“Todo huele a podrido en Chile”




Vicente Huidobro miraba Chile en 1925 y se planteaba críticamente acerca de algunos aspectos del país. El punto es si hoy, casi un siglo más tarde, con el espectáculo del patriotismo de septiembre aún fresco y frente al desafío de elaborar una nueva Constitución, ¿qué tanto ha variado la situación que denunciara el poeta?


§§§


(Fragmento)

Vicente Huidobro

Y así vienen, así se dejan caer sobre nosotros; las inmensas riquezas de nuestro suelo son disputadas a pedazos por las casas extranjeras y ellos viendo la indolencia y la imbecilidad troglodita de los pobladores del país, se sienten amos y les tratan como a lacayos, cuando no como a bestias. Ellos fijan los precios de nuestros productos, ellos fijan los precios de nuestra materia prima al salir del país y luego nos fijan otra vez los precios de esa misma materia prima al volver al país elaborada. Y como si esto fuera poco, ellos fijan el valor cotidiano de nuestra moneda.

Vengan los cuervos. Chile es un gran panizo. A la chuña, señores, corred todos, que todavía quedan migajas sobre la mesa.

¡Es algo que da náuseas!

Chile aparece como un inmenso caballo muerto, tendido en las laderas de los Andes bajo un gran revuelo de cuervos.

El poeta inglés pudo decir: “Algo huele a podrido en Dinamarca”, pero nosotros, más desgraciados que él, nos veremos obligados a decir: “Todo huele a podrido en Chile”. Un gran banquero alemán decía en una ocasión a un ex Encargado de Negocios de Chile en Austria: “Los políticos chilenos se cotizan como las papas”, y un magnate de las finanzas francesas decía otra vez, y esto lo oí yo: “Desde que a los políticos argentinos les dio por ponerse honrados, el gran panizo para los negocios es Chile”.

Y esos prohombres de la política chilena, esos señores que entregarían el país maniatado por una sonrisa de Lord Curzon y unos billetes de Guggenheim, no se dan cuenta que cada vez que esos hombres les dan la mano, les escupen el rostro.

¡Qué desprecio deben sentir los señores del cobre por sus abogados!

¡Qué asco debe sentir en el fondo de su alma en el amo de nuestras fuerzas eléctricas por los patrióticos tinterillos que defienden sus intereses en desmedro de los intereses del país! Y no es culpa del extranjero que viene a negocios en nuestra tierra. Se compra lo que se vende; en un país en donde se vende conciencias, se compra conciencias. La vergüenza es para el país. El oprobio es para el vendido, no para el comprador.

Frente a la antigua oligarquía chilena, que cometió muchos errores, pero que no se vendía, se levanta hoy una nueva aristocracia de la banca, sin patriotismo, que todo lo cotiza en pesos y para la cual la política vale tanto cuanto sonante pueda sacarse de ella. Ni la una ni la otra de estas dos aristocracias ha producido grandes hombres, pero la primera, la de los apellidos vinosos, no llegó nunca a la impudicia de esta obra de los apellidos bancosos. La historia financiera de Chile se resume en la biografía de unos cuantos señores que asaltaban el erario nacional, como Pancho Falcato asaltaba las casas de una hacienda. Pero aquéllos más cobardes que éste, porque el célebre bandido por los menos exponía su pellejo.

¡Pobre Chile! Un país que ha tenido por toda industria el aceite de Santa Filomena y los dulces de la Antonia Tapia.

(Chile tiene hierro, Chile entero es un gran bloque de hierro y no posee altos hornos. La Argentina no tiene hierro y tiene altos hornos). 



* Fragmento de "Balance patriótico", publicado originalmente en revista Acción el 8 de agosto de 1925.

Los Romanov chilenos




Hoy se cumple un año del 18 de octubre de 2019 y seguimos igual. Para sopesar la situación del país, tome Ud. en cuenta que la columna abajo compartida es del 2013... ¡Y sigue vigente! La élite se mantiene ciega a la realidad y autoconvencida de que las personas protestan por una sed de violencia irracional, un singular pasatiempo o una inexplicable insatisfacción ante su evidente bienestar y oportunidades.

La élite vive en un Chile que no existe y, peor aún, ellos no quieren conocer el verdadero país. Según el Estudio «Percepciones sobre desigualdad en la élite chilena», para nuestra élite la clase baja sería el 25% de la población, la clase media el 57% y los acomodados un 18%; siendo que para la CASEN sería de 52%, 43% y 5% respectivamente.

