La indecencia del nuevo proceso constitucional




¿Rechazar o anular esta indecencia?... No tengo pruebas, pero tampoco dudas de que los del 62% nos echarán en cara que si no aprobamos estaremos manteniendo la Constitución de Pinochet.

Indecencia. Por donde se le mire... Y en otra oportunidad conversamos acerca de la indecencia de fondo: ¿a quiénes les responden los partidos políticos?


§§§


Germán Correa D.


Cuando las sociedades entran en crisis profundas, suelen darse perversiones que uno no se habría imaginado en tiempos normales, por así decir (aunque lo normal suele ser más una entelequia en una realidad, en todo orden de cosas), arrastrando a todo el mundo que construye y controla tal normalidad a procesos muchas veces deleznables, profundizando la crisis.

Es lo que está sucediendo en estos momentos con la sociedad chilena y el proceso constituyente. Las novedades que trae cada día parecen ser peores que las del día anterior. No sólo el proceso tiene un vicio de origen, al haberse apoderado del mismo los desprestigiados partidos políticos y sus parlamentarios, así como las elites de todos los colores políticos que la inmensa mayoría de la gente rechazó rotundamente 80-20 en el plebiscito de octubre de 2020 para hacer esta tarea, sin ya dejar espacio ni siquiera a la decencia

Ahora se va develando quiénes van a ser los redactores de la nueva Constitución, los famosos “expertos”, donde hay incluso reconocidos cómplices de las violaciones a los derechos humanos ocurridas bajo la dictadura militar que apoyaron incondicionalmente.

En estas circunstancias no puedo dejar de recordar aquel famoso episodio en el Senado de los Estados Unidos, cuando una de las personas convocadas para ser interrogadas por el feroz inquisidor anticomunista, el famoso senador McCarthy, le espetó: “¿Acaso, senador, ha perdido Ud. toda decencia?, frente a lo cual McCarthy enmudeció. Fue el inicio de su derrumbe y también del develamiento de toda la podredumbre fascista que escondía el proceso que encabezó y que casi destruyó la democracia del país del norte. 

La decencia, aunque muchos quizás no lo crean o perciban así, es un valor clave en la política así como en la vida. Cuando se pierde, el resto poco importa.

Eso es lo que está sucediendo con los partidos políticos y sus dirigencias: han perdido la decencia, ya nada los avergüenza y toman como una gran “fiesta democrática” el acto de usurpación de la soberanía popular en que han entrado al levantar la actual alternativa de construcción de una nueva Constitución, pasándose por salva sea la parte la voluntad popular expresada en el plebiscito de octubre de 2020. 

Que por lo demás no será ya una nueva Constitución sino la misma de hoy, remozada, como señala el marco de hierro de los 12 puntos definidos por los parlamentarios dentro de los cuales se tendrá que elaborar este nuevo engendro. Cambiar algo de la actual Constitución, con mucha parafernalia seudodemocrática, para que todo siga igual, la vieja y mañosa estrategia gatopardiana. ¡Qué vergüenza!

Por eso es que no me haré parte de este vergonzoso proceso. Tendré que ir a votar para ”elegir” a unos falsos constituyentes, porque la ley me obliga. Pero anularé con todo mi corazón y toda mi fuerza el voto que emita, con la misma decisión y convicción con que combatí a la dictadura. Y espero que sean cientos de miles de compatriotas que hagan lo mismo, por dignidad.

Llegará en el futuro un día en que la gran mayoría del pueblo chileno haga oír otra vez su voz potente para exigir un nuevo marco institucional, que efectivamente nos permita liberarnos del modelo neoliberal de economía y sociedad imperante, defender de verdad el interés nacional y popular, el medio ambiente y el desarrollo de las personas en su amplia diversidad de intereses. Quizás yo no llegue a verlo, pero estoy convencido que sucederá. 

Porque es un asunto de dignidad personal de cada uno de nosotros y nosotras. Y la dignidad puede ser manipulada y aplastada mucho tiempo y muchas veces, pero no por siempre.



* Publicado por Radio UChile, 27.01.23. Germán Correa D. fue presidente del Partido Socialista y ministro de Estado.

Los jóvenes israelíes no tienen ni idea de la ocupación


Nir Avishai Cohen, de "Gran Hermano" a activista contra la ocupación.
Foto: Gil Eliahu


Nir Avishai Cohen viaja por Israel hablando con jóvenes en programas previos al ejército, buscando educarlos sobre las realidades en los territorios ocupados. "En lo que respecta a la mayoría de ellos, este es solo un término que usan los izquierdistas locos".


Judy Maltz


Un grupo de jóvenes israelíes que se dirigían al ejército se apiñan en una habitación fría en una aldea remota en el norte de Galilea. Están a punto de participar en una actividad que podría ser considerada subversiva por los poderes existentes en Israel en estos días: una discusión franca sobre la ocupación.

Su invitado es un destacado activista contra la ocupación que espera desafiar en las próximas dos horas la creencia generalizada en esta sala de que Israel no puede hacer nada malo. En el transcurso de esta discusión, descubrirá lo poco que saben estos jóvenes de 18 años.

Nir Avishai Cohen, de 41 años, ya ha hablado con miles de jóvenes israelíes en programas de año sabático previos al ejército como este. Sus charlas se centran en las injusticias de la ocupación y en lo que él cree que los nuevos reclutas deben saber antes de partir para servir en Cisjordania, donde es probable que muchos de ellos estén estacionados.

Proporcionar a estos jóvenes israelíes una revisión de la realidad en este momento crucial de sus vidas se ha convertido en la misión de su vida.

Esta es la primera mechina, como se conocen estos programas, que Avishai Cohen visita desde las elecciones de noviembre, que llevaron al poder al gobierno más extremista y religioso de la historia de Israel. De hecho, nunca ha parecido más lejano el fin de la ocupación israelí y un acuerdo de paz con los palestinos.

La mayoría de los jóvenes israelíes que conoce, dice Avishai Cohen, nunca han oído mencionar la palabra “ocupación” en la escuela, y mucho menos les han enseñado lo que significa vivir bajo un sistema así: “En lo que a la mayoría de ellos se refiere, esto es solo un término que usan los izquierdistas locos”.


Status de celebridad

Avishai Cohen, exvocero de Breaking the Silence, una organización de exsoldados de combate dedicada a poner fin a la ocupación, alcanzó el estatus de celebridad hace tres años cuando participó en la popular versión israelí del programa de telerrealidad "Big Brother". Entiende perfectamente que la mayoría de los participantes del programa de año sabático que le invitan a hablar están mucho más interesados ​​en sus experiencias de "Gran Hermano" que en su activismo de izquierda. Pero como le gusta decir: “Iré a hablar donde sea que la puerta esté abierta para mí, y si esta es la forma de entrar, que así sea”.

