Venta libros "Oikonomía" y "Reforma e Ilustración"




Oikonomía. Economía Moderna. Economías
Oferta sólo venta directa: $ 12.000.- (IVA incluido)

2da. edición - Ediciones ONG Werquehue - 2020
ISBN: 978-956-402-214-7
516 pp. / 16x23 cm. / Encuadernación rústica con solapas

Acerca de la economía, en su doble condición de disciplina "científica" y actividad capitalista de mercado, es posible preguntarse: ¿por qué el lucro (ni siquiera la ganancia) cobró mayor relevancia que el trabajo y la producción?, ¿por qué se le considera una 'ciencia' al modo de las ciencias naturales?, ¿por qué la política terminó siendo puesta a su servicio?, ¿ha sido o es el único sistema de sustento viable, correcto, eficiente o benigno?, ¿es un mero sistema técnico o una proyecto que contiene una cultura con sus ideas, moral e instituciones?
Este libro busca contestar las preguntas antedichas desde una perspectiva crítica, que pone en tela de juicio a la "ciencia económica" y al capitalismo de mercado desde la revisión de sus relaciones con lo ético, religioso, cultural, social, filosófico, político e histórico. Para ello se recurre a una mirada transdisciplinaria que busca romper los rígidos límites y el reduccionismo de la economía dominante, en un momento donde urge una revisión de la economía y de lo económico.

Patrocinaron este libro: 
- Federación de Sindicatos del Holding Heineken CCU
- Caritas Chile
- Magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Chile
- Magíster en Desarrollo a Escala Humana y Economía Ecológica de la Universidad Austral de Chile
- Escuela de Ingeniería y Ciencias de la Universidad de Chile

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Reforma e Ilustración. Los teólogos que construyeron la Modernidad
Oferta sólo venta directa: $ 12.000.- (IVA incluido)

2da. edición - Editorial Ayun - 2012
ISBN: 978-956-8641-11-5
476 pp. / 
16x23 cm. / Encuadernación rústica con solapas

La Modernidad, la tradición cultural anglosajona post Reforma Protestante, sigue vigente en nuestras ideas, moral, instituciones y, por ende, en nuestras vidas cotidianas. Puntualmente, dicha tradición tiene como principal fundamento intelectual al movimiento de la Ilustración; el que, a su vez, se nutre de la Reforma Protestante en su versión calvinista o reformada.
Este libro expone esas relaciones y su rol en el desarrollo de la ciencia experimental, el derecho y la política, la moral y la economía modernas y en la construcción del mundo contemporáneo. Para ello se trabajan los textos originales de autores como Isaac Newton, John Locke, Adam Smith, Jean-Jacques Rousseau, entre otros, quienes a pesar del tiempo transcurrido son cruciales para explicar y criticar nuestra época.

* Para leer el Índice y Presentación del libro: pincha AQUÍ.
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La lógica de las diez etapas del genocidio




Gregory Stanton

En mis estudios sobre el genocidio, descubrí que el proceso de cada genocidio tiene "etapas" o procesos predecibles. Después de estudiar la historia del Holocausto, el genocidio armenio, el genocidio camboyano y otros genocidios, en 1987 desarrollé un modelo conocido como las Diez Etapas del Genocidio. Lamento haber usado el término "etapas" porque la palabra "etapas" implica linealidad. Los procesos de genocidio no son lineales porque normalmente operan simultáneamente. Debería haber llamado simplemente procesos a las "etapas". Pero tienen un orden lógico. Los procesos están lógicamente relacionados entre sí. La discriminación no puede ocurrir sin Clasificación, por ejemplo.

​La relación entre los procesos es como las figuras de una "muñeca de anidación" rusa Matryoshka en la que la figura de un líder original está en el centro, y las figuras de líderes posteriores se anidan hacia afuera hasta llegar a la figura del líder actual en el exterior. Los procesos también son como las varillas que se insertan en un reactor nuclear. A medida que se empujan más profundamente junto con otras varillas, se produce una reacción nuclear.

​Esta teoría de los procesos fundamentales se basa en las teorías estructuralistas de Jean Piaget. Al observar el desarrollo de sus propios niños y de los demás, Piaget observó procesos cognitivos y morales fundamentales que se transforman en un orden predecible en el desarrollo de cada niño. Piaget demostró cómo los procesos cognitivos están directamente relacionados con los procesos morales. En Harvard estudié el trabajo de Lawrence Kohlberg, un seguidor de las teorías de Piaget que utilizó dilemas morales para revelar los procesos fundamentales del razonamiento moral. Su trabajo ha demostrado ser poderoso a la hora de analizar las explicaciones de las personas sobre sus decisiones. También estudié con el profesor James Fowler, quien mostró cómo las etapas cognitivas de Piaget informan las etapas de la fe.