Sin embargo, la situación es aún peor al tomar en cuenta que, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos 2020 del INE, el promedio de los salarios es de $635.134 y la mediana de $420.000. En concordancia con ese exiguo nivel de sueldos, las investigaciones de Pablo Pérez --Dr. en Sociología e investigador en el Centro de Estudios del Conflicto y Cohesión Social-- dan cuenta de que la realidad del país es todavía más negativa que la expuesta por la CASEN: 77% de clase baja, 20% de clase media y 3% de clase alta.

Los datos del Chile real destruyen las fantasías de la élite acerca de que el capitalismo de mercado construyó una nación de clase media y pletórica de oportunidades. Aún así, tal como la nobleza rusa de principios del siglo XX, no quieren darse por enterados de sus groseros errores de juicio sobre su propio país... ni tampoco aprender de la historia rusa.


§§§


En 1905 la Rusia zarista sufrió una humillante derrota a manos de Japón, a lo que se sumó una compleja situación económica, social y política interna, todo lo cual terminó provocando serios estallidos sociales. La respuesta de la élite a la crisis fue una mezcla de represión y reformas. Los Romanov, desde la inconsciencia de su lujosa vida aristocrática, dejaron la solución en los fusiles y en las medidas políticas para calmar los fervores del insurrecto populacho. La acción represiva armada nos la recuerda “El acorazado Potemkin”, la clásica película de Sergei Eisenstein; la otra parte de la “solución” fueron diversas medidas “parche” que, a la larga, terminaron asentando el statu quo.

Con la represión y asesinando a su propio pueblo, más algunas políticas que supuestamente escondían “buenas” intenciones, los Romanov y en general la nobleza rusa creyó sortear la situación… al menos por unos años. Su desidia como líderes, su evidente desinterés por su propio pueblo y su asombrosa incapacidad para entender la situación de su nación, les costó muy caro. Como bien sabemos, toda la familia real terminó fusilada en 1918 en Ekaterimburgo. Por su parte, el resto de la nobleza, la aristocracia y la burguesía urbana y rural no terminaron mucho mejor.

¿Y a qué viene todo esto?... Sencillamente me recordó Chile. Por supuesto, más de alguien dirá que exagero y lo puedo conceder. Pero, también no puedo dejar de pensar que la autocomplacencia debe haber sido la actitud de los Romanov y del resto de la malograda élite rusa de principios del siglo pasado. Ellos en realidad fueron, para usar una frase conocida, quienes en realidad “le pavimentaron el camino al comunismo” con su propio egoísmo y miopía.

De un tiempo a esta parte, vemos en Chile una verdadera explosión de demandas sociales. Un pueblo que todo indicaba era manso, obediente y hasta satisfecho con el “exitoso” modelo chileno, ha mostrado otra cara. ¡Por fin una digna y decidida! Para quienes consideramos las cifras económicas macro desagregadas y observamos la vida diaria, no puede ser una sorpresa. Un pueblo normal no podía aguantar eternamente una situación tal de carencia de derechos, abuso legalizado y precariedad cotidiana. Por más que los medios y la academia les vengan insistiendo que deberían sentirse orgullosos de ser un supuesto ejemplo para el mundo y que sus condiciones de vida son envidiables.

Hace muchos años que diversos datos muestran la carencias en la vida de una inmensa mayoría de chilenos y chilenas, ciudadanos de uno de los países más desiguales del mundo. Por dar sólo un ejemplo, según la Encuesta Laboral 2011 del Gobierno de Chile, un 66,8 % de los trabajadores ganan menos de $516 mil brutos. Es decir, a esa cifra se le debe descontar un 7% de aporte al sistema de salud y un 11 % de aporte al sistema de pensiones: ¡hablamos de $423 mil líquidos! (US $835) Escuálida cantidad con la que más de los dos tercios de los trabajadores deben sobrevivir en un país donde todo se cobra… y caro, y con un Estado que casi no apoya a su ciudadanía.

A esa magra situación, ya sabemos que hay que sumar una institucionalidad que protege y reproduce una discriminación hiperpositiva a favor de los millonarios y las grandes compañías. Y, por si ya no fuera demasiado, esa institucionalidad mantiene un sistema de abuso descarado e indefensión ciudadana.

Mas, nada de eso logra hacer ver la realidad a las élites económicas del país y tampoco hace mella en quienes les administran el fundo: la dirigencia de la megacoalición neoliberal. La brutalidad de las declaraciones de un empresario naviero acerca de que las protestas sociales se debían a una especie de ambición ilimitada de la rotada, las increíbles opiniones del presidente de la banca respecto de la honestidad de dicha industria usurera o el descaro de los empresarios de la educación que de esconder su lucrativa violación de la ley pasaron al ataque y terminaron legitimando tal infracción, no por extravagantes son menos arquetípicas del pensamiento miope y avaricioso de nuestros Romanov criollos.