Este programa particular de año sabático no tiene una base permanente. Más bien, los participantes cambian de ubicación cada pocas semanas. Están pasando la última semana de diciembre y las primeras semanas de enero en Nahf, un pueblo árabe cerca de la ciudad norteña de Karmiel. Su próxima parada será el bloque de asentamientos de Gush Etzion en Cisjordania, por lo que es un momento oportuno para este curso intensivo sobre la historia de Israel posterior a 1967.

Avishai Cohen comienza su charla, como suele hacer, con un poco sobre sí mismo. El punto es asegurarles a estos jóvenes de 18 años, tirados en sillones andrajosos y tapetes en el piso, que a pesar de lo que puedan haber leído en las redes sociales, él no es un anarquista loco o un traidor. Más bien, es un orgulloso patriota israelí que ama a su país no menos que ellos.

Nacido en un pequeño moshav cerca del mar de Galilea en una familia de granjeros, Avishai Cohen pasó su infancia ayudando a su padre a recoger mangos y lichis. Asistió a una escuela administrada por los kibbutzim cercanos, donde, como señala, “estaba claro que todos se alistan en el ejército y se ofrecen como voluntarios para el servicio de combate”.

En una pizarra portátil colocada al frente de la sala, dibuja un mapa aproximado de Israel y los territorios que conquistó en la Guerra de los Seis Días de 1967. Señalando a Gaza, pregunta a las dos docenas de jóvenes israelíes reunidos ante él si saben cuántos palestinos viven en esta estrecha franja de tierra entre Israel y Egipto.

"¿15,000?" se aventura una chica de pelo largo.

“Ni siquiera cerca”, responde Avishai Cohen. "Más de 2 millones".

Cuando pregunta si alguien sabe qué derechos disfrutan los palestinos que viven en Jerusalén Este, si es que tienen alguno, solo uno levanta una mano. Este joven da la respuesta correcta. Sabe que casi ninguno de los 300.000 palestinos que viven en la “Jerusalén unificada”, como los políticos israelíes suelen referirse a la capital, disfruta de la ciudadanía y, como resultado, no puede votar en las elecciones nacionales.

“Pero, ¿por qué deberíamos darles la ciudadanía?” pregunta una mujer joven en un traje de yoga, que ha estado mirando a Avishai Cohen con recelo desde que convirtió la conversación en política. “Este es un país judío. Si les permitimos a todos votar, tendrán mucho más poder”.

Algunos de estos mechinistim, como se conoce a los participantes del programa de año sabático, parecen tener la impresión errónea de que los judíos que viven en los asentamientos de Cisjordania no son ciudadanos israelíes. Otros trabajan bajo la creencia de que Cisjordania es parte del Estado soberano de Israel.

“Odio darles la noticia, pero hasta el día de hoy, el gobierno de Israel no ha anexado ni una mota de tierra en Cisjordania”, les informa Avishai Cohen.

Señala que en la ciudad cisjordana de Hebrón, donde viven unos 800 judíos entre 250.000 palestinos, existen dos sistemas legales. “Digamos que hay dos niños de 10 años tirando piedras a los coches en Hebrón, uno judío y otro palestino. ¿Sabes que el niño judío no será arrestado pero el niño palestino sí? Eso es porque el niño judío está sujeto a la ley civil israelí, mientras que el niño palestino está sujeto a la ley militar, y según la ley militar israelí, incluso un niño de 10 años puede ser arrestado”.

Estos jóvenes israelíes no eran conscientes de eso.

"¿Conoces otro país en el mundo donde una parte de la población estaba sujeta a un conjunto de leyes y otra a un conjunto diferente de leyes?", les pregunta Cohen.

Espera que alguien entienda la referencia a la era del apartheid en Sudáfrica. Nadie lo hace.


Airear la ropa sucia

Para Avishai Cohen, es importante que estos jóvenes israelíes entiendan qué lo convirtió en una especie de renegado. Dos incidentes específicos durante su servicio militar sirvieron como detonantes. En el primero, durante un simulacro realizado en un pueblo de Cisjordania, su unidad recibió la orden de despertar a toda una familia en medio de la noche, sacarlos de su casa y rodearlos a punta de pistola.

“Estas eran personas que no habían hecho nada malo”, recuerda, “y ahí estábamos aterrorizándolos sin ningún motivo”.

En el segundo incidente, su unidad entró una noche en una aldea palestina para arrestar a un presunto terrorista. Temiendo que pudiera estar esperándolos y que hubiera colocado una trampa explosiva en su casa, despertaron a una anciana, vecina del presunto terrorista, y le pidieron que llamara a su puerta. (La Corte Suprema de Israel finalmente prohibió este uso de personas inocentes como escudos humanos).

“Comencé a sentir que había una gran brecha entre lo que estaba haciendo durante mi servicio diario en los territorios ocupados y lo que mi familia pensaba que estaba haciendo allí”, dice Avishai Cohen, explicando por qué finalmente decidió hablar.

La chica que le ha estado lanzando miradas hostiles levanta la mano de nuevo. “Pero, ¿por qué sientes la necesidad de airear los trapos sucios cuando ya tenemos tantos enemigos queriendo destruirnos?” ella pregunta.

"Honestamente", agrega, "creo que es terrible que vayas y ensucies a nuestros soldados en países extranjeros".

Avishai Cohen escucha pacientemente antes de dar su respuesta preparada porque sabía que esto surgiría.

“Mi crítica no es al ejército, sino a los que mandan a los soldados a hacer estas cosas”, dice. “No soy antiisraelí. Estoy en contra de la ocupación. Y hay una gran diferencia”.

Hace varios meses, Avishai Cohen publicó un libro (en hebreo) llamado Cómo me convertí en esto: una historia israelí. Fue inspirado por sus muchas discusiones con jóvenes israelíes como estos a punto de unirse al ejército. En la introducción, explica que cuando le preguntan, como suelen hacer, cómo se volvió “así”, a menudo se refieren a un “odiador de Israel” o “antisionista”.

“No puedo culparlos por pensar de esa manera, porque estos son niños que fueron criados con un mensaje muy simple: que todos los árabes son malos y todos los judíos son buenos”, dice.

Al final de su charla, varios participantes le preguntan en privado dónde pueden comprar un ejemplar de su libro. “Ven conmigo a mi auto”, dice. Tengo algunas copias en el maletero. Será mi regalo para ti. (Justo antes de la fecha de lanzamiento prevista del libro, su editor rescindió el contrato alegando temores de que "molestaría a los clientes". Avishai Cohen finalmente lo autoeditó con la ayuda de una exitosa campaña de financiación colectiva).

