para la Economía Circular. Aspectos Internacionales. 2020.
Comisión Europea. Liderar el camino hacia una economía circular mundial. Marzo del 2020.


(7) María Fernanda Solíz Torres. Editora, La partida 3915. Importación de desechos plásticos en Ecuador. Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Alianza Global para Alternativas a la Incineración, GAIA Alianza Basura Cero Ecuador. Quito. 2021. https://www.accionecologica.org/la-partida-3915/



* Texto publicado en Acción Ecológica, 25.05.21.

El "capitalismo familiar" chileno




Por décadas los medios, las escuelas de economía de las universidades, los partidos políticos y las élites económicas nos han dicho que Chile tiene un capitalismo de "libre mercado". Ese es nuestro orgullo, pues somos una economía ejemplar para el mundo.

Ese convencimiento ha posibilitado atacar como un atropello a la libertad cualquier medida, por tibia que fuera, de regulación de los mercados.

Así, nuestro capitalismo oligopólico y con énfasis rentista se ha mantenido, enriqueciendo a las grandes compañías, grupos económicos y a los súper ricos. El éxito del modelo se deja, sobre todo, en el 1% de la población.

Todo ello ante el imperdonable silencio cómplice de los medios, las escuelas de economía de las universidades y los partidos políticos pro mercado.


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Juan Andrés Guzmán


Durante la última década, Ben Ross Schneider, cientista político del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha investigado por qué a pesar de la riqueza que se ha acumulado en algunos sectores, seguimos sabiendo tan poco.

Parte de las respuestas que ha encontrado están contenidas en su libro Capitalismo Jerárquico en Latinoamérica (2013, Cambridge University Press) y en un trabajo más reciente: Diseñando política industrial en Latinoamérica (2015, Palgrave). Para Schneider, la poca variedad de productos que producen los latinoamericanos --y la poca tecnología que agregan a los procesos-- está vinculada a la existencia de grandes conglomerados familiares que dominan la economía.

Schneider repara en que pese a su relativo tamaño pequeño, “Chile tiene un desproporcionado número de grandes firmas”. Algunas están especializadas, como Lan; pero la mayoría tiene presencia en tres o cuatro sectores básicos, como los grupos Matte (forestal, minería, energía, banca), Angelini (forestal, minería, pesca, combustibles) o Luksic (minería, energía, bebidas, banca). Schneider los llama “grupos diversificados”.

Para Schneider, los grandes conglomerados no son necesariamente negativos. Al contrario, la experiencia internacional le indica que, en la tarea de buscar nuevas áreas de desarrollo que permitan diversificar la producción de los países, ellos son buenos partners “debido a que conocen el espacio productivo y fácilmente pueden identificar un sector interesante al que moverse”.

Sin embargo, los grupos latinoamericanos operan de otra manera. Primero, invierten muy poco en investigación: mientras Corea invierte el 3% de su PGB en Investigación y Desarrollo (I+D), Chile destina sólo el 0,4%. Y mientras en Corea la mayor parte de ese gasto lo hacen las empresas, en Chile solo aportan poco más del 30%. Es decir, el empuje para lograr un salto tecnológico es débil “y lo hace mayoritariamente el Estado”, enfatiza Schneider.

Además, su poder sobre la sociedad es tan grande que tienden a transformarse en monopolios u oligopolios en los sectores que dominan, lo que significa que tienen capacidad de controlar los precios en el mercado. Debido a eso, afirma Schneider, aunque nuestra economía se llama “de mercado”, muchas decisiones cruciales no se toman en el mercado, sino al interior de los “grupos diversificados” y de acuerdo a sus intereses.

Esto constituye un tipo de capitalismo muy distinto al que hay en Estados Unidos o el Sudeste Asiático. Schneider lo ha bautizado como “capitalismo jerárquico” y dice que Chile es el caso clásico. Dado que estas grandes empresas están controladas por unas pocas familias, el académico del MIT piensa que este “capitalismo familiar”, como también llama al modelo chileno, “difícilmente puede ser defendido por los partidarios del libre mercado”.