Los antropólogos buscan las estructuras fundamentales de las sociedades y culturas humanas. Cuando estudié antropología en Chicago, vi que los procesos socioculturales también están estructurados. Van Gennep demostró que la estructura de los ritos de iniciación es similar en muchas culturas. Marcel Mauss hizo lo mismo con el sacrificio. El profesor Victor Turner me enseñó que los rituales y los símbolos son claves para comprender las estructuras sociales, políticas, psicológicas y religiosas. Estos rituales suelen utilizar los mismos símbolos en muchas culturas: fuego, agua, sangre, cruces, comidas.

​Escribí mi tesis de maestría sobre la película "El Graduado". En él mostré que la película utiliza la estructura y los símbolos descubiertos por Van Gennep para los ritos de iniciación. Escribí una gramática para la película utilizando las teorías de gramáticas transformacionales de Noam Chomsky.

Cuando comencé mi trabajo en estudios de genocidio en Camboya, me di cuenta de que también hay operaciones --procesos-- fundamentales que ocurren en los genocidios. Busqué procesos transformacionales que reordenen y cambien las sociedades. Identifiqué por primera vez las "etapas del genocidio" en 1987 comparando el genocidio camboyano con el Holocausto y el genocidio armenio. Busqué procesos fundamentales que condujeron a esos genocidios. Son los procesos socioculturales que interactúan para transformar una sociedad en una que desembocó en genocidio. En 1994, los mismos procesos impulsaron el genocidio de Ruanda.

Mucha gente conoce ahora el modelo "Las diez etapas del genocidio" que desarrollé. Nunca esperé que fuera tan utilizado. Pero las Diez Etapas no fueron traídas desde el Monte Sinaí en una tabla de piedra. Cuando escribí el modelo por primera vez, tenía ocho etapas. Mis colegas sugirieron dos más, que agregué en 2012. Sin duda, hay otros procesos en los que no he pensado. Es sólo un modelo.

El modelo ha demostrado ser útil para buscar estos procesos porque nos ayudan a ver cuándo se avecina un genocidio y qué pueden hacer los gobiernos para prevenirlo.

Para aquellos que no están familiarizados con el modelo, aquí está, brevemente: [Tenga en cuenta que la mayoría de los nombres de los procesos terminan en "-ción", la terminación de las palabras que describen procesos.

1. Clasificación, cuando clasificamos el mundo en nosotros versus ellos.

2. Simbolización, cuando damos nombres a aquellas clasificaciones como judío y ario, hutu y tutsi, turco y armenio, bengalí y pastún. A veces los símbolos son físicos, como la estrella amarilla nazi.

3. Discriminación, cuando las leyes y costumbres impiden que grupos de personas ejerzan sus plenos derechos como ciudadanos o como seres humanos.

4. Deshumanización, cuando los perpetradores llaman a sus víctimas ratas, cucarachas, cáncer o enfermedades. Retratarlos como no humanos hace que eliminarlos sea una “limpieza” de la sociedad, en lugar de un asesinato.

Estos primeros cuatro procesos tomados en conjunto dan como resultado lo que James Waller llama "otredad".

5. Organización, cuando se organizan grupos de odio, ejércitos y milicias.

6. Polarización, cuando se ataca a los moderados que podrían detener el proceso de división, especialmente a los moderados del grupo de perpetradores.

7. Preparación, cuando los líderes elaboran planes para matar y deportar, y los perpetradores reciben capacitación y armas.

8. Persecución, cuando las víctimas son identificadas, arrestadas, transportadas y concentradas en prisiones, guetos o campos de concentración, donde son torturadas y asesinadas.

9. Exterminio, lo que los abogados definen como genocidio, la destrucción intencional, total o parcial, de un grupo nacional, étnico, racial o religioso.

Cuando describí “las etapas del genocidio” en un memorando que escribí en el Departamento de Estado en 1996, me di cuenta de que hay otro proceso en cada genocidio:

10. Negación, es una continuación de un genocidio, porque es un intento continuo de destruir. psicológica y culturalmente al grupo de víctimas, negando a sus miembros incluso el recuerdo de los asesinatos de sus familiares.

​Este modelo procesual demuestra que existe una lógica en el proceso genocida, aunque las relaciones entre los procesos no son lineales. Las "etapas" son procesos que ocurren simultáneamente.

Al ayudarnos a comprender la lógica del genocidio, la gente puede ver las primeras señales de alerta del genocidio y saber cuándo se producirá. Los líderes pueden diseñar políticas para contrarrestar las fuerzas que impulsan cada una de las etapas.