Reflexionando sobre su conversación con estos jóvenes israelíes mientras tomaban un café más tarde, el autor dice que no puede criticarlos por ignorar la ocupación. “A menos que vivan allí, muy pocos de ellos pusieron un pie en los territorios ocupados antes de unirse al ejército”, dice. “Y no es como si alguna vez fueran a aprender algo en la escuela sobre lo que sucede allí, porque en lo que respecta al sistema educativo israelí, cuanto menos sepan, mejor. Después de todo, si saben demasiado, podrían comenzar a hacer preguntas”.

Optimista por naturaleza, Avishai Cohen cree que el ascenso de la extrema derecha en última instancia podría resultar una bendición disfrazada para el movimiento contra la ocupación en Israel. “Una vez que las personas comiencen a experimentar una pérdida de derechos dentro de Israel propiamente dicho, lo que muy bien puede suceder con este nuevo gobierno, finalmente podrían comenzar a comprender cómo ha sido para los palestinos vivir bajo ocupación durante todos estos años”.

Al mismo tiempo, teme que para cuando se dé cuenta, ya no se le permitirá actuar en el camino. “Las cosas están cambiando tan rápido ahora en este país que no descarto la posibilidad de que en un futuro no muy lejano, mi libro sea prohibido y dejaré de recibir invitaciones para hablar con jóvenes israelíes”.



* Publicado por Haaretz, 03.01023.

Por una reducción laboral que beneficie a la clase trabajadora y no al capital




Esta columna busca retratar algunos puntos críticos que atentan contra la clase trabajadora y su derecho a empleo de calidad, una jornada adecuada y horas de descanso.


Andrea Sato


El proyecto de ley que reduce la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales --uno de los más importantes del Gobierno-- entra en su recta final tras la aprobación unánime del Senado el pasado 21 de marzo. 

Para que este proyecto obtuviera un amplio respaldo por parte del oficialismo y la oposición se debieron realizar una serie de modificaciones a su propuesta inicial, presentada en el año 2017

Esta iniciativa que busca beneficiar a los y las trabajadoras contiene disposiciones que están en contra del anhelo de bienestar de la clase trabajadora.

Este proyecto crea una falsa ilusión en torno a que puede existir un "acuerdo" entre trabajadores/as y empleadores en torno al pago de horas extras y extensión de jornada. 

Es fundamental recordar que el derecho del trabajo nace con el objetivo de disminuir la brecha de poder que existe entre los dueños de los medios de producción y quienes sólo tienen para vender su fuerza de trabajo, ya que la relación de jerarquía entre empleadores y trabajadores/as es desigual y abusiva. 

Esta columna busca retratar algunos puntos críticos que atentan contra la clase trabajadora y su derecho a empleo de calidad, una jornada adecuada y horas de descanso.

El primer problema del proyecto aprobado es la gradualidad de su implementación. Es un proyecto que se está discutiendo desde el año 2017, si esta iniciativa se transforma en ley y es promulgada el año 2023, los beneficios de la ley se concretarán totalmente el año 2028

Once años son los que esperaría la clase trabajadora para experimentar una rebaja de jornada. En este tiempo, las empresas podrían adoptar medidas para eludir la reducción de jornada para sus trabajadores a partir de diferentes mecanismos como cambios en la relación contractual.

En segundo lugar, este proyecto permite aumentar la jornada a 45 horas llegando a un tope de 52 horas semanales. El trabajador/a puede "acordar" con su empleador que las 40 horas no sean un promedio semanal, sino que estén comprimidas en 4 semanas

En algunas semanas se podrá trabajar más --por ejemplo 52 horas-- y en otras semanas se podrá trabajar menos para llegar al promedio. En este apartado también se permite el no pago de horas extras si el sindicato (si es que existe) así lo acuerda, las horas extras se pueden "compensar" con días adicionales de feriados.

Estos "acuerdos" entre partes en la realidad del trabajo en Chile y el fragmentado poder sindical puede desencadenar en decisiones unilaterales por parte del empleador. ¿Cuál es el poder real de la clase trabajadora ante la imposición de condiciones de jornada por parte del empleador? ¿Un sindicato tiene la fuerza para hacer efectivo el pago de sus horas extras y que no sean compensadas por días feriados en un contexto de bajo valor del trabajo?

Por último, vemos que en este proyecto se concreta un deseo del empresariado que implica "quebrar" la jornada de colación para trabajadores/as de distintos servicios

Esto implica construir dos jornadas de trabajo que deben ser cumplidas por una sola persona. Por ejemplo, una persona que trabaja en un hotel puede comenzar su jornada a las 8:00 terminar su primer turno a las 12:00 y luego debe retornar a las 16:00 a cumplir lo que resta de su jornada hasta las 20:00 horas. 

Esas 4 horas de "colación" no son remuneradas y corta todo el día para el trabajador o trabajadora. Con los largos trayectos que deben hacer los y las trabajadoras para llegar a sus empleos ¿podrán volver a sus casas a descansar esas 4 horas?

Es común ver a jóvenes deambulando especialmente por los barrios altos "haciendo hora" para volver a sus labores ya que sus hogares están alejados de sus lugares de trabajo. ¿Esto es avanzar en bienestar para los y las trabajadoras?

El eterno conflicto entre la vida y el capital se cristaliza en un proyecto donde se blinda al empresariado. Se le da un tiempo excesivo para que acomode sus faenas, se le otorga el poder de presionar a que los trabajadores/as tengan jornadas extenuantes y que trabajen en los horarios que el patrón establece. 

Este proyecto de ley fomenta flexibilidad laboral, desconoce la asimetría de poder entre sindicatos y patronal y construye criterios de horarios que están más vinculados a asegurar la ganancia del capital y no al bienestar de la clase trabajadora.

Avanzar en reducción de jornada laboral es urgente y necesario, pero no se puede hacer a costa de la estabilidad de los y las trabajadoras. El Gobierno debe elegir si celebrar la transversalidad con la derecha empresaria o promover que se hagan cambios estructurales a este proyecto de ley antes de su promulgación que efectivamente favorezcan a la clase trabajadora.



* Publicado en Cooperativa, 22.03.23.

La teoría de la estupidez




Dietrich Bonhoeffer


La estupidez es un enemigo más peligroso del bien que la malicia. Uno puede protestar contra el mal; puede ser expuesto y, si es necesario, impedido por el uso de la fuerza. El mal siempre lleva dentro de sí el germen de su propia subversión en el sentido de que deja en los seres humanos al menos una sensación de malestar. 

Contra la estupidez estamos indefensos. Ni las protestas ni el uso de la fuerza logran nada aquí; las razones caen en oídos sordos; simplemente no es necesario creer en los hechos que contradicen el prejuicio de uno —en esos momentos la persona estúpida incluso se vuelve crítica— y cuando los hechos son irrefutables simplemente se los deja de lado como si fueran intrascendentes, como incidentales. 

En todo esto, la persona estúpida, en contraste con la maliciosa, está completamente satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al lanzarse al ataque. Por esta razón, se requiere mayor cautela que con uno malicioso. Nunca más intentaremos persuadir al estúpido con razones, porque es un sinsentido y peligroso.