Estas empresas y también las multinacionales instaladas aquí --afirma Schneider--, “deciden qué se exporta, qué tipo de capacitación se requiere”, y también “cómo se organiza el acceso al capital, a la tecnología y los mercados”. Refiriéndose a la colusión de precios que se ha detectado en Chile, Schneider afirmó a CIPER: “Dado que el capitalismo jerárquico tiende a concentrar mucho poder en pocas corporaciones, puede producir carteles. Lo que hoy estamos viendo no me sorprende en realidad”.

En ese contexto, la posibilidad de corrupción se acrecienta debido a que muchos conglomerados se benefician de sectores regulados por el Estado. Las regulaciones, remarca Schneider, son técnicamente complejas y tanto los ciudadanos como los medios de comunicación y los políticos carecen de la experticia y del interés para estar atentos a ellas. Se produce así lo que el cientista político Pepper D. Culpepper llama “la política silenciosa”, donde al amparo de la complejidad, las empresas obtienen grandes ventajas. De hecho, en los sectores regulados, la única gran amenaza es el cambio en las normas, por lo que los grupos dedican tiempo e ingresos a esta política silenciosa, explica Schneider.

Un punto muy relevante es que el control que tienen estas grandes compañías sobre los precios les permite acumular mucho efectivo, el que usan para expandirse a otras regiones o para saltar a otras actividades económicas. Schneider ejemplifica el impacto de esta práctica en la empresa mexicana Cemex (Cemento y Concreto), que controla alrededor de dos tercios del mercado de su país. La falta de competencia hace que los consumidores mexicanos paguen el doble por el cemento que los consumidores norteamericanos. Eso le permite a Cemex acumular mucho efectivo el cual usa para expandirse agresivamente a otros mercados, arrinconando a la competencia, explica Schneider en su libro sobre el capitalismo jerárquico. Y agrega que el control que tienen estas firmas sobre precios y mercados les hace la vida más fácil y reducen su esfuerzo por mejorar su productividad.

Aplicando este razonamiento a los casos de colusión de precios que se han investigado en Chile, es válido preguntarse si esa es la razón de por qué los “grupos diversificados” chilenos son prósperos y se mantienen atados a las materias primas. En su libro, Schneider aborda ese punto preguntándose por qué la Papelera no aprovechó el boom de las materias primas para transformarse en Nokia. El Grupo Matte --escribe Schneider-- es poco especializado, con una gama de inversiones poco innovadoras. Para ese tipo de grupos, explica, “las alzas en los precios de las materias primas se vuelven una tentación irresistible para invertir más en commodities y reforzar su estrategia de desarrollo”.



Israel está cometiendo apartheid, según el relator especial de la ONU


Mahmud Hams/AFP/Getty Images


Michael Lynk, relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados ha presentado un informe ante el Consejo de Derechos Humanos en el que concluye que la situación en los Territorios Palestinos Ocupados constituye apartheid.

Saleh Higazi, director adjunto de Amnistía Internacional para Oriente Medio y Norte de África, ha declarado:
"Las conclusiones del relator especial son una importante y oportuna incorporación al consenso internacional creciente respecto a que las autoridades israelíes están cometiendo apartheid contra la población palestina. El informe describe pormenorizadamente el sistema de opresión basada en motivos raciales establecido por Israel contra la población palestina, expresamente concebido para mantener la dominación israelí judía y sostenido mediante la comisión de graves violaciones de derechos humanos".
Las organizaciones palestinas de derechos humanos llevan años calificando la situación de apartheid, y este informe constituye un reconocimiento histórico de la realidad que viven millones de personas palestinas. Como han hecho Amnistía Internacional y otros muchos grupos de derechos humanos, el relator especial ha examinado el trato recibido por la población palestina a manos de Israel desde el punto de vista del derecho internacional y ha llegado a la conclusión clara de que constituye apartheid.