Como espejo de la postura de sus patrones, el ala derechista dura de la megacoalición no ceja un milímetro en su defensa del modelo y la institucionalidad. Por su parte, el ala neoliberal con rostro humano viene voceando un ofertón reformista, pero la experiencia de sus cuatro gobiernos nos recuerda que sería muy inocente creerles. Esa postura transversal se expresa asimismo en la demonización de las candidaturas extra megacoalición, todas ellas estigmatizadas desde los serviles medios de comunicación como irresponsables, populistas y extremistas… cuando sólo recogen cuestiones tan básicas como que la ciudadanía tenga derechos. En Chile estamos tan, pero tan mal, que proponer políticas similares a algunas canadienses, belgas, francesas o danesas es ser “ultra”.

Como en la Rusia de 1905, seguir el camino de la derecha dura llevaría a una cada vez mayor confrontación, mientras que la experiencia nos sugiere que la vía del neoliberalismo con rostro humano echaría la basura bajo la alfombra por un tiempo más. Sin embargo, todo indica que los dueños del país no tienen la más mínima intención de introducir cambios y, al mismo tiempo, pareciera que no están los tiempos para usar a sus matones de uniforme… Sólo espero que, tal como a la élite rusa, su evidente desinterés por su propio pueblo y su asombrosa incapacidad para sopesar la situación de su nación, no les cueste tan caro.

Ya que los patroncitos nos han demostrado con creces su calidad moral, ¿alguien tendría la gentileza de recomendarles leer historia?


Presidente Sebastián Piñera, uno de los hombres más ricos de Chile, reunido con la patronal Confederación de la Producción y el Comercio (CPC).



* Publicado en Piensa Chile, 07.07.13.

Imperialismo, imperialisma, imperialisme




A pesar de la obviedad de la inexistencia de un feminismo, como un único colectivo homogéneo o un solo cuerpo de ideas cerrado y acabado, nunca está de más recordarlo y remarcarlo.

En ese sentido, si ya se tienen diversas agrupaciones y vertientes en el feminismo occidental, debe considerarse que también existen grupos e ideas feministas fuera de Occidente. Intelectuales, militantes y colectivos con culturas, particularidades y problemas que distan de los de las mujeres blancas occidentales. Por eso mismo, estas mujeres rechazan la universalización de una supuesta esencia femenina única y con mayor razón si, explícita o implícitamente, se asume que dicha esencia es de tipo occidental.

Como ejemplo de esos otros feminismos no occidentales y puntualmente indígenas, que se niegan a ser considerados o asumir el rol de meros seguidores o repetidores de las intelectuales, militantes y colectivos occidentales, dejo algunos párrafos de Linda Tuhiwai Smith, Ph.D. en Educación, vicecanciller maori en la Universidad de Waikato e investigadora indígena.


§§§


Linda Tuhiwai Smith


Teóricos feministas postestructuralistas y psicoanalistas recientes han argumentado en oposición a las afirmaciones de generaciones anteriores de feministas, las que sostenían que las mujeres como grupo eran diferentes porque su esencia como mujeres era fundamental e innegablemente diferente, y que por lo tanto su ‘hermandad’ sería un lugar de encuentro natural para todas las mujeres. Pedagógicamente, el esencialismo fue atacado por su suposición de que por esta esencia era necesario ser mujer y experimentar la vida como mujer antes de poder analizar o entender la opresión de la mujer. Las mujeres del Tercer Mundo y las mujeres de color también atacaron esa suposición porque negaba el impacto de imperialismos, racismos e historias locales sobre las mujeres que eran diferentes a las mujeres blancas que vivían en naciones del Primer Mundo (...)

...en la política de las mujeres indígenas existe una continua resistencia a la manera en que las feministas occidentales han tratado de definir los asuntos de las mujeres indígenas y de categorizar las posiciones en que las mujeres indígenas deben ser ubicadas. Los intentos de examinar el patriarcado sin referirse al imperialismo y al racismo son siempre reenmarcados como análisis inadecuados por mujeres indígenas y, por supuesto, por mujeres de otras minorías. De manera semejante, también se resisten a las medidas en las que se ataca a la cultura indígena o los hombres indígenas ‘como grupo’, debido a que las mujeres indígenas consideran que los problemas son mucho más complejos y el objetivo del análisis está siempre enfocado en resolver problemas. Al final, los hombres y las mujeres indígenas tienen que vivir juntos en un mundo en el que ambos géneros son atacados (...)