Si queremos saber cómo sacar lo mejor de la estupidez, debemos tratar de comprender su naturaleza. Esto es cierto, que en esencia no es un defecto intelectual sino humano. Hay seres humanos que son de un intelecto notablemente ágil pero estúpidos, y otros que son intelectualmente bastante torpes pero todo menos estúpidos. 

Esto lo descubrimos para nuestra sorpresa en situaciones particulares. La impresión que se tiene no es tanto de que la estupidez sea un defecto congénito, sino de que, en determinadas circunstancias, las personas se vuelven estúpidas o permiten que esto les suceda

Observamos además que las personas que se han aislado de los demás o que viven en soledad manifiestan este defecto con menos frecuencia que los individuos o grupos de personas inclinadas o condenadas a la sociabilidad. Y así parecería que la estupidez es quizás menos un problema psicológico que sociológico. Es una forma particular del impacto de las circunstancias históricas sobre los seres humanos, un concomitante psicológico de ciertas condiciones externas. 

Si se observa más de cerca, se hace evidente que cada fuerte ascenso del poder en la esfera pública, ya sea de carácter político o religioso, infecta de estupidez a gran parte de la humanidad. Incluso parecería que esto es virtualmente una ley sociológica-psicológica. El poder de uno necesita la estupidez del otro. El proceso en juego aquí no es que las capacidades humanas particulares, por ejemplo, el intelecto, de repente se atrofien o fallen. En cambio, parece que bajo el impacto abrumador del poder en ascenso, los humanos se ven privados de su independencia interna y, más o menos conscientemente, renunciar a establecer una posición autónoma frente a las circunstancias emergentes. 

El hecho de que el estúpido sea a menudo testarudo no debe cegarnos ante el hecho de que no es independiente. Al conversar con él, uno siente virtualmente que no está tratando en absoluto con una persona, sino con eslóganes, consignas y cosas por el estilo que se han apoderado de él. Está bajo un hechizo, cegado, maltratado y abusado en su propio ser. Habiéndose convertido así en una herramienta sin sentido, la persona estúpida también será capaz de cualquier mal y al mismo tiempo incapaz de ver que es el mal

Aquí es donde acecha el peligro del mal uso diabólico, pues es éste el que puede destruir de una vez por todas a los seres humanos. 

Sin embargo, en este mismo punto se vuelve bastante claro que solo un acto de liberación, no de instrucción, puede vencer la estupidez. Aquí debemos aceptar el hecho de que, en la mayoría de los casos, una liberación interna genuina se vuelve posible solo cuando la ha precedido una liberación externa. Hasta entonces debemos abandonar todo intento de convencer al estúpido.

Este estado de cosas explica por qué en tales circunstancias nuestros intentos de saber qué piensa realmente "la gente" son en vano y por qué, en estas circunstancias, esta pregunta es tan irrelevante para la persona que está pensando y actuando responsablemente. La palabra de la Biblia de que el temor de Dios es el principio de la sabiduría declara que la liberación interior del ser humano para vivir la vida responsable ante Dios es el único camino genuino para vencer la estupidez.

Pero estos pensamientos sobre la estupidez también ofrecen consuelo en que nos prohíben rotundamente considerar a la mayoría de las personas como estúpidas en todas las circunstancias. Realmente dependerá de si los que están en el poder esperan más de la estupidez de la gente que de su independencia interior y sabiduría.





* Publicado por Bloghemia, 03.10.22 del texto "Después de diez años" en Letters and Papers from Prison (vol. 8). Dietrich Bonhoeffer fue un pastor y teólogo antinazi luterano alemán, condenado a muerte y asesinado por el régimen en 1945.

Sobre la neutralidad y los operadores políticos designados


La Segunda, propiedad de El Mercurio,  titulando en primera plana la instalación de los operadores políticos designados por los partidos políticos.


El segundo proceso constitucional, ésta vez de élite, comenzó con la instalación de los llamados "expertos" que rayarán la cancha para los convencionales electos en mayo. Una cancha que, debe recordarse, ya fue delineada a fuego por el acuerdo de los partidos políticos del 2022... Acuerdo en el cual La derecha gana por goleada.

Se nos ha dicho majaderamente que esos operadores políticos designados por los partidos llamados "expertos", garantizan objetividad y neutralidad. Porque al tener títulos universitarios son técnicos sin ideología

Nunca está demás aclarar que eso es una soberana tontería, cuando no una mentira descarada, pues es imposible que alguien esté libre de sesgos e intenciones... ¡Con mayor razón cuando se escribe algo tan ideológico como una constitución política!

A propósito de esa soberana tontería-mentira descarada, dejamos un texto que expone acerca del absurdo de que los "expertos", al ser técnicos, son objetivos neutrales. El texto se refiere al caso de la "ciencia económica", justamente el ámbito desde dónde se origina la sinrazón de que los técnicos (los economistas "científicos") son objetivos neutrales.


§§§


¿Es posible no guiarse por un criterio?


El pensamiento económico ortodoxo contemporáneo concibe las decisiones técnicas como parte de un concepto puro de intelecto: la “racionalidad económica”. Ella carece de moral o es neutral al tener solo fines de maximización. Esta idea economicista de neutralidad del cálculo se sostiene en que tales decisiones están al margen de cualquier otra consideración fuera del cumplimiento de esa meta técnica.

No obstante, tal caracterización surgiría de la ignorancia o de un sesgo intencional, con el fin de analizar los procesos socioculturales e históricos. Es un hecho irrefutable, bien lo dice Copleston (2006), que “cualquier conjunto de criterios refleja siempre una postura filosófica dada” o la elección, explícita o implícita, de algún principio determinado. Por ende, todo indica la imposibilidad de “criterios puramente neutrales (...) que no presupongan ningún tipo de juicio valorativo” tras de ellos. El economicismo, al elegir como criterio la maximización, asume a priori que es un principio preferible, correcto o superior[20].

Es imposible la existencia de decisiones neutrales, es decir, de aquellas que no toman en cuenta ningún criterio para guiarse o ser definidas. Obviamente, toda elección racional y consciente, sea del tipo que sea, supone un principio para guiarse. Por ello, quien sostiene a la eficiencia en la asignación de recursos para dirigir sus acciones, está, de por sí, afirmándose en una consideración particular. En este caso, de tipo económica occidental moderna y, más específicamente, perteneciente a la “ciencia económica”. Tal consideración será, desde esa singular forma de concebir los actos humanos, la que prime por encima de otras posibles. Mas, en realidad, es un tipo particular de criterio usado para guiar el pensamiento y la acción, el cual tiene sus medios y sus fines determinados. Afirmar la neutralidad de lo técnico es un manifiesto error lógico y empírico. Con mayor razón, llegar a transformarlo en una especie de no-criterio.

