Raza y racismo en economía




Economistas que además son empleados del FMI se plantean frente al racismo en su institución y el ambiente económico en general. Y, como buenos profesionales de dicha singular "ciencia" reduccionista, rescatan las ventajas económicas de la igualdad... Al menos celebremos que el FMI se lo está planteando.


Martin Čihák, Montfort Mlachila y Ratna Sahay


Los economistas y los políticos necesitan una llamada de atención para erradicar la discriminación racial

Las recientes protestas generalizadas en los Estados Unidos y en todo el mundo contra la brutalidad policial y el racismo sistémico han despertado nuestra conciencia colectiva. Como personal que trabaja en una institución multilateral que representa a 190 países, tenemos el deber moral de denunciar el racismo y la discriminación. Como economistas, también tenemos un deber profesional: debemos exponer cómo la discriminación daña los medios de subsistencia y las economías de las personas, y cómo liberar al mundo de prejuicios también ayudaría a abordar muchos de nuestros desafíos económicos, en beneficio de todos.

Sin embargo, si queremos estar a la altura de estas responsabilidades, tenemos un largo camino por recorrer.


El lado equivocado de la historia

El campo de la economía ha estado lejos de ser inmune a la discriminación y el racismo. George Stigler, premio Nobel de 1982, argumentó en 1965 que los negros eran inferiores como trabajadores y que la solución estaba en fomentar “la voluntad de trabajar duro” (Stigler, 1965). Esta no fue una excepción: reflejó sesgos de economistas e instituciones económicas de la época. De hecho, como señala William Spriggs de la Universidad de Howard, la economía tiene “un conjunto de raíces profundas y dolorosas que muy pocos economistas reconocen” (Spriggs, 2020).

El debate económico ha progresado desde el artículo de Stigler de 1965. Gary Becker, premio Nobel de 1992, demostró en su obra La economía de la discriminación de 1971 que la discriminación por varios factores, incluida la raza [1], reduce los ingresos reales tanto de su objetivo como del perpetrador. Más recientemente, el economista de Harvard Raj Chetty y sus coautores descubrieron que es mucho más difícil para los niños negros en hogares estadounidenses de bajos ingresos alcanzar niveles de ingresos más altos que para los niños blancos, y que las condiciones ambientales, como el sesgo racial, explican este hallazgo (Chetty y otros, 2020).

A pesar del progreso, los economistas aún prestan poca atención a la raza en relación con otros temas. Hemos recopilado datos sobre cada artículo de las 10 principales revistas de economía durante los últimos 10 años (ver el gráfico). Solo el 0,2 % de esos 7,920 artículos principales cubren temas de raza, desigualdad racial y racismo. Esto es minúsculo en comparación con la proporción de artículos dedicados, por ejemplo, a la política monetaria (7,4 %). Si bien se podría argumentar que se justifica un enfoque en los campos "principales", como la economía monetaria, la cobertura de la raza también es varias veces menor que otros temas relacionados con la inclusión, como la distribución del ingreso (2,0 %), la pobreza (1,4 %), y género (0,8 %).


Este desequilibrio puede reflejar en parte la subrepresentación de las minorías entre los economistas. Un análisis global es difícil debido a la falta de datos comparables, pero la Asociación Económica Estadounidense proporciona datos ilustrativos en el Informe del Comité sobre el Estado de los Grupos Minoritarios en la Profesión Económica. Solo el 4% de los doctorados en economía otorgados en los Estados Unidos en 2018 fueron para economistas negros, y la representación negra en economía disminuyó del 6% en 1995 al 3% en 2019, mientras que su representación en la población estadounidense se mantuvo en alrededor del 13%. La representación negra en economía fue más baja que en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (y lo mismo sucedió con las poblaciones minoritarias distintas de la negra).

Aún así, la carga de realizar un análisis riguroso sobre la raza no debe recaer solo en los afectados negativamente. ¿Cómo podemos hacer la transición al lado correcto de la historia?


El lado correcto de la historia

En las instituciones económicas, tanto académicas como de formulación de políticas, el primer paso es crear un entorno seguro para hablar sobre el racismo, crear conciencia y brindar capacitación obligatoria sobre prejuicios, incluso en aquellos que son inconscientes.

Eliminar la discriminación comienza por reconocer que existe un problema. Ijeoma Oluo argumenta en su éxito de ventas del New York Times de 2019, So You Want to Talk about Race, que filtramos la información a través de nuestras propias experiencias para evaluar la validez de los sesgos. Pero la raza no es una experiencia universal, lo que hace que la experiencia racial de otra persona sea difícil de evaluar. Si bien la solución fundamental radica en corregir la discriminación sistémica, el silencio a nivel individual es mortal, ya que perpetúa ese sistema.

Se puede inspirar a los defensores motivados para que se centren más en el tema de la raza en su trabajo económico, mientras que se puede persuadir a los escépticos para que reduzcan la resistencia, alimenten el debate constructivo y generen apoyo. A su vez, a medida que crece el cuerpo de trabajo sobre la raza, se alentará a otros a seguir su ejemplo. Combatir la discriminación no es un juego de suma cero: la investigación muestra que, en general, mejora el desempeño de la economía (por ejemplo Sahay y otros, 2018).

Para progresar, los economistas deben ampliar aún más su perspectiva. Los sociólogos de Harvard Mario Small y el difunto Devah Pager han argumentado que los economistas deben adoptar perspectivas más sociológicas sobre la discriminación racial y comenzar a examinar la discriminación institucional y las formas de discriminación interpersonal cotidiana que pueden tener importantes consecuencias para los resultados económicos (Small y Pagerm, 2020).

El aumento de la diversidad en la profesión económica, incluida la diversidad racial, es una parte importante de la solución. La evidencia sugiere que la demografía de los instructores influye en la participación de los negros no solo al principio, sino en todas las etapas de la profesión, incluidas las decisiones de admisión, colocación en el mercado laboral, contratación y promoción. Como señaló John Rice en su artículo de junio de 2020 para el Atlantic, "La diferencia entre el racismo de primer grado y el racismo de tercer grado", es una falacia argumentar que existe una compensación entre aumentar la diversidad racial y mantener la excelencia. “meritocracias” basadas en principios que han hecho que las organizaciones sean exitosas. Nivelar el campo de juego para las minorías en cada paso contribuye en gran medida a abordar la discriminación y hacer que las organizaciones sean más productivas.

El reclutamiento proactivo de minorías calificadas, que no tienen las redes para establecerse, es fundamental, al igual que desarrollarlas y apoyarlas a medida que ascienden en las filas. Por ejemplo, el Comité sobre el Estado de los Grupos Minoritarios en la Profesión Económica de la Asociación Económica Estadounidense ejecuta varias iniciativas diseñadas para alentar a las minorías a estudiar economía y seguir una carrera académica. Y si falta la oferta de candidatos diversos, entonces la sociedad necesita profundizar para abordar dónde comienzan los sesgos: servicios de salud, oportunidades educativas o acceso a la vivienda.