Uno de los retos más importantes para el feminismo blanco provino de las mujeres descritas diversamente como ‘mujeres de color’, ‘mujeres del tercer mundo’, ‘mujeres negras’ y ‘mujeres indígenas’. Estos grupos de mujeres desafiaron las suposiciones del movimiento de mujeres blancas/occidentales de que todas las mujeres compartían algunas características universales y de que sufrían opresiones universales, las cuales podrían ser entendidas y descritas por un grupo de mujeres del mundo académico predominantemente blancas y con formación occidental.



* Las citas extrajeron desde A descolonizar las metodologías. Investigación y pueblos indígenas.

La absurda "legalidad" española de la invasión y conquista




Nota preliminar

Durante la conquista de América algunos teólogos pensaron que despojar a los indios de sus tierras, sin aviso ni derecho legal, ponía en peligro la “salvación eterna” de los Reyes de España. La solución a este dilema fue el Requerimiento. Escrito para ser leído frente a los enemigos antes de que comenzara la batalla, el documento les da la oportunidad de someterse pacíficamente a la autoridad de los reyes de Castilla.

Concluye que si los indios no aceptan la autoridad real, entonces serán culpables de “las muertes y daños que de ello se siguiesen”.

En muchas ocasiones los españoles cumplieron con la exigencia legal de leer el texto antes de atacar a los indios. Lo hacían desde barcos o desde la cumbre de una colina, a grandes distancias de los indios, a veces en castellano y otras en latín. Luego, un notario certificaba por escrito que los indios habían sido advertidos.

Sobre el Requerimiento dijo fray Bartolomé de las Casas: “Es una burla de la verdad y de la justicia y un gran insulto a nuestra fe cristiana y a la piedad y caridad de Jesucristo, y no tiene ninguna legalidad”.

El Requerimiento se usó durante décadas.


§§§



De parte del rey, don Fernando, y de su hija, doña Juana, reina de Castilla y León, domadores de pueblos bárbaros, nosotros, sus siervos, os notificamos y os hacemos saber, como mejor podemos, que Dios nuestro Señor, uno y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de quien nos y vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes y procreados, y todos los que después de nosotros vinieran. Mas por la muchedumbre de la generación que de éstos ha salido desde hace cinco mil y hasta más años que el mundo fue creado, fue necesario que los unos hombres fuesen por una parte y otros por otra, y se dividiesen por muchos reinos y provincias, que en una sola no se podían sostener y conservar.

De todas estas gentes Dios nuestro Señor dio cargo a uno, que fue llamado san Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese señor y superior a quien todos obedeciesen, y fue cabeza de todo el linaje humano, dondequiera que los hombres viniesen en cualquier ley, secta o creencia; y diole todo el mundo por su Reino y jurisdicción, y como quiera que él mandó poner su silla en Roma, como en lugar más aparejado para regir el mundo, y juzgar y gobernar a todas las gentes, cristianos, moros, judíos, gentiles o de cualquier otra secta o creencia que fueren. A este llamaron Papa, porque quiere decir admirable, padre mayor y gobernador de todos los hombres. A este san Pedro obedecieron y tomaron por señor, rey y superior del universo los que en aquel tiempo vivían, y así mismo han tenido a todos los otros que después de él fueron elegidos al pontificado, y así se ha continuado hasta ahora, y continuará hasta que el mundo se acabe.

Uno de los Pontífices pasados que en lugar de éste sucedió en aquella dignidad y silla que he dicho, como señor del mundo hizo donación de estas islas y tierra firme del mar Océano a los dichos Rey y Reina y sus sucesores en estos reinos, con todo lo que en ella hay, según se contiene en ciertas escrituras que sobre ello pasaron, según se ha dicho, que podréis ver si quisieseis.

Así que Sus Majestades son reyes y señores de estas islas y tierra firme por virtud de la dicha donación; y como a tales reyes y señores algunas islas más y casi todas a quien esto ha sido notificado, han recibido a Sus Majestades, y los han obedecido y servido y sirven como súbditos lo deben hacer, y con buena voluntad y sin ninguna resistencia y luego sin dilación, como fueron informados de los susodichos, obedecieron y recibieron los varones religiosos que Sus Altezas les enviaban para que les predicasen y enseñasen nuestra Santa Fe y todos ellos de su libre, agradable voluntad, sin premio ni condición alguna, se tornaron cristianos y lo son, y Sus Majestades los recibieron alegre y benignamente, y así los mandaron tratar como a los otros súbditos y vasallos; y vosotros sois tenidos y obligados a hacer lo mismo.

Por ende, como mejor podemos, os rogamos y requerimos que entendáis bien esto que os hemos dicho, y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo, y reconozcáis a la Iglesia por señora y superiora del universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y al Rey y reina doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a superiores y reyes de esas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación y consintáis y deis lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho.