De ese equivocado punto de vista, se da en Chile un caso bastante curioso. Cuando los sectores políticos neoliberales emiten una opinión o proponen algo en torno a esos criterios —por más que sean de carácter político—, argumentan la neutralidad técnica de sus planteamientos. Ello debido a una especie de superioridad moral y la seguridad de lograr la eficiente solución del asunto (léase en términos de costo-beneficio). Muy por el contrario, cuando cualquiera de sus adversarios manifiesta su parecer, se les descalifica en forma despectiva acusándolos de politizar ese tópico. ¡Cómo si pudiera hacerse de otro modo! Extrañamente, hacer política es negativo para los partidos políticos neoliberales[21].

En tal sentido, no es raro que Philip Oxhorn (Thumala, 2006) señale que “el rasgo más llamativo de la investigación reciente sobre Chile” sea, precisamente, “la ausencia de debates fundamentales” en el país. De hecho, todo indica que se ha buscado “evitar discusiones en las que se planteen verdaderos contrastes de ideas”. En tal sentido, como plantea la socióloga María Thumala, centros de estudios neoliberales y los “líderes e intelectuales” de movimientos religiosos como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, han elaborado “una batería de postulados y afirmaciones” que pueden ser empleadas a modo de eslóganes “sin tener que reflexionar acerca de ellos”. Ello viene a respaldar los “procesos de toma de decisiones ‘técnicas’, ‘neutrales’ u ‘objetivas’” que reemplazan los debates de fondo, pues, desde esa perspectiva, no “conducen a ninguna parte”. En ese sentido, habría que agregar aquí a los establecimientos que son una especie de síntesis entre los centros de estudio neoliberales y los movimientos religiosos ultraconservadores: las escuelas de economía. Ellos han logrado instalar en Chile el discurso de que la técnica neutral ha reemplazado a la nefasta “politiquería” y han naturalizado a la economía de mercado como no-ideológica... ¡A pesar de ser una cuestión a todas luces ideológica! (…)

El sostener que la neutralidad es característica de las decisiones técnicas supone la eliminación de todo principio diferente al de la eficiencia económica o de la maximización. Quedará fuera cualquier otro criterio, por interferir en tal optimización e inducir a errores. Los que serán entendidos como la pérdida monetaria o la imposibilidad de acumular dinero. Es más, tales consideraciones externas serán definidas negativamente como prejuicios entorpecedores de los derechos económicos o de las actividades que, en el fondo, son beneficiosas para la sociedad. Entonces, las soluciones técnicas tendrían la particularidad de ser —fuera de neutrales— ahistóricasasociales aculturales. Ello porque, concebidas así, no son determinadas por nada que no sea la maximización. Serían una especie de principio absoluto por sí y ante sí; algo más allá de lo humano, como si existieran desde el mismísimo big bang.

A partir de ese fundamento, se definirán, cual prejuicio, los criterios utilizados históricamente por todos los grupos humanos —sea una banda cazadora recolectora, una tribu, una sociedad agrícola o una industrial—, con el fin de guiar sus pensamientos y acciones desde la aparición del homo sapiens en el planeta hace, por lo menos, unos 200 mil años. Se eliminarán de raíz realidades y conceptos como cultura, moral o normas sociales, entre muchos otros. Cuestión que, a todas luces, es una incoherencia para cualquier persona con una mínima capacidad de observar y comprender las realidades socioculturales. No así para los economistas ortodoxos, incapaces de superar sus supuestos teóricos para examinar y enjuiciar el mundo real. Douglass North (1994), premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel de 1993, expresaba de la siguiente manera la abstracción de las sociedades realizada por los neoclásicos o neoliberales y por todos quienes asumen que la economía es una “ciencia”:
"En el mundo del economista neoclásico no existen instituciones (o bien, si existen no desempeñan ningún papel independiente), porque el postulado de racionalidad hace que las instituciones resulten superfluas (...) En el mundo de la racionalidad instrumental las instituciones no hacen falta; las ideas, ideologías, mitos, dogmas no importan y los mercados eficientes, tanto políticos como económicos, caracterizan a la sociedad" (North, 1994: 7). (…)
Desde la concepción neoliberal tecnocrática y economicista, se estima que guiarse por premisas no económicas o prejuiciadas, impediría lucrar o significaría, en la práctica, mayores costos. Se introducirían elementos que implicarían tomar en cuenta los “factores no económicos”. Es el caso, entre otras cuestiones, de la dignidad y los derechos humanos; lo definido por los diferentes grupos como bueno, malo, bienestar, carencia, felicidad o tristeza; las creencias mágico-religiosas; las normas sociales; etc. Todo ello sería incorrecto desde la ortodoxia, a la cual le interesan los “medios” y no los “fines” o principios. No sería lógico atender a lo que no coopera a la maximización; más, cuando se cree que los humanos siempre hacen cálculos costo-beneficio. Por lo cual, el resultado de regir el comportamiento general de las personas o sociedades por tales prejuicios, sería el fracaso económico. A su vez, sería una muestra irrefutable de concepciones mentales atrasadas, ineficientes, no científicas o subjetivas.

Esa tan particular concepción se explica a partir de un grave desconocimiento de las realidades socioculturales e históricas. Es, obviamente, desde cada contexto que, en cualquier grupo, se han desarrollado las ideas, premisas, criterios o principios para guiar su pensamiento y actos. Eso es lo que, de hecho, ha ocurrido a través de toda la historia de la especie. En las comunidades concretas, ningún rasgo, patrón, institución o cualquier acción o aspecto sociocultural aparece de la nada. Incluso, lo más probable es que siempre exista más de un fundamento para explicarlos (endógeno, exógeno o algún tipo de síntesis). En el caso de las decisiones técnicas, tal cimiento es la “ciencia económica” con su sistema de mercado autorregulado en tanto organizador y asignador de recursos. Estos, a su vez, son dirigidos por el criterio de no intervención externa y por la tendencia egoísta al lucro que conllevan o necesitan para funcionar en la práctica. En este sentido, el fundamento primario de todos esos elementos es la interpretación ilustrada británica de la teología reformada.

De lo expuesto, se desprende lo insostenible que es afirmar que alguien pudiera no usar ningún criterio para decidir sus actos. Ni siquiera las personas que orgullosamente aceptan actuar sin guiarse por un criterio, dejan de conducirse, en realidad, por algún principio. Por más que no lo sepan, crean o quieran, sus decisiones implican un tipo de razonamiento nacido en un contexto determinado, con premisas y fines particulares. Las metas economicistas, promovidas por sus decisiones tecnocráticas neoliberales, no son para nada neutrales. Por el contrario, se fundamentan en las ideas propuestas por el viejo liberalismo, hoy actualizadas por el neoliberalismo.

