Homo Deus de Harari: "idolatría" de la Modernidad




Los textos de Harari han sido muy difundidos y, en consecuencia, el autor ha tenido un éxito no menor en dejar asentados ciertos principios ideológicos que pasa de contrabando. Repasemos un párrafo de su Homo Deus:
"Sin embargo, en los albores del tercer milenio, la humanidad se despierta y descubre algo asombroso. La mayoría de la gente rara vez piensa en ello, pero en las últimas décadas hemos conseguido controlar la hambruna, la peste y la guerra. Desde luego, estos problemas no se han resuelto por completo, pero han dejado de ser fuerzas de la naturaleza incomprensibles e incontrolables para transformarse en retos manejables. No necesitamos rezar a ningún dios ni a ningún santo para que nos salve de ellos. Sabemos muy bien lo que es necesario hacer para impedir el hambre, la peste y la guerra…, y generalmente lo hacemos con éxito"
Ese marco introductorio da buena cuenta de su ideología progresista dentro del marco de la Modernidad. Esa postura, marketing mediante, ha sido elevada a la categoría de sabiduría evidente. Y la experiencia nos recuerda que, no pocas veces, es conveniente leer entre líneas los textos glorificados por el mercado.

Todo indica que tenemos a otro occidental dando clases al mundo desde su comodidad y prejuicios "blanquitos". De ahí que bien valga leer la opinión del Dr. Iván Canales al respecto en su blog Opiniones: épater le bourgeois.


§§§



Iván Canales V.

Homo Deus es uno de esos textos llenos de malabarismos lingüísticos y de selvas semánticas que manejan y proveen de mucha información, pero en los cuales no hay ninguna Idea y ningún concepto que permita organizar sistemáticamente los contenidos. Sólo hay una ideología implícita, de máxima idolatría de la modernidad capitalista, científica y tecnológica que, de hecho, ha cambiado el rostro de la humanidad. Y, sin embargo, sin mediar ni una sola definición conceptual o axiomática se procede a tratar a esta modernidad económica, científica y tecnológica socio-evolutivamente como progreso y al pasado como lo precario y elemental. Y como si todas las diferencias fundamentales entre pasado presente y futuro, sólo dependiesen del desarrollo científico-tecnológico y económico valorado sólo, desde el actual desempeño de estas variables. 

Se presupone también, arbitrariamente, un concepto de humanidad, como si de hecho existiera, más allá del nivel estrictamente metafórico, algo así como la humanidad. La cual, de hecho, es máximamente plural y heterogénea, donde las direcciones que pueda tomar en su devenir son también múltiples y variadas. Donde tampoco se justifica por qué la colonización geopolítica y económica de la modernidad occidental, permitirá hablar, o no de una humanidad como una realidad universal, cósica que sólo se deja determina por sus condiciones materiales de producción (economía, ciencia y tecnología).

Por otro, lado sin mediar ninguna comprensión sistemática de la condición socio-antropológica del hombre en el mundo, se trata al fenómeno religioso humano como lo primitivo, lo elemental y que debe ser superado por el conocimiento científico. Sin entender nada de una de las esenciales dimensiones de la condición humana en el mundo, a saber, su dimensión espiritual que jamás deja de interrogar por la apertura hacia la infinitud y por la dimensión de sentido de lo humano ante la inexorable experiencia de nihilidad generada por la muerte.

Sin ningún criterio hermenéutico Harari compara, arbitrariamente, el presente con el pasado haciendo sólo referencia a las diferencias entre desarrollo económico, científico y tecnológico. De hecho, concibe también, de modo arbitrario, una cierta agenda humana que implícitamente, pone como protagonistas y conductores del proceso de progreso humano a los líderes económicos, científicos-tecnológicos y políticos, que de hecho manipulan y siguen manipulando este desarrollo en beneficios de sus intereses de poder. Lo humano colonizado por ciencia, técnica y economía. Fernando Ariza, en el diario El debate de hoy (27 de junio de 2017), comenta:
“Pero, ahora que no se cree en ninguna divinidad ni en ningún sistema político, ¿qué queda? Ya lo hemos dicho, los gadgets. Harari describe la religión como un relato artificial, necesario en otros tiempos pero inútil ahora, y algo parecido hace con la política. Lo gracioso es que en su libro crea otro relato con similares objetivos (la inmortalidad) y ahí está parte de su éxito: construye una narrativa de la salvación atea y apolítica basada en la tecnología. Y el lector posmoderno, que aunque no lo sepa necesita creer en algo, la bebe con sed de eternidad. Por eso pienso que Homo Deus es un libro de autoayuda: cuando parece que no hay esperanza, crea una, aunque sea falsa. Las enseñanzas del libro cumplen, además, una importante función social: gracias a él, cuidamos más el cuerpo, que tanto se supone nos ha de durar, y el planeta en el que tanto tiempo vamos a estar. Y, sobre todo, podemos comprarnos el último smartphone sin mala conciencia. A fin de cuentas, con ese gasto estamos contribuyendo a la salvación eterna de la Humanidad”.
Tanto en su simpleza y fluidez narrativa como en su miseria epistemológica el texto de Harari, Homo Deus, es peligrosamente ideológico. Pues, intenta maquillar con un cierto barniz pseudocientífico y socioevolutivo a las patologías sociales de la modernidad, inducidas sistémicamente por la economía, ciencia y tecnología, las cuales han subordinado a la política y a lo político a través de enormes compromisos ancilares. Tanto la fatalidad del texto como su macabro cinismo, sacralizan el statu quo imperante, que marcha hacia una apocalíptica científico-tecnológica y económica, que sólo podremos evitar si ocupamos los medios que proveen: ciencia, técnica y economía en el cuidado de nuestro cuerpo y de la naturaleza. Todo queda reducido así, narrativamente (desde un extremo irracionalismo metodológico), a un materialismo craso, y ateo, modulado científica, tecnológica y económicamente.