Como funcionarios del FMI, reconocemos que abordar los sesgos comienza en casa. Durante más de medio siglo, hombres de Europa y Estados Unidos conformaron la mayoría de los altos cargos gerenciales del FMI. A partir de mediados de la década de 1990, a medida que se realizaron esfuerzos para promover la diversidad, comenzamos a ver algunos avances en la mejora de la representación de mujeres y personal de regiones subrepresentadas como Asia Oriental, Medio Oriente y África subsahariana. Desde 2003, se han establecido puntos de referencia para la diversidad regional y de género. Los puntos de referencia regionales buscan alinear en términos generales la proporción de personal de una región con la contribución financiera de los países de la región a los recursos del FMI, así como el uso de estos recursos por ellos. Estos puntos de referencia no tenían la intención de abordar la inequidad racial, incluso si muchos los consideran representantes imperfectos de la raza.

La buena noticia es que la administración del FMI ha expresado su compromiso y está tomando medidas concretas para promover aún más la inclusión de personal diverso y eliminar todas las formas de discriminación, incluidas las desigualdades raciales. El FMI mejorará la capacitación sobre sesgos inconscientes y microdesigualdades, reorientará los esfuerzos de contratación, mejorará el proceso de promoción, introducirá un programa de patrocinadores para el personal subrepresentado y recopilará datos sobre las dimensiones de la diversidad, incluso por raza y etnia, pidiéndoles a los miembros del personal que se autorrevisen voluntariamente. declarar su identidad. Esperamos que todos los países miembros del FMI adopten el mismo principio: que la inclusión comienza en casa.

El movimiento Black Lives Matter ha dado un nuevo impulso a la sensibilización, el aprendizaje y el empoderamiento. La investigación sugiere que las organizaciones, ciudades y sociedades económicamente más inclusivas tienden a ser más resilientes y más prósperas. Los economistas tienen un papel que desempeñar en la acción por el cambio para ayudar a construir sistemas inclusivos en beneficio de todos, pero primero debemos todos, individual y colectivamente, mirar hacia adentro.


NOTA DEL BLOG:

[1] El concepto de "raza" para el caso humano ha sido desechado por la biología y la antropología. Lo que se tiene son conjuntos de rasgos fenotípicos de ciertos individuos y grupos, que no tienen relación alguna a su moral, nivel intelectual o cultura. No obstante, en ocasiones, sí puede identificarse grupos con determinadas características fenotípicas que comparten ciertos ragos culturales.



* Publicado en Finanzas y Desarrollo (FMI), septiembre de 2020. Los autores son funcionarios del FMI.

Las extremas ambiciones de los colonos ilegales de Cisjordania




Daniella Weiss, una líder del movimiento de asentamientos ilegales sobre la expansión a Gaza y su visión del Estado judío.


Isaac Chotiner


Durante décadas, Daniella Weiss ha sido una de las líderes del movimiento de asentamientos ilegales de Israel. Weiss se involucró en la política de asentamientos después de la guerra de 1967. A principios de los años setenta, su familia se mudó a los asentamientos en Cisjordania y luego ella sirvió durante una década como alcaldesa de Kedumim, una comunidad en el norte. También ha sido arrestada en numerosas ocasiones, incluso por agredir a un oficial de policía e interferir con una investigación sobre la destrucción de propiedades palestinas. Más recientemente, ha estado afiliada a la organización de asentamientos Nachala, que ayuda a los colonos más jóvenes a establecer puestos de avanzada ilegales en Cisjordania, una iniciativa que es controvertida incluso entre la comunidad de colonos. (Weiss es vecina y aliado de Bezalel Smotrich, el ministro de finanzas extremista, quien ha dicho que el pueblo palestino no existe y que las comunidades palestinas deben ser eliminadas; también vive en Kedumim.)

Weiss y yo hablamos recientemente por teléfono. Desde la masacre de Hamás del 7 de octubre, el gobierno de Benjamín Netanyahu —además de invadir Gaza— se ha vuelto, junto con sus aliados en el movimiento de colonos, cada vez más agresivo en Cisjordania. Dieciséis comunidades palestinas han sido expulsadas de sus tierras y ciento setenta y cinco palestinos han sido asesinados. Quería hablar con Weiss para comprender el extremismo del movimiento de colonos y sus intenciones finales para Cisjordania. Durante nuestra conversación, editada para mayor extensión y claridad, también discutimos cómo sus actitudes religiosas moldean su visión del conflicto entre israelíes y palestinos, por qué los derechos humanos no deben considerarse universales y por qué no se debe esperar que ella llore por los niños palestinos muertos.

-¿De dónde eres?

-Nací en Israel en 1945, tres años antes del nacimiento del Estado judío moderno. Nací en el área de Tel Aviv.

-¿Y tus padres?

-Mi padre nació en los Estados Unidos. Mi madre nació en Varsovia, Polonia, y emigró con sus padres a Israel cuando tenía un año. Entonces ella vino a Israel muchos años antes de que naciera el estado de Israel.

-¿Cómo describirías el movimiento de colonos?

-Veo el movimiento de colonos de hoy como una continuación directa del movimiento de colonos de hace ciento veinte, treinta, cuarenta años. Lo veo como un capítulo de la historia del sionismo, y estamos en uno de esos capítulos del sionismo moderno. El asentamiento es la manera de regresar a Sión.

-¿Dijiste: "El asentamiento es el camino para regresar a Sión"?

-Sí. Es el fin de la dispersión y el comienzo del resurgimiento de la nación judía en esta patria.

-¿Cuáles son las fronteras de esa nación judía?

-Las fronteras de la patria de los judíos son el Éufrates al este y el Nilo al suroeste. [Esto incluiría el territorio de múltiples países del Medio Oriente, así como el territorio que Israel controla hoy]

-Hay un eslogan palestino que se ha vuelto muy controvertido: “Del río al mar”, que significa del río Jordán al mar Mediterráneo. Es controvertido porque incluiría toda la tierra que actualmente constituye Israel. Pero estás diciendo desde el río hasta el...

-¿Qué es controvertido?

-Los palestinos a veces utilizan el lema “Del río al mar”. Pero lo que estás diciendo es que desde el río hasta el Nilo es la patria judía, ¿correcto?

-Por supuesto. Si alguien decide inventar una nueva religión hoy, ¿quién decidirá las reglas? La primera nación que recibió la palabra de Dios, la promesa de Dios, la primera nación es la que tiene derecho a ella. Los demás que les siguen –el cristianismo y el Islam, con sus demandas, con sus percepciones– están imitando lo que ya existía. Entonces, ¿por qué en Israel? Podrían estar en cualquier parte del mundo. Vinieron detrás de nosotros, en el doble sentido del mundo.

-¿Cuándo se involucró por primera vez en el movimiento de colonos?

-En 1967, en la Guerra de los Seis Días. La Guerra de los Seis Días fue un gran milagro y despertó sentimientos muy profundos hacia el lugar de nacimiento de nuestra nación: Hebrón, Silo, Jericó, Naplusa. Y, debido al milagro de la guerra, tuvimos esta sensación espiritual de que algo sucedió en las dimensiones de una escena bíblica. Sentí que quería ser parte activa en este suceso milagroso. A mi marido no le gustó la idea de mudarse de Tel Aviv a las montañas de Judea y Samaria. Le gustaba nuestra vida cerca de Tel Aviv. Pero luego, cuando estalló la Guerra de Yom Kippur, en 1973, me involucré de manera muy intensa, al igual que mi esposo.