Esa situación no cambiará por más que esas personas sean expertas en “ciencia económica”, estén satisfechas y hasta orgullosas de participar de la economía de mercado y, al mismo tiempo, crean estar desconectados de toda realidad histórica y sociocultural. No cambiará por más que quienes dirigen sus propias acciones, organizaciones, compañías y naciones enteras, en su soberbia y mansedumbre intelectual, se definan a sí mismos como descriteriados unicriteriales. (…)

Ese flagrante descriterio puede explicarse a partir de lo que, en términos de la ética aristotélica, se entiende como la equivocación en la definición de un principio gobernador de los actos. ¡Claramente no en la falta de aquel! (…)

Finalmente, es un hecho que la mayoría de los grupos humanos, a través de la historia, nunca asumieron como pauta general de acción el reduccionismo lucrativo que propone la “ciencia económica”. Ni siquiera admitieron una ética únicamente materialista para el ser humano. Aun así, la ortodoxia señala a la maximización como la característica natural de la especie. Es más, no han sido capaces de sincerar, por mala fe o ignorancia, lo que en realidad plantean: una propuesta ideológica.


NOTAS:

[20] Las citas de Copleston corresponden a su discusión de los criterios para juzgar el “avance” en filosofía, pero se aplican, de buena manera, a la discusión expuesta en el texto; más cuando también los sectores economicistas han presentado el criterio maximizador a modo de una muestra de progreso.

[21] Es la misma situación paradójica que se daba durante la dictadura cívico-militar, cuando aplicaban políticas mientras expresaban al país —¡justamente como política comunicacional!— su fobia por la política. Posición fundada en la concepción de la “ciencia económica” en tanto la directora de todas las demás disciplinas (hasta de la política) y, especialmente, en el rechazo monetarista a la política.




* Selección del apartado del capítulo "'Ciencia económica", mercado autorregulado y decisiones técnicas: ¿Ciencia universal o rasgos culturales?" del libro Oikonomía, Economía Moderna. Economías. ONG Werquehue, Santigo, 2020, pp.: 359-367. Se ha mantenido la numeración original de las notas.

¿"Señor Piñera, está avisado"?




A partir del 18 de octubre de 2019 el gobierno de Sebastián Piñera le declaró la guerra al pueblo de Chile. Los cruentos resultados ya los conocemos.

El punto es que, a la fecha, solo han sido judicializados una cantidad menor de violaciones a los DDHH cometidos por agentes del Estado. Y menos se ha subido por la cadena de mando de Carabineros, la cual llega al Ministerio del Interior y a la presidencia.

Seguimos a la espera de que se materialice la advertencia del candidato Boric... hoy presidente de la República. Para pesar de las víctimas y, en el fondo, de todo el país, los criminales siguen libres.

Al menos la fiscal Ximena Chong citó a declarar como imputados a Piñera, Chadwick, Blumel, Ubilla y Galli... Algo es algo.


§§§


Ojos sobre Chile:
Violencia policial y responsabilidad de mando durante el estallido social


Tras un año de rigurosa investigación, Amnistía Internacional considera que la Fiscalía Nacional debe abrir investigaciones penales contra los mandos de la policía chilena, Carabineros de Chile, por su papel en las violaciones de derechos humanos cometidas durante el estallido social del país a partir del 18 de octubre de 2019.


Amnistía Internacional


Parte 1
¿Qué pasó en Chile?

A mediados de octubre de 2019, millones salieron a las calles en todo Chile para exigir igualdad y derechos sociales y económicos, incluidas pensiones dignas, vivienda, educación pública de calidad y atención médica. El presidente Sebastián Piñera respondió con un decreto de estado de emergencia y desplegó al ejército y la policía para reprimir las protestas.

Amnistía Internacional envió una misión de crisis al país. Investigó y documentó violaciones de derechos humanos perpetradas por las fuerzas de seguridad. Este informe presenta 12 casos emblemáticos de muerte, tortura y lesiones causadas por agentes de Carabineros entre el 18 de octubre y el 30 de noviembre. También analiza más de 200 videos que muestran abusos por parte de agentes de Carabineros. 

El informe concluye la responsabilidad de los mandos de Carabineros por las violaciones de derechos humanos ocurridas durante su gestión.


Parte 2
La gente exigió dignidad; la policía respondió con violencia

Amnistía Internacional evidenció cómo durante las manifestaciones, los funcionarios de Carabineros utilizaron deliberadamente fuerza excesiva contra las y los manifestantes, en contra del derecho internacional. La policía utilizó esta fuerza para dispersar y disuadir manifestaciones, dañar a quienes se manifestaban o, al menos, sabiendo que ese sería el resultado.

Las lesiones y agresiones, que constituyen violaciones del derecho a la integridad física, fueron generalizadas, no excepcionales. También cumplen con la definición de tortura y malos tratos.

Los funcionarios de Carabineros no cumplieron con los estándares internacionales: 

- Principio de legalidad: El uso de la fuerza debe basarse en un marco regulatorio.

- Principio de necesidad: Solo de debe usar la fuerza para proteger un objetivo legítimo, como, por ejemplo, la vida o integridad física de una persona. El uso de la fuerza debe ser la última alternativa para lograr dicho objetivo.

- Principio de proporcionalidad: El tipo de fuerza empleada debe ser proporcional a la amenaza que se enfrenta. Por ejemplo, la fuerza letal sólo se debe usar ante una amenaza inminente a la vida de alguien. Se deben realizar todos los esfuerzos para minimizar el daño y proteger la vida e integridad física de las personas.

- Obligación de rendir cuentas: Cualquier uso de la fuerza debe ser objeto de control y rendición de cuentas. Esto aplica tanto para el agente de seguridad que use la fuerza, como a los mandos que supervisen estas funciones.

- Tortura y malos tratos: Cualquier acto intencional realizado por agentes del Estado que cause dolor o sufrimiento físico o mental, dirigido a intimidar, castigar o por cualquier otro motivo.

- Violencia en protestas: El simple hecho que algunas personas ejerzan violencia durante una protesta no convierte al conjunto de la protesta en violenta. Las autoridades deben distinguir entre quienes ejercen su derecho a la manifestación pacífica y quienes cometan actos violentos a la hora de usar la fuerza en el contexto de manifestaciones.

Durante los 44 días analizados en este informe, Carabineros utilizó la fuerza de manera inapropiada, diariamente, como lo demuestra la cantidad de personas que sufrieron lesiones o presentaron denuncias contra Carabineros durante el periodo analizado.

Amnistía Internacional investigó las violaciones a los derechos humanos de 12 víctimas de uso indebido de la fuerza por parte de Carabineros:

Alex Núñez:
39 años. Murió tras ser golpeado por agentes de policía el 20 de octubre, en Santiago. Murió a consecuencia de sus heridas.

Josué Maureira:
24 años. Golpeado y violado por policías el 21 de octubre, en Santiago. Sufrió múltiples lesiones.