Si así lo hicieseis, haréis bien, y aquello que sois tenidos y obligados, y Sus Altezas y nos en su nombre, os recibiremos con todo amor y caridad, y os dejaremos vuestras mujeres e hijos y haciendas libres y sin servidumbre, para que de ellas y de vosotros hagáis libremente lo que quisieseis y por bien tuvieseis, y no os compelerán a que os tornéis cristianos, salvo si vosotros informados de la verdad os quisieseis convertir a nuestra santa Fe Católica, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas, y allende de esto sus Majestades os concederán privilegios y exenciones, y os harán muchas mercedes.

Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como Sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de Sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen.

Y de como lo decimos y requerimos pedimos al presente escribano que nos lo dé por testimonio signado, y a los presente rogamos que de ello sean testigos.

FIN


Nota:

Redactado por Juan López de Palacios: Jurista y consejero real, quien se encargaba de sustentar la justicia de las empresas reales (“sastre jurídico”). Su obra De Justitia et Jure obtentionis ac retentionis regni Navarrae, fue la apología final de la conquista de Navarra. Autor también del Tratado de las Islas (1512), e inspirador de la legislación española para América, recogió ampliamente el concepto de la “inmadurez” de los indígenas, los cuales debían ser protegidos, como tiernos vástagos, hasta de sus propios defectos.




* El texto fue extraído del sitio ciudadseva.com.

¿Qué hacemos con Carabineros?




Van tres ministros del Interior durante el gobierno de Piñera: Andrés Chadwick, Gonzalo Blumel y Víctor Pérez. Y siguen las acciones criminales de Carabineros, una entidad dependiente de dicho Ministerio, para enfrentar las manifestaciones ciudadanas. Seguimos preguntándonos qué es peor: ¿Carabineros se manda solo o La Moneda ordena los crímenes y ellos obedecen sin chistar y hasta con gusto?

Con respecto al menor de edad que ayer viernes 2 de octubre fue empujado por un policía de FFEE al lecho del río Mapocho en el puente Pío Nono, en contradicción a las imágenes disponibles, Carabineros señala que el joven "perdió el equilibrio" cuando iba a ser detenido. Fuera de esa explicación insólita, los efectivos policiales se retiraron sin socorrerlo.

Esta columna es de noviembre de 2019... y, lamentablemente, sigue vigente.


§§§


A pocos minutos de comenzar el toque de queda, tres funcionarios de Carabineros le solicitan su carné a un ciudadano en la calle… a lumazo limpio. La persona en cuestión caminaba por un barrio acomodado y es un joven abogado, derechista en verdad democrático y liberal, blanquito y con una pinta que está lejos de la de un saqueador. ¿Por qué tanta explicación? Ya sabrá el lector que en un país tan clasista, la apariencia, esa especie de carné socioeconómico, no es un detalle; tampoco lo es el barrio. Entonces, ya se imaginará Ud. cómo pudo ser y está siendo la represión en otros sectores menos o no acomodados.

En el marco de las actuales movilizaciones, a raíz de agresiones de funcionarios de Carabineros, según el Colegio Médico y la Sociedad Chilena de Oftalmología, van casi 180 personas con lesión o trauma en sus ojos: "El 60% padeció una disminución severa de la visión, mientras que casi el 30% [unas 54 personas] quedó completamente ciega en un ojo" . E, incluso, ya tenemos a un joven ciego por disparos de Carabineros: Gustavo Adolfo Gatica Villarroel, estudiante de psicología de 22 años.

Estamos ante un infame récord mundial del país... En serio. Le ganamos por lejos nada menos que a un régimen tan deleznable como el israelí: “La única estadística mundial que se acerca un poco a lo que hemos visto en Chile, es de Israel, donde hubo 154 pacientes con ojos lesionados, pero en seis años”.

Todos los que hemos participado de alguna forma en las movilizaciones, hemos sido testigos directos del violento actuar de Carabineros. El cual no se atiene para nada a lo que el presidente Piñera indicó a la BBC como un protocolo establecido de cómo deben “funcionar las fuerzas policiales”: “En primer lugar, tienen que tratar de actuar solo con su presencia. Luego, deben intentar convencer a las personas cuando están cometiendo disturbios y luego, solo en casos extremos y de manera proporcional, pueden usar gases lacrimógenos o agua”.