Ambos nos convertimos en parte del movimiento de asentamientos de Gush Emunim, el movimiento que estableció comunidades en Judea y Samaria. Obligué a mi esposo a seguirnos a mí y a nuestras dos hijas (eran pequeñas) a una pequeña tienda de campaña en las montañas de Samaria, donde todos vivimos hoy. Ahora tenemos una gran familia con cuatro generaciones. Mi suegra vino con nosotros y luego tenemos a nuestras hijas, nietos y bisnietos. Todos ellos son colonos en Samaria.

-En muchos de estos lugares donde se han desarrollado asentamientos, desde 1967 hasta la actualidad, ha habido comunidades palestinas y familias palestinas. ¿Cuál es su sentimiento acerca de dónde deberían ir estas personas?

-Es lo contrario. Ninguna de las comunidades de Judea y Samaria está fundada en lugar o propiedad árabe, y quien diga esto es un mentiroso. Me pregunto por qué lo dijiste. ¿Por qué dijiste eso, si no tienes idea de los hechos reales de la historia? Eso no es cierto. El opuesto es verdad. ¿A quién se le ocurrió esta idea?

-Las comunidades palestinas han sido expulsadas de sus tierras, expulsadas de sus tierras por...

-No, nunca lees cosas así. No. No hay fotos. [Según un informe de Btselem, un grupo israelí de derechos humanos, partes de Kedumim, donde vive Weiss, fueron construidas en tierras privadas palestinas; En 2006, Paz Ahora descubrió que las tierras palestinas de propiedad privada comprendían casi el cuarenta por ciento del territorio de los asentamientos y puestos de avanzada de Cisjordania]

-Vale, me sorprende un poco que lo niegues. Pensé que ibas a decir: "Está bien expulsar a los palestinos de la tierra porque pertenece al pueblo judío".

-No hiciste tarea antes de entrevistarme. Todo lo que dices es lo contrario de mi personalidad y mi filosofía. Estás entrevistando a una persona y no sabes nada sobre ella. Es muy extraño. Nunca me he encontrado con una situación como esta.

-Estaba tratando de entender adónde deberían ir los palestinos que viven en Cisjordania.

-¿Por qué deberían irse? ¿Por qué deberían irse?

-¿Deberían quedarse donde están, estás diciendo?

-Deberían aceptar el hecho de que en la Tierra de Israel hay un solo soberano. Éste es el problema. Así que no confundamos las cosas. Nosotros, los judíos, somos los soberanos del Estado de Israel y de la Tierra de Israel. Tienen que aceptarlo.

-Si lo aceptan, ¿deberían recibir plenos derechos de voto y cosas así?

-En el Estado de Israel, tienen derecho a votar en la Knesset, porque Ben Gurion les dio ese derecho. Confiaba en ellos y, aunque no confiara en ellos, no tenía muchas opciones. Tres años después del Holocausto, quería tener un Estado para los judíos y sabía que el mundo crearía problemas con la cuestión del voto. Pero, en los setenta y cinco años transcurridos desde la independencia, los árabes en el Estado de Israel y los miembros árabes de la Knesset demostraron de todas las formas posibles que su idea es establecer un Estado palestino. No trabajan por los intereses del Estado de Israel. Por eso creo que los árabes de Judea y Samaria no tienen derecho a pedir derechos ni a participar en las elecciones para la Knesset. Perdieron su derecho a votar en la Knesset. Nunca lo harán bien. Tendrán su propia Autoridad Palestina donde podrán gestionar sus asuntos civiles de forma lógica, pero no como miembros de la Knesset. No no no.

-Por tanto, los derechos no son algo universal que tenga toda persona. Son algo que puedes ganar o perder.

-Así es.

-Usted ha sido parte del movimiento de asentamientos durante muchos gobiernos diferentes. ¿Cómo cree que el gobierno actual del año pasado ha tratado a los colonos en términos generales en comparación con gobiernos anteriores?

-Diré que es mejor con Netanyahu. No satisface mis ambiciones, mis sueños y mis planes, pero hay ochocientos mil judíos... o colonos, si se quiere. Entonces esto me da mucho ánimo porque de ochocientos mil pasaremos a dos millones, luego a tres millones.

-Cuando usted dice que el gobierno ha sido mejor, pero no ha realizado sus sueños, ¿cuáles son esos sueños?

-Dos millones de judíos en Judea y Samaria. Más asentamientos, más granjas, ciudades más grandes.

-Cuando usted dice que quiere más judíos en Cisjordania, ¿es su idea que los palestinos allí y los judíos vivirán uno al lado del otro como amigos, o que...

-Si aceptan nuestra soberanía, podrán vivir aquí.

-Entonces deberían aceptar el poder soberano, pero eso no significa necesariamente tener derechos. Simplemente significa aceptar el poder soberano.

-Bien. No, estoy diciendo específicamente que no tendrán derecho a votar en la Knesset. No no no.

-¿Puedes hablar sobre el movimiento de asentamientos y puestos de avanzada y tu papel en él, especialmente con los jóvenes para quienes has servido como inspiración?

-Una publicación es la base para una comunidad más grande. Ese es el nombre del juego.

-¿Y por qué es eso controvertido, incluso entre algunos colonos?

-No sé si es controvertido. Es posible que algunos no conozcan el proceso. Y la gente me dice: "Quiero que construyas un nuevo puesto de avanzada que sea tan bonito como el anterior que vemos". Les digo: “Era un lugar con una familia y ahora cientos de familias”. Así es como empezó.

En Israel hay mucho apoyo a los asentamientos y por eso ha habido gobiernos de derecha durante tantos años. El mundo, especialmente Estados Unidos, cree que existe una opción para un Estado palestino y, si continuamos construyendo comunidades, entonces bloquearemos la opción de un Estado palestino. Queremos cerrar la opción de un Estado palestino y el mundo quiere dejar la opción abierta. Es algo muy sencillo de entender.

-Cuando Israel se retiró de Gaza, en 2005, también cerró los asentamientos en la región. Esto fue bajo el gobierno de Sharon. Y algunos colonos han hablado desde el 7 de octubre sobre la necesidad de repoblar Gaza con asentamientos. ¿Cuáles son sus sentimientos sobre lo que debería suceder con Gaza?

-Ahora mismo, estoy de camino a una entrevista televisiva donde voy a hablar sobre los esfuerzos de nuestro movimiento para regresar a Gaza, a toda Gaza, y construir asentamientos.

-¿Cree entonces que fue un error retirarse de los asentamientos hace casi veinte años?

-Fue un error. El mundo entero está llorando ahora por eso. El mundo entero sufre por el ascenso de Hamás. No es mi problema. Es tu problema. Ningún país del mundo dijo que iba a aceptar ni siquiera a mil personas de Gaza. El mundo los odia. Fue un gran error dejarlos levantarse.

-¿Adónde deberían ir los palestinos en Gaza?

-Al Sinaí, a Egipto, a Turquía.

-Pero no son egipcios ni turcos. ¿Por qué irían a Turquía?

-OK Los ucranianos no son franceses, pero cuando comenzó la guerra se fueron a muchos países.

-Su país estaba siendo bombardeado y muchos de ellos huyeron al oeste.

-Y la gente de Gaza se muere por ir a otros lugares.

-Creo que los ucranianos querían ir a Europa porque no querían ser bombardeados.

¿Y el pueblo de Gaza quiere ser bombardeado por nosotros?

-Tal vez una opción, en lugar de bombardearlos, sería ayudar a intentar desarrollar una sociedad para ellos en Gaza, ¿verdad?