Este modelo escénico del proceso genocida se expuso por primera vez en 1987 en la Conferencia Faulds en el Warren Wilson College, "Pañuelos azules y estrellas amarillas: clasificación y simbolización en el genocidio camboyano". El modelo fue presentado como un documento informativo, “Las ocho etapas del genocidio” en el Departamento de Estado de Estados Unidos en 1996. Al modelo de 1996 se le agregaron Discriminación y Persecución.

Agradezco a muchas personas las mejoras en mi modelo original de ocho etapas, especialmente al Prof. Alan Whitehorn del Real Colegio Militar de Canadá y a la Prof. Elisa von Jöeden-Forgey por señalar los aspectos de género de los genocidios.

Ningún modelo es perfecto. Todas son meras representaciones típicas ideales de la realidad que pretenden ayudarnos a pensar más claramente sobre los procesos sociales y culturales. Es importante no confundir ninguna etapa con un estatus. Cada etapa es un proceso. Es como un punto fluctuante en un termómetro que sube y baja a medida que sube y baja la temperatura social en una zona potencial de conflicto. Es fundamental no confundir este modelo con uno lineal. En todos los genocidios ocurren muchas etapas simultáneamente.

El propósito de este modelo es ubicar los factores de riesgo en el análisis pionero de Barbara Harff sobre los riesgos nacionales de genocidio y politicidio en una estructura procesual. Los riesgos de inestabilidad política son característicos de lo que Kuper llamó “sociedades divididas”, con profundas fisuras en la clasificación. Los grupos objetivo de la discriminación liderada por el Estado son víctimas de Discriminación. Una ideología excluyente es fundamental para la discriminación y la deshumanización. Los regímenes autocráticos fomentan la organización de grupos de odio. Una élite étnicamente polarizada es característica de la polarización. La falta de apertura al comercio y otras influencias desde fuera de las fronteras de un estado es característica de la preparación para el genocidio o el politicidio. La violación masiva de los derechos humanos es evidencia de persecución. La impunidad tras genocidios o politicidios previos es evidencia de Negación.

Los modelos estadísticos de riesgo que se utilizan para predecir genocidio se diferencian de este modelo porque utilizan variables abstractas construidas con indicadores que pueden contarse o estimarse. Son exactos sólo si las variables utilizadas están correlacionadas con la probabilidad de genocidio. Los mejores modelos de riesgo son los elaborados por el Grupo de Derechos de las Minorías y el conjunto de datos australiano sobre asesinatos masivos dirigidos para el estudio y previsión de atrocidades masivas. Resultan en estimaciones clasificadas anuales de la probabilidad de genocidio en los países estudiados.

El modelo de las Diez Etapas del Genocidio está impulsado por eventos y es continuo. No produce clasificaciones estadísticas. Solo estima si los países deberían ser sujetos de vigilancia, advertencia o emergencia de genocidio. El modelo describe los procesos que podrían conducir al genocidio en un país y las acciones que deberían tomarse para oponerse a esos procesos y frenarlos.

Va más allá de las estimaciones estadísticas anuales de riesgo para describir eventos que señalan advertencias de procesos genocidas. Es un modelo para guiar a los responsables políticos a tomar medidas para prevenir y detener el genocidio. Los formuladores de políticas lo han aplicado con éxito para prevenir o detener genocidios en Mozambique, Timor Oriental, Kosovo, Macedonia, Liberia, Costa de Marfil, Burundi, Etiopía y Kenia. Sin embargo, cuando los líderes nacionales o mundiales carecen de la voluntad política para impedir el genocidio, miles de personas siguen muriendo.

En última instancia, el mejor antídoto contra el genocidio es la educación popular y el desarrollo de la tolerancia social y cultural hacia la diversidad. Es por eso que Genocide Watch y la Alianza Contra el Genocidio esperan educar a personas de todo el mundo para resistir las fuerzas genocidas cada vez que las vean. Estamos firmemente a favor de la resistencia no violenta a la tiranía. Estamos firmemente a favor de la liberación de la mujer. Nos oponemos a toda guerra.

Finalmente, el movimiento que pondrá fin al genocidio no debe surgir de intervenciones armadas internacionales, sino más bien de la resistencia popular a toda forma de discriminación; deshumanización, discurso de odio y formación de grupos de odio; surgimiento de partidos políticos que predican el odio, el racismo o la xenofobia; gobernar por élites polarizadoras que defienden ideologías excluyentes; estados policiales que violan masivamente los derechos humanos; cierre de fronteras al comercio o las comunicaciones internacionales; y negación de genocidios o crímenes de lesa humanidad del pasado contra grupos de víctimas.

El movimiento que pondrá fin al genocidio en este siglo debe surgir de cada uno de nosotros que tengamos el coraje de desafiar la discriminación, el odio y la tiranía. Nunca debemos permitir que los restos del pasado bárbaro de la humanidad nos impidan imaginar un futuro pacífico en el que la ley y la libertad democrática gobiernen la Tierra.