Haya Ud. ido o no a una marcha, a estas alturas habrá visto en redes sociales innumerables videos del verdadero actuar de nuestra policía y muchas veces sin su identificación oficial u ocultándola: apaleos, incluso a personas ya reducidas; uso indiscriminado de gases, hasta dentro de viviendas; atropellamientos; trato agresivo, prepotente y hasta grosero; detenciones arbitrarias; golpes a quienes los graban con sus teléfonos; etc. Todo ello Carabineros se lo ha hecho a personas que ejercían su derecho constitucional a manifestarse pacíficamente y ni siquiera alteraban el orden o impedían el libre tránsito de automóviles. Es más, la policía uniformada ha agredido a niños.[1]

En lo personal, de todo lo que he visto, se quedaron en mi memoria dos hechos. El “callejón oscuro” de lumazos que una docena de funcionarios le infligieron a ciudadanos y ciudadanas absolutamente pacíficas que fueron obligadas a bajar la escalera de una calle de Valparaíso mientras eran golpeadas. Y el lanzamiento de una lata de gas en Concepción a personas que se manifestaban sentadas en una plaza.

La no por triste menos irónica guinda de la torta, fue la agresión que sufrió una propia funcionaria policial vestida de civil a manos de sus compañeros institución. Un ejemplo que sí es generalizable del actuar de Carabineros y que deja fuera de juego a los defensores de una supuesta conducta de los funcionarios policiales ajustada a sus protocolos y, más relevante aún, a derecho.[2]

No obstante, si ya todo lo anterior es inaceptable e injustificable en un régimen democrático, la pregunta que se puede hacer es si estamos ante una situación puntual. Lamentable y preocupantemente la experiencia nos dice que no. Más allá de la actual discusión de si estamos o no frente a una violación sistemática de los DDHH por parte del Estado a través de Carabineros, todo indica que podemos identificar una especie de cultura de la violencia irracional, ilegítima, cobarde y criminal entre los funcionarios de la policía uniformada.

¿Exagerado cree Ud.? Preguntémosle a los mapuches por ejemplo y la impunidad respecto a ocho personas asesinadas por Carabineros en democracia, fuera de otras agresiones cotidianas que no han terminado en muertes. O preguntémosle a inmigrantes pobres, travestis, prostitutas, jóvenes de sectores marginados, vendedores ambulantes, etc.

El que todo indique que en Carabineros existe una cultura del matonaje criminal y cobarde, vienen a sumarse a lo menos otros dos hechos gravísimos: un fraude de cifras estratosféricas de los altos mandos (que podemos dudar si no era de público conocimiento entre las y los funcionarios de la institución) y el montaje para inculpar a inocentes conocido como “Operación Huracán”.

Cuando hablamos de una cultura es importante recordar que el problema va más allá de que porcentualmente puedan no ser “tantos” las y los funcionarios involucrados en comparación al número total de quiénes pertenecen a la institución. Porque se trata de una manera de pensar y de valores que se manifiestan en las labores policiales cotidianas.[3]

Las movilizaciones llegarán a su fin (esperamos que con éxito por supuesto), pero Carabineros seguirá existiendo y cumpliendo funciones en la calle, armados y con el derecho a ejercer violencia. Entonces, ¿qué hacemos con Carabineros? Creo que es otra de las cosas que debemos exigirle al Estado: su profunda transformación e incluso su disolución y reemplazo por una nueva fuerza policial. Una que realmente sea controlada por el Estado y no tenga la actual amplia autonomía heredada de la dictadura cívico-militar, la cual no se condice con un régimen democrático. El matonaje cobarde de estos días podrá olvidarse, pero ello no hace desaparecer el problema de fondo de la falta de probidad, profesionalismo y no respeto de los DDHH.

En la actual coyuntura de atropellos y crímenes contra los DDHH nadie ha renunciado, ni siquiera han pedido perdón. Y hablo del oficial a cargo de Fuerzas Especiales, del General Director, del subsecretario de Carabineros, del subsecretario y ministro del Interior... y ni qué hablar del presidente. Aunque, como muchas otras cosas que hoy se alegan, no es un problema de éste gobierno; también se arrastra desde la recuperación de la democracia.

Más allá de las actuales circunstancias, una sociedad estatal como la nuestra requiere de una policía que mantenga el orden público legítimo y por medios legítimos. Incluso, quiero creer que muchos de los propios carabineros y carabineras desean hacer bien su trabajo y recobrar el respeto que alguna vez la ciudadanía les tenía.

A pesar de que hoy lo urgente tiene primacía sobre lo importante, no olvidemos a Carabineros.


NOTAS:

[1] Nancy Yáñez, académica de la Universidad de Chile y directora del Centro de DDHH de la Facultad de Derecho de dicho establecimiento, comentó en una mesa redonda en la Universidad, que en algunas comisarías sujetos no identificados de “civil” han intimidado a defensores de dicho Centro y a personas que denuncian violaciones a los DDHH por parte de carabineros.