-Vale, te deseo suerte. Adelante. A por ello.

-¿Siente que Netanyahu y la gente de su gobierno simpatizan con usted y su causa?

-Es muy comprensivo, pero no es tan valiente como nosotros.

-¿Qué pasa con Smotrich y gente así?

-Son valientes, pero los propios colonos, a los que represento en mi movimiento, son más valientes que ellos. [Smotrich también es un colono]

-Vimos algunas imágenes horribles el 7 de octubre de lo que les pasó a los niños israelíes, y ahora vemos algunas imágenes horribles en Gaza de lo que les está sucediendo a los niños palestinos. Cuando ves morir a niños palestinos, ¿cuál es tu reacción emocional como ser humano?

-Me guío por una ley humana de la naturaleza muy básica. Mis hijos son anteriores a los hijos del enemigo y punto. Ellos son los primeros. Mis hijos son lo primero.

-Estamos hablando de niños. No sé si la ley de la naturaleza es lo que debemos considerar aquí.

-Sí. Yo digo que mis hijos son lo primero.



* Publicado en The New Yorker, 11.11.23.


Documental "Los Colonos" (2025) de Louis Theroux.
Para subtítulos en español: pinchar subtítulos.

Los dos Mario Vargas Llosa




Tras el fallecimiento de Mario Vargas Llosa, reproducimos este texto publicado en la edición chilena de Le Monde Diplomatique en noviembre de 2010.


Ignacio Ramonet


El pasado 7 de octubre, la Academia sueca anunció que concedía el Premio Nobel de Literatura 2010 al escritor peruano Mario Vargas Llosa. Este exquisito novelista figuraba desde hace lustros en la lista de los “nobelizables”. Pero su constante compromiso militante en favor de la ideología ultraliberal lo había descartado hasta hoy. 

En efecto, por voluntad de Alfred Nobel, no sólo la obra literaria del autor premiado debe haber “aportado eminentes servicios a la humanidad” sino que el propio escritor, para merecer el galardón, debe también haber “demostrado su apego por un gran ideal”. El novelista peruano sigue sin cumplir este segundo aspecto. Y sorprende en particular que se le haya concedido el premio precisamente el año en que el escritor justificó el golpe de Estado en Honduras.

La nueva novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa, galardonado con el Premio Nobel de Literatura de 2010, se pone en venta oportunamente en las librerías de los países hispanohablantes el día 3 de noviembre. Su título: El sueño del celta. Su héroe: Roger Casement, un personaje (real) excepcional. Cónsul británico en África, fue el primero que denunció, en 1908, las atrocidades del colonialismo de exterminación (diez millones de muertos) practicado en el Congo por Leopoldo II, el rey que hizo de ese inmenso país y de sus habitantes su propiedad personal… En otro informe, Casement denunció la abominable desdicha de los indios de la Amazonia peruana.

Pionero en la defensa de los derechos humanos, Casement, nacido cerca de Dublín, ingresó más tarde en las filas de los independentistas irlandeses. En plena Gran Guerra, partiendo del principio de que “las dificultades de Inglaterra son una oportunidad para Irlanda”, buscó una alianza con Alemania para luchar contra los británicos. Fue procesado por alta traición. Las autoridades le acusaron asimismo de “prácticas homosexuales” basándose en un supuesto diario personal cuya autenticidad es cuestionada. Murió ahorcado el 3 de agosto de 1916.

Al no estar disponible todavía la novela, ignoramos cómo Vargas Llosa ha construido su arquitectura. Pero podemos confiar en él. Ningún otro novelista de lengua española posee como él el arte de embrujar al lector, de embelesarlo desde las primeras líneas y de zambullirlo en tramas palpitantes donde se suceden las intrigas llenas de pasiones, de humor, de crueldad y de erotismo.

En cualquier caso, esta novela ya tiene un mérito: el de, precisamente, sacar del olvido a Roger Casement, “uno de los primeros europeos que tuvo una idea muy clara de la naturaleza del colonialismo y de sus atrocidades”. Idea que el escritor peruano (a pesar de declararse hostil a los movimientos indigenistas en Latinoamérica) dice compartir: 
“Ninguna barbarie es comparable al colonialismo –concluye respecto al debate de los supuestos ‘beneficios’ de la colonización–. África nunca ha podido recuperarse de sus secuelas. La colonización no dejó nada positivo”.
No es la primera vez que Vargas Llosa se inspira en personajes históricos para denunciar injusticias. Destaca en mezclar las técnicas de la novela histórica con las de la novela social y las de la novela realista, e incluso con las de la novela policiaca. Lo ha demostrado brillantemente en dos de sus obras más conseguidas: La guerra del fin del mundo, fabuloso relato de la revuelta, en el noreste brasileño a finales del siglo XIX, de una comunidad de cristianos iluminados en búsqueda de utopía. Y La fiesta del Chivo, en la que relata, a través de una opulenta construcción coral, la perversidad de la dictadura del general Trujillo (1930-1961) en la República Dominicana.

La historia –contemporánea– es igualmente la materia de la novela considerada como su obra maestra: Conversación en La Catedral, descripción magistral del Perú del general Odría (1948-1956), de la realidad latinoamericana de los años 1950 y de los enigmas de la condición humana. Una obra que responde a los argumentos del jurado del Nobel para explicar la atribución del premio: “Por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces representaciones de la resistencia, de la revuelta y de la derrota del individuo”.

En la época en la que escribió este libro, Vargas Llosa vivía en París y formaba parte de una generación de talentosos escritores jóvenes –Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes…– que iban a renovar la literatura latinoamericana. Todos eran de izquierdas. Y todos simpatizaban entonces con las guerrillas. En un manifiesto de apoyo a los guerrilleros peruanos, Vargas Llosa afirmaba, por ejemplo, en esa época que, para cambiar las cosas, “el único recurso es la lucha armada”. Idéntica solidaridad impecable con la Revolución Cubana:
“Dentro de diez, veinte o cincuenta años –declaraba, el 4 de agosto de 1967, en Caracas–, habrá llegado a todos nuestros países, como ahora a Cuba, la hora de la justicia social y América Latina entera se habrá emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y la reprimen. Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y de nuestro horror”.
Pero poco después, a principios de los años 1970, este exaltado revolucionario cayó fulminado intelectualmente por la lectura de dos ensayos: Camino de servidumbre, de Friedrich Hayek, y La sociedad abierta y sus enemigos, de Karl Popper. Éste sobre todo lo transformó rematadamente:
“Considero a Karl Popper –confesará– como el pensador más importante de nuestro tiempo; he dedicado una buena parte de las dos últimas décadas a leerle y si me preguntaran cuál es el libro de filosofía más importante del siglo, no dudaría ni un segundo en elegir La sociedad abierta y sus enemigos”.
Dejó, ipso facto, de apoyar a la Revolución Cubana, renegó de su pasado de “intelectual de izquierdas” y, con la exaltación del neófito, se convirtió en propagandista enaltecido de la fe neoliberal. Sus nuevos héroes pasaron a llamarse Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Respecto de ésta, símbolo de la “revolución conservadora”, reconocerá una “admiración sin reservas, una reverencia poco menos que filial que no he sentido por ningún otro político vivo”. Arrebatado por esa veneración thatcheriana, hasta decidirá irse a vivir a Londres… Y cuando la “Dama de Hierro” pierde el poder en 1990, le hará llegar un ramo de flores con el siguiente enfervorizado mensaje: “Señora, no hay palabras bastantes en el diccionario para agradecerle lo que usted ha hecho por la causa de la libertad”.