Cristóbal Flen:
30 años. Golpeado por policías el 20 de octubre, en Santiago. Sufrió múltiples lesiones.

Moisés Órdenes:
55 años. Golpeado por policías el 22 de octubre, en Santiago. Pérdida de la vista en un ojo y sufrió numerosas lesiones graves.

Jorge Ortiz:
58 años. Recibió disparos de la policía con escopetas antidisturbios el 29 de octubre, mientras actuaba como observador de derechos humanos en Santiago. Impactado por seis balines de goma con metal, sufriendo múltiples lesiones.

Gustavo Gatica:
21 años. Recibió disparos de la policía con escopetas antidisturbios el 8 de noviembre, en Santiago. Impactado por balines de goma con metal en ambos ojos. Como resultado, quedó permanentemente ciego.

Renzo Inostroza:
24 años. Recibió disparos de agentes de policía con escopetas antidisturbios el 21 de octubre, en Santiago. Impactado por 19 balines de goma con metal. Como resultado, sufrió múltiples lesiones y pérdida permanente de la visión en un ojo.

D.S.A.G.:
15 años. Recibió disparos de la policía con escopetas antidisturbios el 20 de octubre, en Santiago. Como resultado, perdió permanente de la visión en un ojo.

Alejandro Torres:
45 años. Recibió disparos de la policía con escopetas antidisturbios el 23 de octubre, en Concepción. Como resultado, perdió permanente de la visión en un ojo.

M.I.V.Q.:
14 años. Recibió disparos de la policía con escopetas antidisturbios el 22 de octubre, en Tarapacá. Sufrió un estallido del ojo derecho y perdió permanente de la visión en ese ojo.

Fabiola Campillai:
36 años. Recibió disparos de la policía en la cara con una granada de gas lacrimógeno el 26 de noviembre, en Santiago. Quedó permanentemente ciega en ambos ojos y perdió el sentido del olfato y el gusto.

Natalia Aravena:
24 años. Recibió disparos de la policía en la cara con una granada de gas lacrimógeno el 28 de octubre, en Santiago. Sufrió un estallido del ojo derecho y pérdida de visión en ese ojo.


Parte 3
Los mandos podrían y deberían haber evitado la violencia, pero no lo hicieron

El hecho de que los responsables de los agentes en el terreno no sean directamente responsables del daño causado a una persona manifestándose, no los exime de la responsabilidad ulterior por las violaciones de derechos humanos cometidas bajo su supervisión. La responsabilidad de mando existe cuando los mandos sabían o deberían haber sabido de las violaciones y no tomaron medidas para prevenirlas o castigar a los perpetradores.

El estándar de derechos humanos requiere que se investigue la responsabilidad de los mandos por violaciones de derechos humanos cuando se cumplan tres criterios: conocimiento de violaciones a los DDHH, jerarquía y capacidad organizativa y omisión de prevenir y/o sancionar abusos.

Si bien hubo daños considerables a la propiedad, así como lesiones a oficiales de Carabineros, el número desproporcionado de personas manifestantes heridas, la evidencia casuística y las imágenes que muestran reiteradamente el uso innecesario y desproporcionado de la fuerza, respaldan la idea de que la violencia policial respondió a una estrategia de alto nivel de los mandos, en lugar de ser responsabilidad exclusiva de los oficiales individuales.

Primer criterio del estándar internacional: los mandos sabían de la violencia policial

Hubo múltiples fuentes por las cuales los mandos sabían o deberían haber sabido que se estaban produciendo violaciones de derechos humanos bajo su mando:

i. Comunicación de actores externos a Carabineros:
Durante las manifestaciones, las redes sociales y los medios de comunicación se llenaron de información sobre posibles violaciones de derechos humanos cometidas por Carabineros. Esto se hacía a menudo etiquetando cuentas oficiales. Además de la información de dominio público, Carabineros recibió información sobre posibles abusos cometidos por sus funcionarios de parte del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y de la Fiscalía Nacional, quienes remitieron información sobre denuncias y querellas presentadas contra miembros de la institución a sus autoridades o pusieron la información a disposición del público.

Entre el 18 de octubre y el 30 de noviembre se registraron las siguientes denuncias: 4.170 denuncias y 577 querellas judiciales.

ii. Canales internos oficiales en Carabineros:
Hay una variedad de canales internos dentro de Carabineros que indicarían que los mandos sabían o deberían haber sabido sobre posibles violaciones de derechos humanos cometidas por miembros de la institución.El Director de Orden y Seguridad, responsable de controlar las operaciones policiales en todo el país, recibió informes diarios relacionados a lesiones de departamentos como “O.S.1.”.

Los altos mandos de la institución tuvieron acceso a una variedad de registros internos relacionados con operaciones policiales específicas que se llevan a cabo en todo el país, incluida información sobre el uso de escopetas y otras armas, lesiones sufridas y otra información, así como acceso a imágenes de video de estas operaciones desde cámaras policiales.

El Departamento de Denuncias y Sugerencias de Carabineros recibió 351 denuncias sobre conducta policial en el contexto de la crisis entre el 18 de octubre y el 30 de noviembre.

Hasta el 19 de noviembre, los registros internos de Carabineros reportaron el siguiente número de lesiones a manos de miembros de su institución:1.011 lesiones en total
481 lesiones por arma de fuego

Aunque estas cifras son mucho menores a las reportadas por otras instituciones, debieron dejar en claro a los mandos de Carabineros que existía un problema.

iii. Seguimiento interno de las operaciones
Si bien los mandos estratégicos tenían acceso a información sobre las operaciones a través de diferentes canales y tecnologías, los mandos operativos pudieron monitorear el progreso de las operaciones en tiempo real aún más de cerca. Amnistía Internacional encontró que mandos como el Jefe de Zona Metropolitana (STGO-1) o el Jefe de Zona de Control, Orden e Intervención Pública (STGO-4) en Santiago monitoreaban operaciones desde centros de comunicaciones como el ‘GAMA Central’ o la Unidad de Mando y Control del Centro de Comunicaciones de Carabineros (CENCO). Otros mandos operativos, como el Jefe de Fuerzas Especiales (G-1), o sus adjuntos G-2 y G-3 supervisaban las operaciones directamente en terreno.

Por lo tanto, estos mandos tenían conocimiento de primera mano y en tiempo real del comportamiento de sus oficiales subordinados, lo que debería haberlos alertado sobre el hecho de que se estaban cometiendo abusos contra los derechos humanos.

Segundo criterio del estándar internacional: los mandos tenían la capacidad de prevenir abusos

Como lo demuestra el organigrama anterior, Carabineros de Chile es una institución jerárquica en la que los subordinados deben seguir las instrucciones de sus superiores. La investigación realizada por Amnistía Internacional confirmó que los mandos de Carabineros de Chile mantuvieron un control efectivo sobre las unidades dentro de la institución durante el período analizado en este informe.