Para aquellos que dudan de que la historia tenga algún rumbo, nuestra humanidad común es suficiente para dar significado a nuestra causa. Para aquellos de nosotros que sabemos que la historia no es un accidente sin rumbo, ésta es nuestra vocación y nuestro destino. Como dijo John F. Kennedy: “En la tierra, la obra de Dios debe ser verdaderamente la nuestra” [sic].



* Publicado en Genocide Watch, 2023. Gregory Stanton es abogado y presidente de Genocide Watch.

¿Competencia o cooperación? Esa es la cuestión




¿Qué se esconde detrás del mito de la esencia egoísta del ser humano? ¿Qué papel juega la fachada biologicista en la narrativa hegemónica del capitalismo? En este artículo revelamos algunas inconsistencias e invitamos a la reflexión. Spoiler alert: no hay respuestas correctas.


Pablo Moreno E.


Introducción

El siglo XX vio cómo algunos de los grandes pensadores marxistas y socialistas dedicaron gran parte de sus esfuerzos intelectuales a desentrañar las estructuras narrativas que permitían al capitalismo mantenerse irreductiblemente como la manera de producción y organización social imperante.

Si bien se conocía desde Marx que la estructura económica que mantenía al capitalismo moldeaba las formas de relación social de los individuos envueltos en la misma, se desconocía lo intrincada que era esta relación hasta los estudios de Gramsci primeramente, con la composición de su teoría de la hegemonía; y la posterior Escuela de Frankfurt, que estudió desde las disquisiciones psicológicas de la cultura de masas hasta el efecto de la sociedad en el amor.

El relato que ha generado el capitalismo a su alrededor, a modo de coraza, para fortalecer su posición y legitimidad social, está plagado de diversas narrativas que se interrelacionan entre sí de distintas formas según la escuela liberal que las adopte.

La que a mis ojos, como estudiante de ciencias biomédicas, resulta más insultantemente falsa es la narrativa biologicista. Es común en la fraseología de los seguidores de ideologías liberales encontrar una justificación natural de la explotación capitalista, que según mi experiencia gravita en torno a una consigna básica: “El hombre es egoísta por naturaleza”.

Bajo esta afirmación, los cuestionables comportamientos de grandes empresarios y la depredación derivada de un mercado libre con cada vez menos ataduras quedan justificados moralmente y eximidos de responsabilidad real, y en algunas ocasiones son estos defendidos como generadores sin parangón de avance social.

En este artículo, por lo tanto, vamos a explorar la noción de que el capitalismo se encuentra escrito en la esencia del ser humano a partir de la afirmación antes mencionada, y vamos a ver qué papel juega esta narrativa biologicista en el corpus ideológico del capitalismo actual.


Sobre la naturaleza egoísta del hombre

Primeramente, antes de comenzar a diseccionar con argumentos verdaderamente biológicos las falacias naturalistas antes mencionadas, debemos intentar rebuscar en los cajones de la historia para poder comprender de dónde provienen dichas afirmaciones, y cuál es la crítica que se debe esgrimir frente a ellas.

Que el hombre es, por naturaleza, egoísta, es una noción que en economía se puede rastrear hacia finales del siglo XIX, principios del siglo XX, cuando los economistas liberales formularon un concepto teórico conocido como el Homo Economicus.

Este era un modelo de comportamiento humano que permitía a los economistas utilizar aproximaciones matemáticas para prever las actitudes de los consumidores y de los clientes en un libre mercado, y estaba basado en las suposiciones siguientes [1]:

- El individuo es completamente racional en sus acciones.
- El individuo es completamente egoísta.
- El individuo puede resolver problemas de optimización.

Aquí ya vemos aparecer el término egoísta, aunque este tiene un significado que tiende más hacia lo económico que hacia lo social, ya que la evidencia empírica en la que se basa dicho egoísmo tiene que ver con situaciones simuladas de compra más que con interacciones humanas.

A partir de aquí, encontramos un salto cualitativo de dicho egoísmo cuando la intelectual anarcocapitalista Ayn Rand teoriza sobre el término, llegando a construir alrededor del mismo todo un sistema moral que no duda en llamar Objetivismo.

En este sentido, la autora rusa ofrece esencialmente un sustento ético al capitalismo salvaje, y al más puro egoísmo desenfrenado. Escribe en su libro La virtud del egoísmo que el único fin moral verdadero debe ser la propia vida, ya que los organismos vivos siempre tienen la tendencia de la supervivencia y la autopreservación, y a partir de este razonamiento deriva una moral individualista, en la cual el hombre puede servirse de cualquier medio, incluido otros hombres, para llevar a cabo dicho fin [2].

Fue, muy probablemente, esta construcción moral la que llevó a la generación del enunciado de que “El hombre es egoísta por naturaleza”. Pasemos a analizar si es esto verdad.