Thatcheriano será también el programa que propone a los electores, durante su candidatura a la presidencia de Perú, en 1990. Pero será duramente derrotado por Alberto Fujimori. Hastiado por semejante ingratitud de sus compatriotas, se expatría definitivamente e incluso renuncia a su nacionalidad bajo el pretexto de que los peruanos no le merecen…

Traslada entonces su admiración a otro dirigente: José María Aznar, presidente (ultraliberal) del Gobierno español de 1996 a 2004, aliado de George W. Bush en la invasión de Irak y actualmente asalariado de Rupert Murdoch en el grupo News Corporation. Un hombre político que la revista estadounidense Foreign Policy acaba de catalogar entre “los cinco peores ex dirigentes del mundo”, pero de quien Vargas Llosa considera que “los historiadores del futuro” le reconocerán “como uno de los grandes estadistas de la historia”.

También admira la “personalidad carismática de Nicolas Sarkozy” y el “talento político excepcional” (😎) de Silvio Berlusconi. Porque este gigante de la literatura es decididamente un hombre de personalidad doble. La máscara seductora de sus novelas disimula a un furibundo sectario que, desde hace casi cuarenta años, dedica la mayor parte de su tiempo a recorrer el mundo arengando en foros neoliberales, interviniendo en los medios de comunicación y predicando en toda clase de congresos, donde machaca con una insistencia casi fanática los principios elementales de su ideología.

Agitador ultraliberal, miembro activo de la Comisión Trilateral, presidente la Fundación Internacional para la Libertad, galardonado con el premio Irving Kristol que concede el American Enterprise Institute, Vargas Llosa es un neoconservador profesional. Legitimó la invasión de Irak en 2003 y justificó el golpe de Estado de junio de 2009 en Honduras.

El 7 de octubre de 2010, su compinche, el ensayista reaganiano francés Guy Sorman, revelaba en su blog
“Con frecuencia, hemos coincidido en los mismos estrados en América Latina donde Mario es un militante que en Francia calificaríamos de ultraliberal: no ha dejado de batallar contra Castro, Morales, Chávez, Kirchner y contra todo programa que posea un ápice de socialdemócrata” [1].
Confirmando su obsesivo empeño, Vargas Llosa insistió en que recibía el premio Nobel tanto por sus cualidades de escritor como por sus ideas: “Si mis opiniones políticas […] han sido tenidas en cuenta, pues en buena hora. Me alegro”.

Este admirador de Louis Ferdinand Céline, “un extraordinario novelista”, admite que el autor de Viaje al fin de la noche era asimismo “un personaje repugnante”. Y confiesa: “Pero hay muchos casos de personajes poco estimables y, sin embargo, extraordinarios escritores”.


NOTA DEL BLOG:

[1] No debe oldidarse que para la segunda vuelta presidencial de 2021 en Chile, Vargas dió su público apoyo a José Antonio Kast: ultraderechista, ultraconservador católico, partidario de la dictadura de Pinochet y negacionista de sus violaciones a los DDHH.



* Publicado en Le Monde Diplomatique (edición chilena), 15.04.25.


[Para accder a una crónica de la periodista peruana Laura Arroyo sobre esta doble faz de Vargas, pincha aquí.]

El primer mundo tiene más Estado, no menos




Desde la ultraderecha se pondera a los países nórdicos. Pero estas economías llegaron a dónde están aplicando políticas públicas para mejorar la distribución del ingreso.


Guido Agostinelli


Los libertarios repiten constantemente que los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia e Islandia) no son socialistas y que eso es un invento de los “progresistas” para justificar la presión fiscal en Argentina. Es cierto que estos países no son socialistas. Pero, ¿por qué cada vez que un Estado interviene en la economía lo acusan de socialista? De acuerdo a su teoría, los nórdicos, que tienen un elevado gasto público y carga fiscal, serían socialistas.

Los libertarios basan su fundamentación en el Índice de libertad económica, ya que estos países se encuentran en el top 12 del ranking de la Fundación Heritage, a excepción de Islandia que está en el puesto número 19. Este índice evalúa en qué medida las instituciones y las políticas se ajustan al ideal del Estado limitado. Algunos de esos indicadores no tienen nada que ver con la “libertad económica”, por ejemplo, la efectividad judicial, la integridad del gobierno o el “tamaño del gobierno”.

Los países nórdicos ocupan puestos altos en este índice porque tienen puntajes elevados en seguridad, en nivel de educación y en existencia de infraestructuras. No casualmente, todos tópicos con buenos resultados a partir de la fuerte intervención estatal en cada uno de ellos. Pero si se analizan los indicadores que se relacionan en mayor medida con la “libertad económica”, como por ejemplo, la carga fiscal o el gasto público, se puede observar que puntúan mucho más bajo.


Modelo nórdico

Entonces, si bien los países nórdicos se encuentran entre los “países mayormente libres” del ranking, es porque tienen altos puntajes en algunos indicadores que son producto del Estado de Bienestar y de una distribución más equitativa de la renta. El modelo nórdico surgió como respuesta a la crisis de principios de la década de 1930, bajo el liderazgo de gobiernos socialdemócratas, pero comenzó a ganar fuerza durante la gran depresión económica y social que dejó la Segunda Guerra Mundial. Dicho modelo gira en torno a un gran Estado de bienestar que promueve la movilidad social y un sistema de negociación colectiva entre los sindicatos, empleadores y el Estado.

Los nórdicos llevan a cabo políticas eficientes de atención temprana, coberturas gratuitas y avanzadas en salud y educación, y apoyo a las cooperativas y las pequeñas y medianas empresas. Estas políticas se financian con una elevada presión fiscal progresiva, es decir que pagan más impuestos los que más tienen. Esto da como resultado un índice de desigualdad muy bajo (calculado por el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingresos que existe entre los ciudadanos de una población), alrededor de 0,25. Para dimensionar, el de América latina es el doble.

Además, estos países ocupan los primeros puestos del Índice Global de Movilidad Social del Foro Económico Mundial, que se mide a través de cinco determinantes de la movilidad social, que son salud, educación, acceso a la tecnología, oportunidades laborales, condiciones laborales y salarios justos, y finalmente, protección social e instituciones inclusivas.

Dinamarca encabeza la clasificación con una puntuación de 85,2, seguida de cerca por Finlandia (83,6), Noruega (83,6), Suecia (83,5) e Islandia (82,7). Esto quiere decir que a una persona que nace en una familia pobre en Dinamarca le llevaría dos generaciones alcanzar el ingreso medio, o tres en Suecia, Finlandia y Noruega. Mientras que, por ejemplo, en Francia necesitaría seis generaciones, o nueve si nació en Brasil o Sudáfrica.