Efectivamente, el libro de Harari, es un algoritmo mediático, con reflexiones de mercado o de muy baja intensidad intelectual y espiritual. En sociedades de mercado, son las subjetividades de mercado las que tienden a dejarse secuestrar por este tipo de discurso, que intentan imitar la estructura de un algoritmo cerrado pseudocientífico. Generando, así la ilusión de una roca firme a la cual adherirse. 

Citemos a Harari contra Harari para explicar este curioso fenómeno del consumo masivo de su libro. Creo que lo explica muy bien nuestro autor de marras:
"Los humanos ceden su autoridad al libre mercado, al conocimiento masivo y a algoritmos externos debido en parte a que no pueden abarcar el diluvio de datos. En el pasado, la censura funcionó al bloquear el flujo de la información. En el siglo XXI la censura funciona avasallando a la gente con información irrelevante"[1].
Precisamente, eso es Homo Deus, un avasallamiento con información irrelevante y asistemática para ocultar y de hecho censurar, toda posible reflexión racional (metodológica) crítica, socio-histórica, filosófica y política relevante, sobre las patologías sociales de la modernidad imperante.

Para subjetividades de mercado reflexiones de mercado. Eso Harari, lo hace magistralmente.

Ver las preguntas pseudo-filosóficas con las que culmina el libro, para desde una pose casi infantil, darle al texto una apariencia de reflexión crítica. Siendo en verdad, una narración asistemática, heteróclita, y cuya narrativa está más cerca de ser una novela, que de un texto de reflexión racional y crítica de la condición humana en el mundo.

Cuando Harari, utiliza el término "agenda", no advierte que dicha noción implica a la idea de controlar voluntariamente un proceso, un diseño. Controlar un proceso y dirigir una estructura hacia un específico e intencionado fin. La noción de agenda implica también --o presupone-- a los agentes que diseñan y llenan de contenido a dicha agenda, priorizando, jerarquizando y optimizando una relación estratégica entre medios y fines. Agenda, implica por tanto, proceso, diseño inteligente y al sujeto o a los sujetos que diseñan, controlan y dirigen la agenda.

Contradictoriamente, pone la noción de "agenda" junto a la noción de una condición humana socio-evolutivamente configurada. Es decir, el devenir de lo humano en el mundo estaría determinado por fuerzas espontáneas y cuasi-naturales de la condición humana en el mundo y no por una agenda. O de otro modo, si lo que hay es agenda, no podría haber proceso socio-evolutivo.

Pero dentro de la arbitrariedad racional e ideológica del discurso de Harari, los elementos a seleccionar como espontáneamente evolucionando son ciencia, técnica y economía. Y producto de esta misma espontánea evolución declara la obsolescencia de la religión. Lo que queda oculto en el discurso ideológico de Harari, es el hecho inconcuso de que en la Modernidad sí hay sujeto, sí hay subjetividad moderna y sí hay voluntad de diseño inteligente por parte de las oligarquías que diseñan y controlan ciencia, técnica y economía. Es decir, en la Modernidad hay, de hecho, agenda y no evolución.

Por tanto, lo socio-evolutivo le sirve a Harari para ocultar e invisibilizar, de hecho, la génesis y estructura de las Oligarquías que diseñan y controlan el discurso ideológico y la geopolítica de la modernidad imperante. O de otro modo, se trata de la agenda imperial dominante.

Lo que hace Harari ideológicamente, y sin justificación racional alguna es, excluir la variable política, socio-ética y socio-religiosa del devenir de la condición humana en el mundo. O de otro modo, todo el texto es una rapsodia donde ciencia, técnica y economía conducen socio-evolutivamente el devenir de la condición humana en el mundo. Devenir, en el cual, no hay ética, ni religión, ni política. O de otro modo, arbitraria e ideológicamente, se han eliminado la variable ética, religiosa y política; estableciendo que ello es consecuencia de una dinámica socio-evolutiva: científica, tecnológica y económica inmanente al devenir de la Modernidad.

Se ha eliminado, ex profeso, la perspectiva que muestra y demuestra que la Modernidad se ha construido también y se sigue construyendo a partir de una agenda geopolítica imperial: política, económica y militar con los compromisos ancilares de ciencia y tecnología. Geopolítica que construye pluralidad de ficciones, políticas, económica y científicas para legitimar la violencia política, social y económica, que es pilar fundamental del desarrollo sistémico moderno.

Lo de Harari, es en cierto modo, otro discurso más que contribuye a construir estas ficciones ideológicas legitimadoras de una Modernidad que, de hecho, ha optado por una coordinación de la acción social a través de la violencia geopolítica, económica, social, militar y policial. Por tanto, podemos concluir que no hay, ni podría existir una cierta "agenda humana". Porque de hecho lo que hay (y ha habido) es agenda moderna de geopolítica imperial, configurada por las variables científica, tecnológica y económica (dinámica estructural social, que Kant cualificó como de insociable sociabilidad humana). Y por las variables --que Harari ex profeso oculta-- militar y policial. Lo que Harari, oculta, porque, de hecho --desde su miseria socio-antropológica--, no puede ver es: que la Modernidad es económica y socialmente protestantismo calvinista secularizado.

En una próxima columna, nos referiremos a la vulgaridad socio-antropológica con la cual Harari define y trata al fenómeno socio-religioso humano.


NOTAS:

[1] HARARI, Yuval Noa (2016). Homo Deus. Breve historia del mañana. Santiago de Chile: Debate, p. 430.

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