Lo cierto es que afirmar absolutos sobre la naturaleza del hombre es, cuanto menos, arriesgado, rayando incluso en lo temerario. Aún no se han desvelado todos los secretos que la neurociencia y la psicología tienen guardados para nosotros, y es por lo tanto poco honesto hacer observaciones de tal calibre de una forma tan poco argumentada.

Ayn Rand tiene razón en una cosa, y es que los seres vivos siempre tendemos hacia la autopreservación, pero derivar de ahí que la naturaleza del hombre es egoísta es una falacia que no se puede pasar por alto. Siempre existe en nosotros ese impulso biológico hacia la supervivencia que actúa, más que como un fin moral, como una fuerza instintiva, fisiológica en última instancia.

El profesor y escritor de neurociencia Antonio Damásio reflexiona sobre ello en su libro El error de Descartes. Voy a intentar resumir someramente los puntos más importantes y relevantes para esta cuestión.

En este libro [3] explica el investigador portugués que todos los animales tienen en sí mismos ese instinto de supervivencia, que les impulsa a llevar a cabo acciones y comportamientos que les acerquen a un punto de armonía biológica, de equilibrio homeostático, donde sus necesidades biológicas (y según la especie, sociales) se encuentren cubiertas.

Para ello, surgieron en la evolución primero las emociones y luego los sentimientos, que nos permiten saber dónde nos encontramos con respecto de nuestro punto de equilibrio. Así, sentimientos negativos se encuentran relacionados con fallas en la armonía biológica, mientras que los sentimientos positivos denotan un grado mayor de equilibrio.

Y aquí es donde entra en juego la personalidad de cada ser humano, ya que, según el carácter individual, los sentimientos que experimentamos al llevar a cabo diversos comportamientos serán diferentes.

Una persona que tiende al egoísmo podrá llevar a cabo una acción egoísta y no tener una reacción sentimental negativa, mientras que una persona con una mayor disposición hacia el altruismo al realizar la misma acción se verá influenciada en dirección contraria.

Es decir, que dentro del instinto de supervivencia que todos llevamos y que nos impele a actuar, este se encuentra operando de diversas maneras según el carácter del individuo y el contexto en el que dicha actuación se lleve a cabo.

Por lo tanto, se podría decir que el hombre como especie es, fisiológicamente hablando, egoísta, pero nunca que su naturaleza social es egoísta, ya que esta es una miríada de comportamientos que van desde el altruismo más absoluto y abnegado hasta el egocentrismo más individualista.


¿Competencia o cooperación?

Aparte de la noción sobre las tendencias egoístas innatas del ser humano, un aspecto tangencial que también se esgrime a veces como justificación científica del capitalismo es la competencia como fuerza motriz de la evolución.

Esta idea suele enarbolarse cuando se busca dar una justificación al laissez-faire y al mercado desregulado, ya que se entiende que en la competencia que se forme en el mismo, donde solo los más fuertes pueden erigirse como vencedores, será la especie la que salga beneficiada según las reglas evolutivas.

Esta idea no es más que una teoría evolutiva desfigurada para hacerse pasar por ley social: la selección natural Darwiniana. Esta es una ley biológica descrita primeramente en el Origen de las especies, que trata de explicar mediante qué procesos se produce la evolución gradual de las especies en su hábitat natural.

Esta se basa en tres principios:

- En cada generación solo un porcentaje de individuos podrán sobrevivir y reproducirse.
- Cada individuo posee diferencias físicas (fenotípicas en argot científico) que le confieren un grado distinto de capacidad de adaptarse al medio natural donde vive.
- Las causas de estas diferencias físicas son en parte heredables genéticamente.

De estas premisas se deriva que aquellos individuos cuyas diferencias físicas les permitan adaptarse mejor al medio, conseguir más alimento, y reproducirse más, sobrevivirán en mayor medida, y por lo tanto serán estas características las que permanecerán en generaciones venideras de la especie [4].

Esta teoría de la selección natural pronto permeó a niveles intelectuales que transcendían los puramente biológicos. De hecho, la selección natural proveyó de justificación evolutiva a aquellos que hacia la entrada del siglo XX buscaban excusar los posibles desenfrenos de un mercado capitalista sin muchas ataduras, en el cual primaba la competición, ya que según ellos ésta era la ley natural [5].

Pero ¿cuánto de cierto hay en que la competencia entre individuos es y ha sido el motor de la evolución humana?

Lo cierto es que parece, según evidencias antropológicas y biológicas de diversa índole, que el factor diferencial que permitió al ser humano la conquista de la tierra no fue tanto la competencia sino la cooperación entre individuos. Cuenta el biólogo Edward Wilson que es casi un verdadero milagro que sean los Homo Sapiens la especie que domina la tierra, debido a su debilidad y a su bajo número poblacional.