También ocupan los primeros lugares de otros ranking mundiales relacionados con el desarrollo humano. Por ejemplo, la esperanza de vida es uno de los factores centrales para saber si una economía es exitosa o no, según el premio nobel Amartya Sen. Los nórdicos tienen un promedio de vida de 82,4 años según datos del Banco Mundial (2020). La esperanza de vida en China es 78 años y en Estados Unidos 77.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) diseñó el Índice de Desarrollo Humano para medir el progreso de los países por tres indicadores: una vida larga y saludable (esperanza de vida al nacer), el conocimiento (medido por años esperados de escolarización y promedio de años de escolarización) y un nivel de vida decente (calculado por el ingreso nacional bruto). Noruega ocupa el segundo puesto, Islandia el tercero, Dinamarca el sexto, Suecia el séptimo y Finlandia el onceavo.

También ocupan los primeros puestos del Índice de Felicidad de la ONU (2019-2021), que comprende 156 países. Entre los parámetros con los que se mide la felicidad se hallan los años de vida saludables, libertad para tomar decisiones vitales, confianza, generosidad, ausencia de corrupción, buenos servicios públicos, gobiernos representativos, capacidad para evitar conflictos, preservación del medio ambiente y grado de igualdad. Finlandia, Dinamarca e Islandia integran el top 3 de este ranking. Suecia y Noruega quedaron en el puesto 7 y 8 respectivamente.


Libertarios

Javier Milei afirma que son economías libres por cuestiones tales como que los nórdicos ocupan los primeros lugares en el ranking Doing Bussines del Banco Mundial. Sin embargo, este informe se dejó de hacer, según informó en 2021 el Grupo Banco Mundial, debido a que hubo varias denuncias internas sobre irregularidades en los datos de 2018 y 2020.

Otra de las justificaciones utilizadas es que no hay regulaciones en el mercado laboral. Si bien es cierto que no hay, por ejemplo, un Salario Mínimo ni indemnizaciones por despido, este mercado funciona en base a la negociación colectiva y las distancias de las remuneraciones entre la alta dirección y el resto de los empleados son de las más reducidas a nivel internacional, según informó el economista Bernardo Kliksberg.

Es interesante el caso de Suecia, que históricamente no era un país igualitario, como puede observarse en el gráfico. De hecho el 10 por ciento más rico concentró, desde 1810 hasta 1940, más del 80 por ciento de los ingresos. Esto se comenzó a revertir por medio de las políticas intervencionistas y se llegó a un porcentaje cercano al 55 por ciento, lo cual muestra cómo el modelo sueco del que tanto se habla es un modelo virtuoso.

Además, los libertarios aseguran que en estos países hay facilidad para abrir negocios, por ende son países libres. Según datos del Banco Mundial (2019), en Dinamarca y Noruega se tarda cuatro días en abrir un negocio, en Suecia ocho, en Islandia 12 y en Finlandia 13. Pero si tomamos este indicador, en países africanos como Togo, Ruanda, Burundi o Senegal se tarda tres, cuatro, cinco y seis días respectivamente. ¿Qué puestos ocupan estos países en el ranking de libertad económica que utilizan los libertarios? Senegal se encuentra en el puesto 103, Togo en el 118, Ruanda en el 137 y Burundi en el 170.

En definitiva, si bien los libertarios clasifican a los países nórdicos como “libres”, lo cierto es que el Estado interviene para redistribuir la riqueza a través del gasto público y la presión fiscal. Lo que llevó a los países nórdicos a un éxito económico y social rotundo fue claramente una intervención estatal bien marcada.



* Publicado en Página 12, 22.04.23. Guido Agostinelli es economista y miembro de la Fundación para el Desarrollo Urbano Sustentable (FUNDUS).

Cuando los patrones eran terroristas




Los historiadores tendieron a definir las élites comerciantes estadounidenses de fines del siglo XIX como elementos progresistas en una época de rápidas transformaciones económicas y sociales. Pero si consideramos el rol que cumplieron en organizaciones como el Ku Klux Klan, habría que definirlas más bien como terroristas.


Chad Pearson


Pocos escritores utilizaron la categoría de terrorista para definir las élites organizadas de la segunda revolución industrial, entre las que había gerentes y grandes, medianos y pequeños propietarios. Sin ningún análisis crítico, la mayoría de los historiadores de la economía los definen como hombres culturalmente sofisticados, prudentes y testarudos que establecieron y promovieron métodos de gestión modernos en una economía que estaba creciendo a un ritmo vertiginoso.

No cabe duda. Después de todo, es cierto que supervisaron la construcción de fábricas, crearon empleo [sic] y brindaron beneficios a sus trabajadores, desarrollaron patentes útiles y marearon a los consumidores con una enorme cantidad de productos. Estos hombres solían dirigir sus negocios y actividades sociales desde la comodidad de oficinas espaciosas, restaurantes lujosos y bares exclusivos.

Pero muchos tenían un lado oscuro y no dudaban en recurrir a la violencia para lograr su objetivo: someter a los trabajadores y mantener bajo control el establishment de lo que denominaban la «la ley y el orden». Con esto en mente, muchos patrones formaron y participaron de varias organizaciones secretas brutales, entre las que cabe mencionar el Ku Klux Klan, que operó a fines de 1860 y comienzos de 1870, distintas ligas de «ley y orden» de los años 1880 y 1890 y un surtido de asociaciones patronales y alianzas ciudadanas de la «era progresista». Como otros terroristas, los patrones compartían el supuesto de que los métodos extralegales —secuestros, persecución, golpizas, linchamientos y asesinatos— eran los adecuados a la hora de solucionar sus problemas.

Estos terroristas generalmente contaban con la asistencia de personajes bien posicionados en el sector público. A fines del siglo diecinueve y principios del veinte, policías, jueces, políticos, militares de la Guardia Nacional y hasta tropas federales estaban más inclinados a castigar a los trabajadores rebeldes que a las bandas mafiosas. Y en algunos casos, las autoridades del sector público se unían a los patrones y otras élites en la organización de actividades antiobreras.

Los ejemplos de mano dura público-privada abarcan un amplio espectro que va desde la huelga ferroviaria de 1877 hasta la deportación de miles de mineros de Bisbee, Arizona, en 1917. Por supuesto, también hubo excepciones importantes, entre las que destacan las severas medidas que tomó el gobierno federal, a comienzos de los años 1870, contra la asociación patronal más famosa de la historia de Estados Unidos, el Ku Klux Klan. Sin embargo, muchos investigadores demostraron que, incluso en este caso, las autoridades lograron pocas condenas y la mayoría de los dirigentes de la organización evadieron toda responsabilidad legal.

Pocos discreparan con la tesis de que el supersecreto Klan era una organización terrorista. Esta asociación patronal descentralizada, dirigida sobre todo por dueños de plantaciones en decadencia, comerciantes, abogados y dueños de diarios, utilizaba distintas formas de terrorismo para controlar y explotar a las masas negras evitando toda interferencia del exterior. Los hombres del Klan quemaban escuelas de negros y libros, y perseguían a los docentes de las comunidades. En otros casos recurrían a campañas de intimidación que no necesariamente culminaban en la violencia física. Por ejemplo, hombres encapuchados visitaban las casas de los docentes, transmitían crueles ultimátums, y, en general, les exigían que abandonaran la comunidad en un tiempo determinado.