En los últimos meses, Israel ha intensificado sus esfuerzos para censurar y desacreditar a toda persona que utilice la palabra apartheid. En lugar de abordar las graves acusaciones por parte de organizaciones de derechos humanos y ahora también de la ONU, las autoridades israelíes continúan limitando su respuesta a atacar al mensajero con acusaciones infundadas de parcialidad. Esta estrategia fallida no puede ocultar el consenso creciente entre especialistas respecto a que la dura realidad de la cruel represión que Israel ejerce a diario contra la población palestina es un ejemplo elocuente de apartheid.

En su informe, el relator hace hincapié en la necesidad de que la comunidad internacional acepte las conclusiones de las organizaciones de derechos humanos, entre ellas Amnistía, y empiece a llamar por su nombre al apartheid de Israel. "La comunidad internacional, y en particular los países aliados de Israel, deben dejar de poner excusas respecto a este cruel sistema de opresión y dominación racial y sí tomar medidas de inmediato para contribuir a su desaparición y proteger los derechos de la población palestina."

En su informe de febrero de 2022, Amnistía Internacional describe el sistema de apartheid que Israel está imponiendo a la población palestina allí donde tiene el control sobre sus derechos, incluso dentro de Israel. Amnistía Internacional pide a la Corte Penal Internacional que considere el crimen de apartheid en su investigación en curso en los Territorios Palestinos Ocupados, y a todos los Estados que ejerzan la jurisdicción universal para investigar y procesar a las personas sospechosas de cometer el crimen contra la humanidad del apartheid.

El informe del relator especial examina la situación actual de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, prestando especial atención a la cuestión del apartheid. El relator especial observa que la población judía y palestina que reside en los Territorios Palestinos Ocupados vive “sometida a un régimen especial que hace distinciones en el reconocimiento de derechos y la concesión de beneficios basándose en la identidad nacional y étnica, y que garantiza la supremacía de un grupo poblacional en detrimento de otro”, describe cómo este sistema “otorga sustanciales beneficios y privilegios a un grupo racial-nacional-étnico mientras que obliga a otro grupo a vivir encerrado entre muros y puestos de control y sometido a un régimen militar permanente”, y concluye que este sistema “se ajusta a la norma probatoria vigente sobre la existencia de apartheid”.

En enero, un telegrama filtrado del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí describía una campaña prevista para desacreditar el trabajo del relator especial, y las autoridades israelíes han impedido la entrada de personal investigador y de derechos humanos de la ONU a Israel y a los Territorios Palestinos Ocupados. Esto forma parte de un ataque general contra los derechos humanos, en el que organizaciones palestinas son ilegalizadas, hostigadas y silenciadas.



* Publicado por Amnistía Internacional, 23.03.22.

Qatar, la copa mundial de la vergüenza


Jugadores de la selección Alemana de fútbol masculino, protestan por las condiciones laborales de los trabajadores migrantes encargados de las obras del Mundial 2022 en Qatar.


Un Mundial que fue comprado por medio de pagos corruptos, empezará cargando acusaciones de explotación laboral. Sin embargo a nadie le importó ni le importa la corrupción ni la explotación... tampoco la situación general de los DDHH en Qatar. Ni a los amantes del fútbol, ni a los gobiernos de los equipos que participaron en la clasificatorias, ni a los dirigentes de esas federaciones de fútbol, ni muchísimo menos a la FIFA.

El deporte no debe mezclarse con esas cosas, es una cantinela que le gusta repetir a la FIFA... Ni siquiera por una ética barata, sencillamente porque no hay que matar la gallina de los huevos de oro.

Dejamos un artículo de la infructuosa campaña que llevó adelante Amnistía Internacional para solicitar a la FIFA y a los patrocinadores del Mundial que actuaran para proteger a los trabajadores migrantes de Qatar frente a los abusos.