Tercer criterio del estándar internacional: los mandos no tomaron las medidas suficientes para prevenir abusos

Los mandos no actuaron en las siguientes áreas; munición, protocolos, planes operativos, órdenes y sanciones.

i. Los mandos deberían haber prohibido la munición lesiva, pero no lo hicieron
La munición utilizada por Carabineros durante las manifestaciones tuvo efectos notoriamente indiscriminados y nocivos. Las escopetas estaban cargadas con balines de goma con metal, compuestos de una mezcla de metal y caucho, que perforaban la piel y la carne humanas, en contra de las normas internacionales. La munición también fue altamente indiscriminada, con los 12 perdigones de cada cartucho dispersándose ampliamente al ser liberados.

Los balines de goma con metal son dos veces más pesados ​​que los balines de goma estándar e impactan con al menos 12 veces la fuerza.

ii. Los mandos deberían haber adoptado protocolos operativos apropiados, pero no lo hicieron
Los mandos tenían la responsabilidad de garantizar que los funcionarios operaran de acuerdo con las normas internacionales mediante la implementación de protocolos operativos adecuados. Nuestra investigación encontró deficiencias generalizadas en los protocolos y procedimientos adoptados, particularmente en relación a las circunstancias en las que se pueden utilizar armas menos letales.

Las responsabilidades del General Director y del General Subdirector incluyen específicamente el desarrollo de las políticas y doctrinas de la institución. No fue hasta más de un mes después del inicio de las manifestaciones, que estos protocolos fueron modificados de manera sustantiva, y solo en lo que respecta al uso de escopetas.

iii. Los mandos deberían haber ajustado la planificación operativa, pero no lo hicieron
Ni la Plana Mayor Nacional (organismo integrado por altos funcionarios de Carabineros creado para asesorar al General Director durante la crisis), ni el Director de Orden y Seguridad incorporaron lecciones aprendidas desde una perspectiva de derechos humanos en la planificación estratégica de la institución. en respuesta a las manifestaciones.

Los mandos operativos, al menos en el Área Metropolitana de Santiago, no modificaron sus planes operativos. Estos permanecieron sin cambios sustanciales más allá de la logística desde el comienzo del estallido social.

Además, Amnistía Internacional encontró pruebas de que los mismos agentes que utilizaron la fuerza de forma innecesaria o excesiva permanecían en sus puestos, operando a diario y cometiendo abusos similares en múltiples ocasiones.

iv. Los mandos deberían haber emitido órdenes precisas y únicas, pero no lo hicieron
El General Director, el General Subdirector y el Director de Orden y Seguridad dieron órdenes imprecisas y repetitivas, a pesar del aumento de personas heridas. No dieron instrucciones precisas para garantizar el respeto de los derechos humanos, ya que la situación cambió sobre el terreno.

A pesar de continuas lesiones, las órdenes relativas a escopetas permanecieron estáticas e ineficaces hasta el 19 de noviembre. Los mandos operativos en la Zona Metropolitana de Santiago tampoco dieron órdenes efectivas para prevenir abusos de derechos humanos por parte de las fuerzas bajo su control.

v. Los mandos deberían haber castigado los abusos y retirado de servicio a los oficiales responsables de violaciones de derechos humanos, pero no lo hicieron
Lejos de castigar los comportamientos dañinos, los mandos estratégicos y operativos parecían tolerarlos e incluso respaldarlos:
"Hay algunas cosas que les quiero decir. Tienen todo el apoyo, todo el respaldo de este general director. ¿Cómo lo demuestro? A nadie voy a dar de baja por procedimiento policial. A nadie. Aunque me obliguen, no lo voy a hacer… (aplausos) tienen todo el respaldo, todo el apoyo, dentro del ámbito legal, dentro del ámbito reglamentario. Cuenten con nosotros" (Audio del general director dando un discurso filtrado el 13 de noviembre)
Las investigaciones realizadas fueron muy deficientes. Incluso en los casos en que los funcionarios admitieron su responsabilidad, no se emitieron sanciones. Cuando se emitieron sanciones, a menudo no fueron por la violación de los derechos humanos en sí, sino por otras infracciones administrativas.


Parte 4
El Ejecutivo tenía un papel en todo esto

Si bien nuestra investigación no analiza las posibles responsabilidades de otros actores más allá de Carabineros, consideramos que la falta de control que ejerció sobre Carabineros el poder ejecutivo del gobierno del presidente Piñera requiere que todas las responsabilidades políticas, administrativas o incluso penales se definan al más alto nivel posible. Todas aquellas personas que, en su condición de garantes, conocieron o debieron haber conocido la escala y gravedad de las violaciones de derechos humanos que se estaban cometiendo, y que tuvieran la capacidad de prevenirlas, pero no lo hicieron, deben ser investigadas y sancionadas.


PARTE 5
Conclusión: Al no detener la violencia, los mandos permitieron que las violaciones a los DDHH continuaran semana tras semana

En base a más de un año de investigación en profundidad, Amnistía Internacional concluye que los agentes de Carabineros violaron ampliamente los derechos humanos de las personas manifestantes en Chile, al menos durante el primer mes y medio de protestas en 2019.

Durante sus operaciones infligieron fuertes dolores y sufrimientos a las y los manifestantes, con la intención de castigarlos, dispersar las protestas y desmantelar las manifestaciones. Los mandos y oficiales consideraron el daño a la integridad física de las personas como un daño necesario en nombre del orden público.

Amnistía Internacional considera que el sufrimiento de personas como Gustavo Gatica o Fabiola Campillai podría haberse evitado si los mandos estratégicos y operativos incluidos en este informe hubieran actuado con la debida diligencia en el marco de sus responsabilidades, y tomado todas las medidas necesarias para prevenir violaciones de derechos.

Funcionarios del poder ejecutivo, en este caso el gobierno del presidente Piñera, no ejercieron un control adecuado sobre Carabineros, particularmente dada la magnitud de la información pública sobre posibles violaciones de derechos humanos.


Andrés Chadwick (UDI), Gonzalo Blumel (Evópoli) y Víctor Pérez (UDI), ministros del Interior de Piñera: violadores de DDHH.



* El texto aquí publicado es una adecuación, por cuestiones de formato, del original de Amnistía Internacional en Octubre de 2020 donde se pueden acceder a gráficos, cuadros e infografías aquí omitidas. Asimismo se puede revisar el informe completo: Ojos sobre Chile: Violencia policial y responsabilidad de mando durante el estallido social.

Venta libros "Oikonomía" y "Reforma e Ilustración"

Oikonomía. Economía Moderna. Economías Oferta  sólo venta directa : $ 12.000.- (IVA incluido) 2da. edición - Ediciones ONG Werquehue - 2020 ...