Mientras que otras especies de Homo fueron extintas de un plumazo, la nuestra estuvo a punto al menos en una ocasión, aunque parezca lógico pensar que fueran muchas más. Ciertamente lo que ahora llamamos ser humano poseía un factor diferencial de supervivencia: la capacidad de organización social.

Esto significa que los grupos de dicha especie se encuentran formados por miembros de diversas generaciones y realizan trabajos altruistas por el bien de la sociedad que generan. Esta condición social generó los sentimientos que permitían medir situaciones hipotéticas en el contexto de las relaciones interpersonales[ 6].

Por supuesto, los humanos primigenios se valieron de otras condiciones sociales, como su capacidad cerebral, su tamaño, y su capacidad física, para conquistar la tierra, pero la esencia eusocial [nivel más alto de organización social entre animales] del hombre fue la que jugó el papel vital en dicho proceso.


La posición histórica del capitalismo

Ya hemos visto que, bajo esa fachada biológica de justificación del capitalismo, solo se encontraban falacias biologicistas e incomprensiones de diversos procesos naturales. Pero ¿por qué motivo se siguen presentando dichas falacias como verdaderas? ¿Qué papel juegan en la narrativa hegemónica del capitalismo?

Estas nociones sobre que el ser humano es capitalista por naturaleza, que sus impulsos biológicos innatos le conducen a la individualidad y a la competición desmedida, nos presentan los diversos sistemas sociales no como etapas equivalentes del devenir económico del ser humano, sino como escalones que han ido subiéndose en la evolución social, hasta llegar al sistema capitalista, que representa la sublimación de esa naturaleza humana egoísta y competitiva.

Esta perspectiva teleológica de los procesos sociales presenta pues al libre mercado y al modo de propiedad capitalista como unas fuerzas evolutivas contra las cuáles no se puede luchar, ya que es el propio impulso biológico el que nos conduce a ellas.

Nada más lejos de la realidad, los aspectos que hoy se nos presentan como “naturales” e “inmutables”, inscritos en el núcleo mismo de la mente humana, forman parte de un sistema de construcciones psicológicas propias del sistema capitalista.

Este no solo puede definirse a través de sus características de propiedad y de producción, y de cómo estas configuran las relaciones sociales, sino que se encuentran acompañadas de ciertas actitudes que son propias de dichas configuraciones.

Es decir, los modos de conducta expresados en diversos contextos se ven más influenciados por los factores socioeconómicos dados en los mismos que por la supuesta naturaleza del hombre, y un cambio en dichos factores propiciaría el surgimiento de nuevas idiosincrasias, adaptadas a ellos.

Según cuenta la investigadora Ellen Meiksins, un factor definitorio del capitalismo es que los propietarios de los medios de producción muestran tendencias hacia la acumulación de capital y hacia la maximización de los beneficios (las más claras expresiones de individualismo y competitividad), que suelen ir acompañadas de luchas salariales con los trabajadores asalariados a su cargo [7].

La propia autora señala que esto no era verdaderamente una motivación para las clases dominantes en los sistemas feudales, las familias nobiliarias, y que de hecho este cambio en lo más profundo de la mentalidad económica fue uno de los desencadenantes del capitalismo primigenio.

Aparte de este ejemplo, cabe destacar que el humano en sociedad ha dado muestras constantes de solidaridad y de procesos colectivos, en claro antagonismo con el egoísmo competitivo que supuestamente nos caracteriza. Un ejemplo paradigmático, del mismo periodo fundamental que comentábamos antes, es el de las tierras comunales.

Eran estas tierras, como su propio nombre indica, propiedad de una colectividad agraria formada por campesinos que vivían en la misma aldea o en territorios cercanos. Su uso y su mantenimiento dependían de la masa campesina propietaria de las tierras, y esta tenía unos objetivos esencialmente colectivos, antepuestos normalmente a los intereses individuales de los componentes de la colectividad [8].

Estas expresiones de la solidaridad humana encuentran ecos, como no podría ser de otra manera, en el sindicalismo y el colectivismo moderno. Es decir, históricamente es imposible encontrar una línea coherente que conecte todo el devenir humano en función de una naturaleza egocéntrica inmutable, ya bien porque la actitud del hombre cambia según sus contextos socioeconómicos o porque encontremos una plétora de ejemplos de colectividad y anti individualismo.


Conclusión

El objetivo principal de este artículo puede resumirse en una anécdota: Cuando un estudiante preguntó a la antropóloga Margaret Mead sobre cuál creía ella que era el primer signo de civilización, esta respondió “Un fémur fracturado y sanado”.