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Amnistía Internacional


Migrantes procedentes de Bangladesh, India y Nepal que trabajan en la reforma del emblemático estadio Jalifa y el ajardinado de las instalaciones deportivas y zonas verdes circundantes, la denominada “Aspire Zone”, están siendo explotados. Algunos son objeto de trabajo forzado. No pueden cambiar de trabajo, no pueden salir del país y suelen tener que esperar meses para cobrar sus salarios. Mientras, la FIFA —organismo internacional de gobierno del fútbol—, sus patrocinadores y las empresas de construcción implicadas se preparan para obtener ingentes beneficios económicos de la celebración del torneo.

Hemos detectado ocho formas de explotación que sufren algunos trabajadores de las obras del estadio Jalifa y la “Aspire Zone”:

1. Elevadas comisiones de contratación

Muchos migrantes buscan trabajo en Qatar para huir de la pobreza y el paro en países como Nepal, Bangladesh e India. Pero, para conseguir empleo deben pagar elevadas comisiones. Los trabajadores con los que hablamos habían tenido que pagar sumas que iban desde 500 a 4.300 dólares estadounidenses a contratistas sin escrúpulos en sus países de origen. Muchos están endeudados, por lo que temen dejar su empleo cuando llegan a Qatar.

2. Terribles condiciones de vida

Normalmente, los trabajadores soportan condiciones de hacinamiento y de falta de higiene y seguridad en sus alojamientos. Vimos a hombres durmiendo en literas en habitaciones para ocho o más personas. Sin embargo, el derecho qatarí y las Normas para la Protección de los Trabajadores permiten como máximo cuatro camas por habitación y prohíben el uso compartido de camas y el uso de literas.

3. Mentiras sobre el salario

Los agentes de contratación, además, hacen falsas promesas respecto al salario que recibirán los trabajadores, y sobre la clase de empleo ofertado. Los 300 dólares al mes que a un hombre de Nepal le habían prometido que iba a cobrar resultaron ser sólo 190 una vez que empezó a trabajar en Qatar. Cuando los trabajadores explican a la empresa que les habían prometido un salario superior, ésta se limita a hacer oídos sordos. Así lo recuerda Mushfiqur, jardinero de la Aspire Zone: “El gerente sólo dijo: ‘Me da igual lo que te hayan dicho en Bangladesh. Cobrarás este sueldo y nada más. Si sigues protestando les diré que cancelen tu visado y te manden de vuelta a casa’”.

4. Retrasos en el pago de salarios

A veces no se pagan los sueldos durante varios meses. Esto puede tener consecuencias desastrosas, ya que los trabajadores no pueden pagarse la comida, enviar dinero a sus familias ni hacer pagos sobre préstamos asociados a la contratación. Una situación que a muchos los lleva al borde de la desesperación.

5. No poder abandonar el estadio ni el campamento

Algunos empleadores no expiden o renuevan el permiso de residencia a sus trabajadores, a pesar de que están obligados a hacerlo según el derecho qatarí. Con estos documentos de identidad, los trabajadores pueden demostrar que tienen permiso para vivir y trabajar Qatar. Sin ellos, pueden ser encarcelados o multados. Por esta razón, algunos de los hombres que trabajan en las obras del estadio Jalifa tienen miedo de aventurarse más allá de la zona de obras o del campamento donde viven los trabajadores.

6. No poder salir del país ni cambiar de trabajo

Los empleadores habían confiscado el pasaporte a todos los trabajadores con los que hablamos. De hecho, si quieren salir de Qatar, deben conseguir un “permiso de salida” aprobado por su empresa. Pero los empleadores suelen hacer caso omiso de estas solicitudes, o incluso amenazan a los trabajadores, diciéndoles que no pueden marcharse hasta que termine el contrato, lo que podría significar otros dos años.