[2] Por ahora han sido formalizados solo 14 funcionarios nada menos que por torturas y uno por dispararles perdigones a estudiantes dentro del Liceo 7. Imaginamos que, evidentemente, deberían haber muchas más formalizaciones.

[3] Recordemos a los policías y militares del régimen nazi que eran considerados “normales”, no como sádicos asesinos de tiempo completo, y no obstante llegado el momento ejecutaron crímenes atroces.



* Publicado en El Clarín de Chile, 11.11.19.

La universidad-empresa y los estudiantes-clientes




Nuccio Ordine


1. La retirada del Estado

Antes de pasar a leer algunas páginas de los grandes clásicos de la literatura, quisiera detenerme un momento en los efectos catastróficos que la lógica del beneficio ha producido en el mundo de la enseñanza. Martha Nussbaum, en su hermoso libro Sin fines de lucro, nos ha proporcionado hace poco un elocuente retrato de esta progresiva degradación. En el curso de la última década en buena parte de los países europeos, con alguna excepción como Alemania, las reformas y los continuos recortes de fondos financieros han trastornado —sobre todo en Italia— la escuela y la universidad. De manera progresiva, pero muy preocupante, el Estado ha iniciado un proceso de retirada económica del mundo de la enseñanza y la investigación básica. Un proceso que ha determinado también, en paralelo, la secundarización de las universidades. Se trata de una revolución copernicana que en los próximos años cambiará radicalmente la función de los profesores y la calidad de la enseñanza.

Casi todos los países europeos parecen orientarse hacia el descenso de los niveles de exigencia para permitir que los estudiantes superen los exámenes con más facilidad, en un intento (ilusorio) de resolver el problema de los que pierden el curso. Para lograr que los estudiantes se gradúen en los plazos establecidos por la ley y para hacer más agradable el aprendizaje no se piden más sacrificios sino, al contrario, se busca atraerlos mediante la perversa reducción progresiva de los programas y la transformación de las clases en un juego interactivo superficial, basado también en la proyección de diapositivas y el suministro de cuestionarios de respuesta múltiple.

Pero hay algo más. En Italia, donde el problema de los que pierden el curso alcanza dimensiones preocupantes, las universidades que logran el objetivo de graduar un estudiante en los años previstos por la ley reciben el premio de una financiación ad hoc. Los centros que, por el contrario, no satisfacen los protocolos ministeriales sufren sanciones. De este modo, si se matriculan mil estudiantes en el año 2012, mil graduados deberán tener su título al final del trienio. Una aspiración noble y legítima si a los legisladores, además de la quantitas, les interesara también la qualitas. Por desgracia, sin embargo, renunciando a evaluar con qué competencias reales concluyen su ciclo de estudios los nuevos titulados, el mecanismo en acto se transforma en una estratagema que empuja a las universidades —cada vez más comprometidas por la penuria de fondos en la búsqueda poco escrupulosa de subvenciones— a hacer lo imposible para producir nuevas hornadas de titulados.


2. Los estudiantes-clientes

A los estudiantes, como ha subrayado Simón Leys en una lección sobre la decadencia del mundo universitario, en algunos centros canadienses se los considera ya como clientes. El mismo resultado se desprende también de una minuciosa investigación sobre el funcionamiento de una de las más importantes universidades privadas del mundo. En Harvard, según informa Emmanuel Jaffelin en Le Monde del 28 de mayo de 2012, las relaciones entre profesores y estudiantes parecen fundarse sustancialmente en una suerte de clientelismo: «Dado que paga muy cara la matrícula en Harvard, el estudiante no sólo espera de su profesor que sea docto, competente y eficaz: espera que sea sumiso, porque el cliente siempre tiene razón». En otros términos: las deudas contraídas por los alumnos estadounidenses para financiar sus estudios, cercanas a los mil millardos de dólares, los obligan a ir «más a la búsqueda de ingresos que de saber».

En efecto, el dinero que los matriculados vierten en las arcas universitarias ocupa un puesto de primer rango en los presupuestos elaborados por los rectores y los consejos de administración. Y este dato comienza a cobrar gran importancia también en los centros estatales, donde se intenta atraer a los estudiantes por todos los medios, hasta el punto de promover, como sucede con los automóviles y los productos alimenticios, verdaderas y genuinas campañas publicitarias. Las universidades, por desgracia, venden diplomas y grados. Y los venden insistiendo sobre todo en el aspecto profesionalizado esto es, ofreciendo cursos y especializaciones a los jóvenes con la promesa de obtener trabajos inmediatos y atractivos ingresos.