Los miembros del Klan golpearon y mataron a miles de afroestadounidenses. Lo hicieron por dos motivos básicos: para disciplinar a los «infractores» y para enviar un mensaje inconfundible. Con una intolerancia absoluta por todo acto de disentimiento, los hombres del Klan torturaban a mujeres y hombres negros por vagancia, por intentar votar, por participar en las ligas de la Unión después de la guerra civil o simplemente por abandonar las granjas y las plantaciones. También secuestraban y devolvían a los antiguos esclavos a las granjas y a las cocinas. Si pensaban que un afroestadounidense era rebelde y particularmente desafiante, simplemente lo mataban.

Las miles de acciones terroristas del Klan ayudaron a empoderar a la clase dominante de la región y a fundar lo que W. E. B. Du Bois denominó la «contrarrevolución de la propiedad». Pero había muchas organizaciones que aplicaban tácticas similares en su combate contra la indisciplina de los trabajadores. A fines de los años 1880 y comienzos de los 1890, no había organizaciones del sector privado más mafiosas y efectivas que las Ligas de Ley y Orden, asociaciones patronales que combatían a los manifestantes durante las huelgas y expulsaban a socialistas y anarquistas de las comunidades. Nacidas en pequeñas comunidades y ciudades grandes como Kansas y Missouri durante la huelga contra el imperio ferroviario de Jay Gould en la primavera de 1886, las ligas rápidamente crecieron hacia el sur y hasta el oeste.

En estas comunidades, propietarios, gerentes, abogados y políticos se reunían en secreto en casas «seguras», portaban armas, amenazaban a izquierdistas y sindicalistas y acompañaban a los esquiroles en el combate contra las barricadas. Estas organizaciones eran fundamentales cuando había que desarmar huelgas, y restauraban rápidamente los negocios y «la ley y el orden».

Los miembros de las ligas también practicaban métodos de represión menos agresivos aunque no menos terribles, como despedir a los activistas sindicales y compartir listas negras. Este proceso, en el que no solo participaban patrones, sino también periodistas, servía para asustar y disciplinar tanto a las víctimas directas como a los trabajadores que permanecían en sus puestos laborales.

La prensa muchas veces repetía la información de las listas negras y causaba un daño prácticamente irreparable a los trabajadores despedidos. Muchos de los que permanecían en sus puestos vivían con miedo y los perseguía la fantasía de un futuro sombrío y precario. En un estudio sobre las condiciones del trabajo industrial realizado en 1891, Eleanor Marx Aveling y Edward Aveling mostraron que muchos trabajadores temían «los horrores de la lista negra».

Los autoproclamados campeones de la ley y el orden también utilizaban métodos terroristas mortíferos. En 1887, en Thibodaux, Louisiana, los patrones masacraron por lo menos a treinta huelguistas negros de los ingenios azucareros y expulsaron a muchos miembros de los Caballeros del Trabajo. Los portavoces de la alianza público-privada que perpetuó estos crímenes se autodenominaron «Comité del Orden y la Paz».

Un patrón que simpatizaba con los asesinos celebró el resultado como una victoria a la vez racial y de clase: «Creo que esto zanjará la cuestión de quién debe gobernar, si los negros o los blancos, durante los próximos cincuenta años». Si los violentos miembros de la clase dominante de Thibodaux no eran terroristas, entonces nadie es terrorista.


Vino viejo en botella nueva

Acomienzos del siglo veinte, en respuesta al malestar creciente de la población frente a la represión de las prácticas sindicales, los patrones y sus aliados cambiaron de enfoque y organizaron cientos de alianzas de ciudadanos en lo que tal vez haya sido el primer movimiento populista de la época. Los miembros de estas organizaciones, básicamente hombres viejos que habían sido parte de antiguas organizaciones terroristas como los Vigilantes de Montana, el Klan, la Asociación de Productores de Wyoming y las Ligas de Ley y Orden, combatían contra los sindicatos y generaban lugares de trabajo «open-shop» porque, en palabras de uno de los portavoces del movimiento, querían «proteger a la gente común» (entiéndase, a quienes no participaban de sindicatos).

Aunque las alianzas ciudadanas intentaban presentarse como defensoras de la gente común, seguían aplicando las mismas viejas prácticas mafiosas. Basta considerar el comportamiento de los miembros del Comité Ciudadano de Tampa durante una huelga de trabajadores de una tabacalera en 1901: casi cien hombres armados secuestraron a trece dirigentes sindicales a altas horas de la noche, los retuvieron hasta el día siguiente y después los pusieron en un barco hacia Honduras. Según un informe, una víctima de estas redadas, Luis Barcia, fue literalmente arrancado de su cama mientras dormía con su mujer. La joven esposa, que había sido madre hacía poco, murió de terror y de ansiedad.

Los trece sobrevivientes lograron volver a Tampa, donde exigieron que el gobierno de William McKinley interviniera a su favor. J. N. Stripling, el fiscal del distrito, investigó y concluyó que «fue incapaz de obtener evidencia de transgresiones a la ley estadounidense». El secuestro recibió mucha atención de la prensa. Pero está claro que Stripling —que además de abogado era miembro activo de la Cámara de Comercio de Jacksonville— simpatizaba más con los empresarios terroristas de Tampa que con los huelguistas multiétnicos.

Poco después de este secuestro, los miembros de una alianza de ciudadanos de Colorado iniciaron sus propias rondas de abducción, aunque no tomaron el paso audaz de expulsar a sus víctimas del país. En 1903 y 1904, con asistencia de la Guardia Nacional y asentimiento del gobernador, atacaron a decenas de miembros de la Federación Occidental de Mineros, los forzaron a subir a un tren y los amenazaron para que no volvieran.

Los observadores más perspicaces comprendieron que estaban frente a acciones terroristas. En un artículo publicado en International Socialism en 1904, Max S. Hayes notó que los ataques de las alianzas de ciudadanos constituían un «reino de terror». «Todos los sindicalistas y todos los simpatizantes», se quejaba Hayes, «fueron cazados por soldados, diputados armados y guardianes de la alianza ciudadana ‘‘ley y orden’’, puestos en una celda y luego deportados a Kansas y Nuevo México». Aparentemente, después de esta acción, la alianza de ciudadanos de Colorado llegó a tener casi treinta mil miembros.

Estos hombres, y muchos otros, empleaban técnicas terroristas porque realmente funcionaban. De hecho, debemos reconocer que existe una relación entre el desarrollo económico y la violencia patronal.

Consideremos las palabras de J. West Goodwin, que dirigió la Liga de Ley y Orden en los años 1880 y organizó las alianzas de ciudadanos a principios del siglo veinte. En 1903, en un artículo sobre la situación de las empresas publicado en American Industries, publicación mensual de la Asociación Nacional de Productores, Goodwin proclamaba con orgullo que confrontar directamente a los trabajadores desobedientes era necesario para garantizar «la prosperidad permanente y continua de las industrias que hicieron famoso a este país». En efecto, Estados Unidos ganó celebridad a la vez por convertirse en el centro neurálgico de la economía mundial y por sus altos niveles de represión, que superaban los de otros países industrializados. La violencia patronal era rentable.

Hoy los think tanks, la prensa dominante y los políticos parecen tener el privilegio exclusivo de definir la palabra «terrorismo». La usan sobre todo para referirse a hombres musulmanes de países de Medio Oriente. Pero un ajuste de cuentas honesto con el pasado distante y reciente requiere que apliquemos este término a los patrones y sus aliados, que lejos de proteger a la «gente común» —educadores republicanos y antiguos esclavos en la Reconstrucción, sindicalistas en las décadas recientes— pusieron todo su empeño en aterrorizarla. 