7. Ser amenazados

Si los trabajadores se quejan de las condiciones o piden ayuda, normalmente son intimidados y amenazados por sus empleadores. Así nos lo contó un migrante que trabajaba en las obras del estadio Jalifa: “Fui a la oficina de la empresa, le dije al gerente que quería irme a mi casa [en mi país] porque siempre recibía la paga con retraso. Me dijo a gritos: ‘Sigue trabajando o no te irás nunca’”.

Mohammad, que trabaja en el mantenimiento de zonas verdes de la Aspire Zone, explicó: “La empresa tiene mi pasaporte. Si cambia mi estado de financiación, me enviarán de vuelta y tengo una gran deuda pendiente […] Quiero que me devuelvan mi pasaporte [y] el campamento no está bien, dormimos ocho en una habitación; son demasiados. Pero no puedo quejarme [porque] me echarían del trabajo”.

8. Trabajo forzoso

Una de las empresas que contratan trabajadores para el proyecto del estadio Jalifa somete a trabajo forzado a sus empleados. Quienes se niegan a trabajar debido a las condiciones son amenazados con deducciones de la paga, o con ser entregados a la policía para su expulsión sin recibir el sueldo que les corresponde.



* Publicado por Amnistía Internacional.

Solidaridad... Pero, a la chilena


Juan Sutil, presidente de la patronal Confederación de la Produción y el Comercio (CPC), entrega la donación de la organización en la Teletón 2022.


Unos pocos días antes de realizarse el programa televisivo de la Teletón 2022, comenzó el debate por la necesaria reforma previsional impulsada por el gobierno de Boric. La derecha, como ya nos tiene acostumbrada, ha cerrado filas en favor de las AFP... y, como también nos tiene acostumbrados, con base en mentiras descaradas.

Puntualmente, solo me referiré aquí a la falsedad de que el 6% extra que el proyecto considera que contribuyan los empleadores, saldría del salario de los trabajadores e iría a un fondo común (cuando la propuesta es que se divida entre la cuenta individual y un fondo común en una proporción de 30% y 70% respectivamente).

El punto es que en medio de la recta final de la campaña de la Teletón la cual nos permite ufanarnos de nuestra característica solidaridad como pueblo, se ha levantado un coro de compatriotas rechazando que ese 6% vaya a un fondo común. Los mismos chilenos solidarios con la Teletón --excelente iniciativa privada de caridad que parcha la (ir)responsabilidad del Estado subsidiario neoliberal--, no quieren cooperar con los demás y desean que ese 6% se deposite en su cuenta individual.

Entre tanta abrumadora y singular solidaridad --la misma que el 4 de septiembre rechazó derechos sociales universales garantizados-- encontré esta columna... ¡De hace 12 años!... que ya describía la cultura egoísta chilena fruto del economicismo neoliberal.


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Caminaba una ciudadana por Santiago el sábado pos terremoto [del 27 febrero 2010] y se encuentra con alguien que con toda calma y cuidado lavaba su auto con abundante agua. Con la información de que habían sectores de la propia capital sin el “vital elemento” (como se dice en idioma periodistés), nuestra amiga le comentó con cortesía a aquel amante de su vehículo acerca de las muchas personas sin suministro de agua. La respuesta de ese compatriota fue: “¡Pero yo sí tengo poh!”.

El mismo sábado supo el país y el mundo de la ola de saqueos que se desencadenó… ¡A los pocos minutos de finalizado el sismo! A lo cual se suman las escenas de personas de ciudades no “tan” afectadas, repletando los supermercados para comprar cuanto pudieran; la escandalosa subida de precios de productos básicos que ni siquiera escasean y de los arriendos de viviendas; o la constatación de que algunas constructoras e inmobiliarias levantaron y vendieron respectivamente edificios a sabiendas de su mala calidad (y las municipalidades autorizaron varios de ellos). 

Estas joyitas se dieron en todo el espectro social. No obstante, afortunadamente, muchísimas personas se han movilizado para ayudar de una u otra forma a los damnificados y en un programa televisivo se logró reunir una gran cantidad de dinero para los afectados.