La relevancia de esto consiste en que, en los albores del mundo que conocemos, un fémur roto era una sentencia de muerte si no existían unos cuidados por parte del resto del grupo humano para con el individuo lesionado. Y es este altruismo, esta capacidad de cooperar, la que busca extirparnos el capitalismo.

Sin duda alguna la naturaleza humana dio lugar al capitalismo, pero este no es la máxima expresión de su evolución, no es la sublimación de la naturaleza humana. Es [simplemente] otra etapa, y como tal debe ser revisada, analizada, criticada, y ajustada en la medida de valores políticos como la libertad y la justicia.



REFERENCIAS:

[1] Levitt, S. D.; List, J. A. (2008). "ECONOMICS: Homo economicus Evolves". Science, 319(5865), 909–910. doi:10.1126/science.1153640

[2] Rand, A., & Branden, N. (1964). The Virtue of Selfishness: Fiftieth Anniversary Edition (Mass Paperback Edition).

[3] Damasio, A., & Ros, J. (2018). En busca de Spinoza: Neurobiología de la emoción y los sentimientos. Booket.

[4] Mayr, Ernst (1984). "What is Darwinism Today?". PSA: Proceedings of the Biennial Meeting of the Philosophy of Science Association, 1984(2), 145–156. doi:10.1086/psaprocbienmeetp.1984.2.192502

[5] Review by: Alice Felt Tyler (1945). "Social Darwinism in American Thought, 1860-1915" by Richard Hofstadter. Philosophy and Phenomenological Research, 6(1), 138–140. doi:10.2307/2102958

[6] Wilson, E. O., & Ros, J. (2012). La conquista social de la Tierra : ¿de dónde venimos? ¿quiénes somos? ¿adónde vamos? Penguin Random House.

[7] Wood, E. M., & Pozas, A. O. (2021). El origen del capitalismo: Una mirada de largo plazo (Historia) (Spanish Edition) (1st ed.). Siglo XXI de España Editores, S.A.

[8] Valdeon, J. (2001). El Feudalismo, Historia 16.



* Publicado en Es de Politólogos, 17.05.22.

Daniel López, Gaza y la juventud progresista




“Nunca una generación que se dijo tan comprometida
molestó menos a los verdaderos poderes”
Edu Galán, escritor español


Hace tiempo que no tenía noticias de un viejo conocido: el polifacético inversionista Daniel López. Ya ni me acuerdo cuando me contó que estaba trabajando en la lejana Punguistán como periodista freelance (lo pronuncia como se escribe y alargando la “a”). Se había autoexiliado a principios de los 90 porque decía que acá eran unos malagradecidos.

A veces pillaba alguna de sus notas en la tele, en esos programas que parecen grabados en la casa de los padres del animador, en canales de tercer orden y a la hora del ñafle. Lo suyo eran los lugares preferidos por los chilenos para turistear en dicha “exótica” nación. Porque parece que luego de una época de bonanza, las inversiones empezaron a ir mal y lo que principió como pasatiempo terminó de pega de tiempo completo.

En fin, la cosa es que para mi sorpresa me lo encontré en Santiago la semana pasada. Caminaba por el centro y de pronto escucho que me llaman desde un café con piernas… con ese inconfundible tono de huaso ladino. Ahí estaba Daniel López, sonriéndome socarronamente enfundado en un impecable traje oscuro y con su característica perla prendada a la corbata.

Después de las tallas de rigor sobre nuestra edad y aspecto físico, nos pusimos al día con un breve resumen de nuestras vidas. No entraré en detalles, pues seguro a Ud. no le interesan esas nimiedades.

Mas, lo relevante es que supe de un drástico cambio profesional: el notero de turismo se había convertido en corresponsal de guerra (tal vez influido, en parte, por su vieja admiración por la vida militar). Sí, nada más y nada menos que corresponsal de guerra… y en Gaza. ¡Chúpate'sa!

La cosa es que había alcanzado a salir de la cárcel a cielo abierto más grande del mundo unos días después del comienzo del genocidio. Me interesaba de sobremanera su experiencia allí, pero tuve que aguantar una tediosa charla sobre detalles técnicos del armamento israelí y algunas cuestiones de estrategia… Uds. saben, el militar frustrado.

Sin embargo, lo que más me impactó fue su desazón por el casi nulo impacto que tenían en Punguistán los crímenes de guerra del Estado Judío de Israel. Sobre todo, en buena parte de su juventud. Para lo cual no tenía explicación dado que aquella se caracterizaba por su progresismo, sensibilidad y activo compromiso con numerosas causas sociales, políticas, ambientales, animalistas, etc. Justamente, esos afanes juveniles de justicia chocaban con el conservadurismo de la corrupta y egoísta élite del clan punga que domina la sociedad, la economía y la política de la nación.