Lamentablemente, las instancias de terrorismo patronal nunca desaparecieron y hoy están presentes en la práctica de los abogados antisindicales, en los regímenes laborales tiránicos, en la violencia policial y en esos conductores enloquecidos que están dispuestos a pasar por encima de los manifestantes.



* Publicado en Jacobin, 06.01.23. El texto es un fragmento de Capital’s Terrorists: Klansmen, Lawmen, and Employers in the Long Nineteenth Century (University of North Carolina Press, November, 2022).

Automatización y (des)empleo




Muy lentamente se empieza a tomar el peso de la catástrofe que implica, y seguirá implicando, la automatización para el empleo de millones de personas... y, por ende, para su supervivencia. Sí, insisto, son millones: “un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que el 53% de los empleos en Chile se verán amenazados por la automatización en los próximos años”.[1] Ello significa que más “de un millón de empleos están con alto riesgo de automatización en Chile”.[2]

La tragedia por venir se entiende aún más profunda cuando se recuerda que por décadas en nuestro país se ha venido imponiendo, en las ideas y en la práctica, que cada cual es responsable por sí mismo. No se debe esperar apoyo y menos ayuda de la sociedad organizada en el Estado. Además, esa perspectiva (in)moral viene siendo validada por una cantidad no menor de chilenos que con orgullo señalan que “no les gusta que les regalen las cosas” o que desprecian una supuesta flojera de los pobres.

En este contexto recuerdo la triste y preocupante anécdota que me relatara un ingeniero civil que se desempeñaba como profesor de una prestigiosa universidad nacional.

Nuestro informante me refirió que se le acercó un alumno que quería hacer su tesis con él y cuyo proyecto se trataba de la automatización de un proceso industrial. Una vez conversados los aspectos netamente técnicos de la tesis, el profesor le consultó al joven acerca de qué pasará con las personas que trabajaban en el proceso que sería automatizado. Su duda se dirigía a que si la tesis contemplaba, por ejemplo, un plan de capacitación (reconversión) para quienes quedarían cesantes.

¡Afirmarse!... No diga que no le avisé.

El estudiante un poco sorprendido por la curiosa duda del profesor, le contesta que no hay problema: esa gente es subcontratada… por lo que no habrá mayores inconvenientes para despedirla. Luego, el personaje se quedó como esperando seguir la conversación de lo en realidad relevante: lo meramente técnico del asunto.

Ante tal respuesta, y en realidad, ante tal postura del estudiante, el profesor le indicó que debía desarrollar en su tesis algún tipo de plan para esos trabajadores y que luego volvieran a conversar. El alumno nunca apareció de nuevo… Todo indica que lo suyo era, como señalé, una postura ideológica y ética: ¿por qué un técnico competente tendría que preocuparse de algo que no tendría nada que ver a su labor (meramente)técnica?

No digo, ¡ni de lejos!, que todos los estudiantes de carreras profesionales de carácter técnico sean así. Me alegra de hecho conocer muchos ejemplos de ello. Sin embargo, me parece muy peligroso que alguien que a corto plazo pudiera llevar adelante o participar de proyectos de alto impacto, dirigir equipos y/o tener poder de decisión ante cuestiones relevantes, muestre tan poco criterio y ni el más mínimo grado de empatía. Es más, que como alumno terminal de una de las mejores universidades del país desee ser un simple y triste técnico en el más vil de los sentidos: un hacedor de cosas incapaz de ver más allá de su tarea inmediata. Peor todavía: ¡que haya decidido no querer ver más allá!

Una vez más se tiene un ejemplo de que la tecnología no es neutral. Pasan muchas cosas con ella o a partir de ella. Desde la pérdida de empleos, hasta el cambio de costumbres o ideas en la sociedad.

Dios nos pille confesados si éste es el tipo jóvenes que estamos (de)formando en la educación superior. Ya señalé que mi experiencia me dice que la muestra es, afortunadamente, más variada. Pero, de todas maneras, me consta cómo se puede naturalizar esa actitud de mediocridad técnica entre estudiantes, profesores y profesionales.

Nunca ha dejado de tener sentido la relevante duda ética sobre de si todo lo que técnicamente se puede hacer, se debe en realidad hacer. Sigue en pie la conveniencia (y dudé si escribir “urgencia”) de entregar una formación amplia a quienes cursan carreras profesionales de orden técnico.[3] Por evidente que sea, nunca está de más recordar que los contextos socioculturales y los cuerpos de ideas se ven afectados por la técnica; y ésta igualmente por esos contextos y cuerpos de ideas.

No existe la técnica separada de lo ético, social, cultural, económico, político, medioambiental, religioso, estético, recreativo, etc. Esa supuesta posibilidad de aislar la realidad en campos separados que no se comunican, es una fantasía de las personas con mentes ingenuas, de corto alcance, ignorantes o que buscan salvar su desinterés por las consecuencias de sus actos.

Una vez más nos hallamos ante dilemas éticos surgidos de la técnica. No es la primera vez ni de seguro será la última. El mundo ya ha probado en carne propia los desvíos del sueño u optimismo tecnológico de la “civilización” occidental moderna. No es mi intención adherir aquí a las duras palabras de Ortega y Gasset respecto de una general barbarie del “especialismo”.[4] No obstante, claramente el peligro es cierto cuando la especialización técnica se convierte en atomismo, y se le suma un contexto de desprecio por los criterios y preguntas que pueden aportar las humanidades, artes y disciplinas socioculturales.

De esa manera, se puede caer en la ingenuidad descontextualizada o la carencia de empatía y de sentimientos de culpabilidad por el daño causado a otros que raya en la psicopatía. Se puede así terminar afirmando respectivamente, que el desempleo actual y futuro por motivos de automatización en realidad no es culpa de la técnica; o desde una mediocre ironía, que si se trata de evitar la cesantía de millones, ¿mejor seguir cavando con las manos para que siga habiendo empleo?



NOTAS:

[1] “Estudio estima que el 53% de los empleos se verán amenazados por la automatización” (https://www.mega.cl/noticias/nacional/252439-estudio-de-la-ocde-automatizacion-amenaza-para-empresas.html, 28.02.19).

[2] “Más de un millón de empleos están con alto riesgo de automatización en Chile” (https://www.cnnchile.com/economia/empleos-alto-riesgo-automatizacion-chile_20190703/, 03.07.19).

[3] Por ejemplo, entre otras instituciones destacadas en la enseñanza de las ciencias y la tecnología, en el MIT casi un 25% del currículum de los estudiantes del ámbito científico-tecnológico corresponde a materias de humanidades, artes y disciplinas socioculturales (“At MIT, the humanities are just as important as STEM”, https://www.bostonglobe.com/opinion/2014/04/30/mit-humanities-are-just-important-stem/ZOArg1PgEFy2wm4ptue56I/story.html, 30.04.14).

[4] “La barbarie del ‘especialismo’ ”, en línea: http://users.df.uba.ar/solari/Docencia/Complejos/ortega.pdf.



* Publicado en El Clarín de Chile, 22.07.19.

Venta libros "Oikonomía" y "Reforma e Ilustración"

Oikonomía. Economía Moderna. Economías Oferta  sólo venta directa : $ 12.000.- (IVA incluido) 2da. edición - Ediciones ONG Werquehue - 2020 ...