Ambos tipos de acciones se dan en el mismo país y es probable que no pocos de quienes actuaron vergonzosamente hayan también donado dinero o bienes. Después de la rabia y la vergüenza (sobre todo por los saqueos), Chile respira tranquilo y se solaza con la autocomplacencia de ser el país solidario por excelencia. ¿No son acaso una irrefutable prueba de ello las teletones o las reacciones masivas de ayuda tras las diversas catástrofes naturales que nos afectan periódicamente?

Mas, es importante preguntarse sobre la estructura moral y los patrones conductuales dominantes en el país. En otras palabras, no hacer una mala inducción y cegarse ante eventos específicos para sacar conclusiones generales.

Los hechos particulares, en este caso las teletones, son sucesos ocasionales; no son parte de una cultura que se materializa día a día. Tal como un carnaval anual no es ni de lejos testimonio de que una comunidad cometa excesos cada día del año, una instancia solidaria cada cierto período no implica una cultura solidaria, una forma de vida basada en ese valor.

O sea, lo importante no es lo que se hace en algún tipo de ceremonia que se lleva a efecto cada tantos años. Lo relevante es qué ideas y valores asumimos como sociedad para guiar nuestra conducta cotidiana y cuál es nuestro comportamiento real o el que tenemos la mayor parte del tiempo. El tema de fondo es una cuestión cultural.

En este punto debemos considerar el tipo de cultura en que vivimos en Chile. Aunque frecuentemente se olvida o no se toma en cuenta, hay que recordar que la dominante es una economicista fruto del modelo neoliberal. Se ha organizado la sociedad en torno a la búsqueda competitiva, individual y egoísta, del máximo lucro; y se ha legitimado moral y legalmente dicha forma y objetivo.

Sin embargo, al hablar de sistema económico —más aún en países tan neoliberales como el nuestro— se debe remarcar que en realidad se trata de un sistema socioeconómico. Esa búsqueda de ganancias infinitas no es sólo una cuestión de comerciantes y en contextos comerciales. Se ha organizado toda la sociedad de tal modo que todos seamos comerciantes egoístas la mayor parte del tiempo y en la mayoría de las relaciones sociales. Se ha cumplido, en parte, lo señalado por Adam Smith en La riqueza de las naciones (1776), texto fundacional del capitalismo de mercado autorregulado, en cuanto a que el ser humano es un comerciante egoísta y la sociedad conformada por tales seres es, por lógica, una de tipo comercial egoísta. 

Pero decimos en parte porque nunca Smith hubiera aceptado igualar el vicio con la virtud: no es lo mismo cuidar de sí mismo que perjudicar a los demás en ese afán. Su individualismo lucrativo valoraba altamente la virtud y tenía fines benéficos para la sociedad (por mucho que no compartamos su estructura moral ni sus fines).

Si comparamos el proyecto liberal original con su desarrollo y puesta en práctica neoliberal se verán las diferencias. Por ejemplo, en su afiebrado sueño neoconservador, Margaret Thatcher afirmó que la sociedad no existe: es una farsa socialista eso de gente viviendo junta y compartiendo formas de vivir y objetivos. En realidad la sociedad sería una especie de arena de circo romano, donde cada cual vela por sí mismo y además en oposición al resto. Nuestro sagaz almirante Toribio Merino traducía esa idea al aseverar que la vida económica —es decir Chile— era una “selva de animales salvajes, donde el que pueda matar al del lado, lo mata”… Lo irónico es que Smith exponía, en La teoría de los sentimientos morales (1759), que hasta en una sociedad de ladrones, es necesario no robarse entre sí para sobrevivir como grupo.

Al considerar cuál fue el proyecto socioeconómico de la dictadura cívico-militar, administrado fielmente por la Concertación, podemos volver a nuestro problema. Pareciera que las conductas negativas pos terremoto no son puntuales y aisladas expresiones antisociales. Por cierto nos chocan los saqueos y el momento en que se dieron; pero no por ello son menos parte de una cultura de fondo. A pesar de su naturaleza extrema, son manifestaciones de una forma de vida —con sus ideas, valores y conductas— hoy legítima (en el caso de los estratos bajos, medios-bajos y medios, esto se ve agravado y potenciado por la imposibilidad estructural de cumplir las promesas de consumo y bienestar hechas desde el sistema).