3. Las universidades-empresas y los profesores-burócratas

Institutos de secundaria y universidades, en definitiva, se han transformado en empresas. Nada que objetar, si la lógica empresarial se limitase a suprimir los despilfarros y a rechazar las gestiones demasiado alegres de los presupuestos públicos. Pero, en esta nueva visión, el cometido ideal de los directores de instituto y rectores parece ser sobre todo el de producir diplomados y graduados que puedan insertarse en el mundo mercantil. Desposeídos de sus habituales vestimentas de docentes y forzados a ponerse las de gestores, se ven en la obligación de cuadrar las cuentas con el fin de hacer competitivas las empresas que dirigen.

También los profesores se transforman cada vez más en modestos burócratas al servicio de la gestión comercial de las empresas universitarias. Pasan sus jornadas llenando expedientes, realizando cálculos, produciendo informes para (a veces inútiles) estadísticas, intentando cuadrarlas cuentas de presupuestos cada vez más magros, respondiendo cuestionarios, preparando proyectos para obtener míseras ayudas, interpretando circulares ministeriales confusas y contradictorias. El año académico transcurre velozmente al ritmo de un incansable metrónomo burocrático que regula el desarrollo de consejos de todo tipo (de administración, de doctorado, de departamento, de curso de graduación) y de interminables reuniones asamblearias.

Parece que nadie se preocupa, como debería, de la calidad de la investigación y la enseñanza. Estudiar (a menudo se olvida que un buen profesor es ante todo un infatigable estudiante) y preparar las clases se convierte en estos tiempos en un lujo que hay que negociar cada día con las jerarquías universitarias. No nos damos ya cuenta de que separando completamente la investigación de la enseñanza se acaba por reducir los cursos a una superficial y manualística repetición de lo existente.

Las escuelas y las universidades no pueden manejarse como empresas. Contrariamente a lo que pretenden enseñarnos las leyes dominantes del mercado y del comercio, la esencia de la cultura se funda exclusivamente en la gratuidad: la gran tradición de las academias europeas y de antiguas instituciones como el Collège de France (fundado por Francisco I en 1530) —sobre cuya importancia para la historia de Europa ha insistido recientemente Marc Fumaroli en Nápoles, en una apasionada conferencia dictada en la sede del Istituto Italiano per gli Studi Filosofici— nos recuerda que el estudio es en primer lugar adquisición de conocimientos que, sin vínculo utilitarista alguno, nos hacen crecer y nos vuelven más autónomos. Y la experiencia de lo que aparentemente es inútil y la adquisición de un bien no cuantificable de inmediato se revelan inversiones cuyos beneficios verán la luz en la longue durée.

Sería absurdo cuestionar la importancia de la preparación profesional en los objetivos de las escuelas y las universidades. Pero ¿la tarea de la enseñanza puede realmente reducirse a formar médicos, ingenieros o abogados? Privilegiar de manera exclusiva la profesionalización de los estudiantes significa perder de vista la dimensión universal de la función educativa de la enseñanza: ningún oficio puede ejercerse de manera consciente si las competencias técnicas que exige no se subordinan a una formación cultural más amplia, capaz de animar a los alumnos a cultivar su espíritu con autonomía y dar libre curso a su curiositas. Identificar al ser humano con su mera profesión constituye un error gravísimo: en cualquier hombre hay algo esencial que va mucho más allá del oficio que ejerce. Sin esta dimensión pedagógica, completamente ajena a toda forma de utilitarismo, sería muy difícil, ante el futuro, continuar imaginando ciudadanos responsables, capaces de abandonarlos propios egoísmos para abrazar el bien común, para expresar solidaridad, para defender la tolerancia, para reivindicar la libertad, para proteger la naturaleza, para apoyar la justicia.

En una apasionada página de los Pensamientos de Montesquieu es posible hallar una escala de valores que suena como una necesaria invitación a superar todo perímetro demasiado limitado para elevarse cada vez más hacia los infinitos espacios de lo universal:
Si supiera alguna cosa que me fuese útil y que resultara perjudicial para mi familia, la expulsaría de mi mente. Si conociera alguna cosa útil para mi familia, pero que no lo fuese para mi patria, trataría de olvidarla. Si conociera alguna cosa útil para mi patria, pero perjudicial para Europa, o útil para Europa y dañina para el género humano, la consideraría un crimen.



* Fragmento extraído del libro La utilidad de lo inútil (2013).




Venta libros "Oikonomía" y "Reforma e Ilustración"

Oikonomía. Economía Moderna. Economías Oferta  sólo venta directa : $ 12.000.- (IVA incluido) 2da. edición - Ediciones ONG Werquehue - 2020 ...