Pasó un momento en silencio y con la mirada perdida… y de pronto me dijo con renovado entusiasmo: “¡Ese es el objetivo del periodismo!”. Porque, debo aclarar, Daniel López no se sentía un mero notero de chilenos gritando ceacheí frente a una cámara en el extranjero. No. En tanto creador de contenidos asumía que tenía una responsabilidad social, incluso moral diría yo. Bueno, como es común acá en Chile con nuestra jugada prensa, ¿no?

Ahí se largó imparable a contarme que los medios punguistaníes hicieron una gran campaña para informar del genocidio en Gaza a los jóvenes, especialmente a los progresistas. Junto a otros corresponsales que habían estado en terreno, se esforzaron en difundir algunos sucesos más específicos de esta última agresión sionista en curso. No tenían dudas de que esa juventud consciente, empática y sensible ante tantas causas, se iba a estremecer en su fuero interno y terminaría movilizándose en masa por la causa palestina.

De tal modo, López me contó que divulgaron un gran número de situaciones que están ocurriendo desde octubre del año pasado en Gaza y son desconocidas por la opinión pública mundial. A saber:

- Los tanques israelíes se estacionan sobre las ciclovías y los bulldozers las destruyen.
- Los soldados israelíes no usan los pronombres correctos para humillar a los palestinos.
- Israel prohibió el crossfit y cerró los gimnasios.
- Los soldados israelíes son especistas.
- Los soldados israelíes piropean a las palestinas.
- Israel cortó los canales de streaming dejando a los palestinos sin posibilidad de ver series.
- Los soldados israelíes opinan del cuerpo de las, los y les palestines.
- Los soldados israelíes son la yuta bastarda.
- El ejército de ocupación israelí tiene una política sistemática de apropiación cultural.
- Los soldados israelíes no se cuidan de expresar opiniones que puedan ser ofensivas para los sentimientos de los palestinos.
- El gobierno israelí prohibió la música del género urbano.
- Los soldados israelíes deslizan en sus acciones y discurso un gran abanico de micromachismos.
- Los soldados israelíes no usan y hasta se burlan del lenguaje inclusivo.
- El gobierno israelí prohibió el ingreso de comida para perrijos y gatijos.
- Los soldados israelíes son adultocentristas y muchos, incluso, niñofóbicos.
- El ejército de ocupación no tiene un plan de reciclaje de toda la infraestructura civil palestina que ha destruido.
- El Estado Mayor del ejército de ocupación israelí no es paritario: la mayoría de sus miembros son varones (y, por si no fuera suficiente, boomers).
- El gobierno de Israel prohibió la difusión de selfies y de fotos de primeros planos de platos de comida y tragos.
- Los aviones y helicópteros de combate, tanques y camiones del ejército de ocupación israelí no son híbridos y ni siquiera catalíticos.
- Los cómicos que entretienen a las tropas de ocupación hacen chistes de suegras, homosexuales y gangosos.
- El gobierno israelí dio órdenes expresas de romper todos los espejos de los ascensores para impedir que los palestinos pudieran tomarse selfis de sus outfits.
- El gobierno israelí ha cortado el acceso a Tik Tok y está secuestrando a quienes hayan subido coreografías a la plataforma.
- Es práctica común en el ejército de ocupación el mansplaining, ghosting, gaslighting y otras cosas en inglés contra las palestinas.
- Los soldados israelíes compran mascotas en vez de adoptar.
- El gobierno israelí prohibió la venta y consumo de Aperol spritz y Ramazzotti.

Yo pensaba que Israel, en cinco meses de genocidio, ya no podía hacer nada peor que asesinar a más de 32 mil personas (de las cuales cerca de la mitad son niños); atacar y bombardear hospitales, escuelas, universidades, centros de culto y barrios residenciales completos; usar el hambre como arma de guerra con la consiguiente desnutrición y hasta muertes por inanición. Todos deleznables crímenes de guerra y flagrantes violaciones del derecho internacional y humanitario.

Aunque a mi edad hace rato que no estoy para tenerme por joven, he de confesar que luego de escuchar a Daniel López un sentimiento de indignación progresista recorrió mi cuerpo como un rayo. Tal como le pasó a la juventud consciente, empática y sensible de Punguistán. Luego de conocer estos hechos, los jóvenes progresistas han reaccionado con históricas movilizaciones multitudinarias… en redes sociales. A la fecha ya son millones de “Me gusta” y hashtags de protesta y solidaridad viral.

Gracias a Daniel López estoy de cabeza publicando en mis redes sociales un montón de selfis y hashtags de apoyo además de mis mejores coreografías por Gaza. Gracias amigo por darme el empujón que necesitaba. ¡Aquí comienza el fin del régimen sionista!

#MientrasHayaSeñalHayResistencia



* Publicado en El Clarín de Chile, 26.03.24.

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