¿No será bueno hacer memoria de nuestra cotidianidad pre terremoto? Basta recordar algunas conductas antisociales de gente “decente”: prácticas antisindicales, colusión farmacéutica, corrupción pública y privada, lobbystas empeñados en vender el país por una comisión, regalo del cobre y de otros recursos naturales, uso de información privilegiada, usura de los bancos y las multitiendas, exigencia de cheques en garantía en las clínicas y hospitales, etc. Todos tipos de saqueos lejos de las posibilidades de la ciudadanía “de a pie”. Pero todas cuestiones que se hicieron y que todo indica se seguirán haciendo. En la lucha por el máximo lucro individual (casi) todo es válido; y mejor aún si la ley lo ampara permitiéndolo o (casi) no castigándolo... O sea, desda el propio neoliberalismo, incentivándolo.

Al hablar de cotidianidad volvamos con nuestra amiga de la historia con la cual empezamos esta columna. Ella confesó que dudó en hablarle a quien lavaba su auto en plena emergencia. Se sabe que en Chile —desde el barrio más pobre al más opulento— se puede recibir un insulto o hasta una agresión física por hacer ese tipo de observaciones. 

Por mucho que sean a todas luces sensatas, dichas en un suave tono y con respetuosas palabras. Hay que pensarlo dos veces antes de arriesgarse a señalarle a un pasajero del transporte público que ceda el asiento reservado a embarazadas o personas mayores, a un transeúnte que no tire basura en la calle o a un automovilista que no se detenga sobre el paso de cebra… Estas y otras conductas individualistas que no consideran a los demás se daban cotidianamente antes del terremoto y las ejecutaban personas que es probable cooperen con las teletones u otras “jornadas solidarias” por el estilo.

Ojalá me equivoque. Pero la historia ha demostrado que el mero cambio individual no sirve de mucho si el sistema y su cultura no cambian.



* Publicado en PiensaChile, 11.03.10.

¿Para qué sirven los partidos políticos protestantes?




Las campañas políticas de la derecha radical populista en diversos países de América Latina tienen en común su conservadurismo extremo. En tal sentido, Bolsonaro no se diferencia de Kast; son aliados naturales

Ese conservadurismo busca alianzas con sectores retrógrados del cristianismo protestante y "evangélico" (y también, en lo que es una extraña mezcla, con grupos oortodoxos católicos). Los une su cruzada contra la última manifestación del modernismo encarnada en lo que, sin ninguna rigurosidad intelectual, definen ampliamente como "comunismo". Toda idea, medida o persona diferente a su ortodoxia es "comunista".

La caída del Muro de Berlín en 1989 no han hecho mella en el uso de esa ridícula y falaz etiqueta. En ella entremezclan e igualan caóticamente a diversos enemigos: feminismo, marxismo, postmodernidad, socialdemocracia, secularización, aborto, globalismo, antisionismo, derechos humanos, estado de bienestar o diversidad sexual. La lista siempre puede crecer.

La singularísima selección e interpretación de pasajes de la Biblia fundamenta su política cristiana. La cual, sin duda, es a todas luces anticristiana y muy peligrosa... incluso para los propios cristianos.


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Juan Stam


Martín Lutero dijo una vez que preferiría ser gobernado por un turco competente que por un cristiano incompetente. Hoy podríamos decir que para gobernar, es mejor un ateo honesto que un protestante corrupto (los hay), mediocre o confundido (también los hay, y muchos). Ser "cristiano" y ser estadista y buen gobernante no siempre coinciden.

¿Qué significa ser "un diputado cristiano"? No basta con sólo ser miembro de una iglesia protestante, o hasta pastor. Un verdadero cristiano es un discípulo, un seguidor de Jesucristo hasta las últimas consecuencias. Ser realmente cristiano en el terreno político significa luchar a favor de la visión bíblica de justicia, igualdad, amor y vida digna para todos. Significa luchar contra el prejuicio, la corrupción y la violencia, en todas sus formas. ¿Habrá uno solo de nuestros políticos "evangélicos" que esté comprometido con ese proyecto cristiano? Por eso prefiero hablar de "partidos protestantes" en vez de cristianos o evangélicos. Por sus frutos los conoceréis, dijo Jesús, y no por su retórica ni su afiliación eclesiástica. En su comportamiento político estos partidos suelen estar muy lejos de poder llamarse cristianos o evangélicos.

He conocido diferentes partidos protestantes de Centroamérica, y ninguno ha tenido una teología bíblica y cristiana de la tarea política. Parecen ignorar el significado político de la teología de la creación, el mensaje bíblico del Año de Jubileo, y la ética social de los profetas hebreos, de Juan el Bautista y de Jesús. Aun entre los que se llaman "pentecostales", pocos toman en serio el modelo pentecostal de vida comunitaria, donde tenían todas las cosas en común y "nadie decía ser suyo propio nada de lo que tenía" (Hch 2:44; 4:32). El mensaje político de la Biblia es sumamente profundo y radical, pero en cuanto a estos partidos, no tiene nada que ver. Por eso, tampoco ofrecen algún programa integral o alguna alternativa al oficialismo del momento, porque no son suficientemente cristianos, evangélicos y bíblicos. Su fracaso peor es su fracaso teológico.

Algo muy peculiar de estos partidos es que ignoran por completo la clásica doctrina evangélica de separación de iglesia y estado. Su error es doble: malentienden la relación entre fe y política y malentienden también la relación entre la iglesia y el estado. En Costa Rica, esto nos ha llevado a la increíble anomalía de un partido protestante que defiende a capa y espada el estado confesional católico de la nación. Esas son contradicciones del tamaño de cualquier megaiglesia.

En realidad, la agenda de estos partidos es muy limitada. En primer lugar está defender los intereses de sus iglesias, por lo que tienden a ser muy sumisos a las autoridades nacionales en el poder. En segundo lugar están ciertos temas sexuales, sobre todo aborto y homosexualidad, manejados muy superficialmente y con un fanatismo que ayuda a consolidar su bloque electoral protestante. El primer objetivo es una especie de egoísmo colectivo que no justifica su presencia en el gobierno, y para el segundo objetivo hay otros que promueven vigorosamente esas causas sin necesidad de partidos y diputados protestantes.

Estos realmente no son partidos cristianos ni evangélicos, sino partidos sectaristas. Sus diputados quedan electos porque hay una población protestante suficientemente grande para votar monolíticamente por ellos. Pero si un cristiano o una cristiana tiene una visión para el país y quiere servir a la patria, debe lanzarse de candidato en uno de los partidos nacionales y competir electoralmente con los demás aspirantes. Con los diputados protestantes que hemos tenido, lo más seguro es que ni llegan a postularse, mucho menos quedarían electos. Y qué bueno sería que tuviéramos auténticos cristianas y cristianas, competentes y bien informados, presentes como levadura y semilla en los clásicos partidos del país.

Es claro que nuestros países necesitan urgentemente una voz profética y un aporte cristiano a la política. Pero no lo van a recibir de estos partidos sectarios seudo-evangélicos. Estos partidos son un anti-testimonio.

En resumen, para responder a nuestra pregunta: ¿Para qué sirven los partidos políticos protestantes?

La respuesta es fácil. Sirven para elegir diputados protestantes.

¿Y para qué sirven esos diputados protestantes?... ¡Buena pregunta!



* Publicado en Juanstam.com, 27.01.18. Juan Stam fue un teóologo cristiano evangélico estadounidense nacionalizado costarricense.

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