Venta libros "Oikonomía" y "Reforma e Ilustración"




Oikonomía. Economía Moderna. Economías
Oferta sólo venta directa: $ 12.000.- (IVA incluido)

2da. edición - Ediciones ONG Werquehue - 2020
ISBN: 978-956-402-214-7
516 pp. / 16x23 cm. / Encuadernación rústica con solapas

Acerca de la economía, en su doble condición de disciplina "científica" y actividad capitalista de mercado, es posible preguntarse: ¿por qué el lucro (ni siquiera la ganancia) cobró mayor relevancia que el trabajo y la producción?, ¿por qué se le considera una 'ciencia' al modo de las ciencias naturales?, ¿por qué la política terminó siendo puesta a su servicio?, ¿ha sido o es el único sistema de sustento viable, correcto, eficiente o benigno?, ¿es un mero sistema técnico o una proyecto que contiene una cultura con sus ideas, moral e instituciones?
Este libro busca contestar las preguntas antedichas desde una perspectiva crítica, que pone en tela de juicio a la "ciencia económica" y al capitalismo de mercado desde la revisión de sus relaciones con lo ético, religioso, cultural, social, filosófico, político e histórico. Para ello se recurre a una mirada transdisciplinaria que busca romper los rígidos límites y el reduccionismo de la economía dominante, en un momento donde urge una revisión de la economía y de lo económico.

Patrocinaron este libro: 
- Federación de Sindicatos del Holding Heineken CCU
- Caritas Chile
- Magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Chile
- Magíster en Desarrollo a Escala Humana y Economía Ecológica de la Universidad Austral de Chile
- Escuela de Ingeniería y Ciencias de la Universidad de Chile

* Para leer el Índice, Agradecimientos, prólogos e Introducción: pincha AQUÍ.
* Para ver video de Coloquio de la Esc. Antropología UDEC sobre el libro: pincha AQUÍ.
* Para ver presentación del libro en el Espacio Literario de Ñuñoa: pincha AQUÍ.


Reforma e Ilustración. Los teólogos que construyeron la Modernidad
Oferta sólo venta directa: $ 12.000.- (IVA incluido)

2da. edición - Editorial Ayun - 2012
ISBN: 978-956-8641-11-5
476 pp. / 
16x23 cm. / Encuadernación rústica con solapas

La Modernidad, la tradición cultural anglosajona post Reforma Protestante, sigue vigente en nuestras ideas, moral, instituciones y, por ende, en nuestras vidas cotidianas. Puntualmente, dicha tradición tiene como principal fundamento intelectual al movimiento de la Ilustración; el que, a su vez, se nutre de la Reforma Protestante en su versión calvinista o reformada.
Este libro expone esas relaciones y su rol en el desarrollo de la ciencia experimental, el derecho y la política, la moral y la economía modernas y en la construcción del mundo contemporáneo. Para ello se trabajan los textos originales de autores como Isaac Newton, John Locke, Adam Smith, Jean-Jacques Rousseau, entre otros, quienes a pesar del tiempo transcurrido son cruciales para explicar y criticar nuestra época.

* Para leer el Índice y Presentación del libro: pincha AQUÍ.
* Para ver video de Coloquio de la Carrera de Sociología UCEN sobre el libro: pincha AQUÍ.



¡Súper oferta! 
Sólo venta directa:
1 Oikonomía + 1 Reforma por $ 22 mil (IVA incluido)

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PUNTOS DE VENTA

SANTIAGO


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Automatización y (des)empleo




Muy lentamente se empieza a tomar el peso de la catástrofe que implica, y seguirá implicando, la automatización para el empleo de millones de personas... y, por ende, para su supervivencia. Sí, insisto, son millones: “un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que el 53% de los empleos en Chile se verán amenazados por la automatización en los próximos años”.[1] Ello significa que más “de un millón de empleos están con alto riesgo de automatización en Chile”.[2]

La tragedia por venir se entiende aún más profunda cuando se recuerda que por décadas en nuestro país se ha venido imponiendo, en las ideas y en la práctica, que cada cual es responsable por sí mismo. No se debe esperar apoyo y menos ayuda de la sociedad organizada en el Estado. Además, esa perspectiva (in)moral viene siendo validada por una cantidad no menor de chilenos que con orgullo señalan que “no les gusta que les regalen las cosas” o que desprecian una supuesta flojera de los pobres.

En este contexto recuerdo la triste y preocupante anécdota que me relatara un ingeniero civil que se desempeñaba como profesor de una prestigiosa universidad nacional.

Nuestro informante me refirió que se le acercó un alumno que quería hacer su tesis con él y cuyo proyecto se trataba de la automatización de un proceso industrial. Una vez conversados los aspectos netamente técnicos de la tesis, el profesor le consultó al joven acerca de qué pasará con las personas que trabajaban en el proceso que sería automatizado. Su duda se dirigía a que si la tesis contemplaba, por ejemplo, un plan de capacitación (reconversión) para quienes quedarían cesantes.

¡Afirmarse!... No diga que no le avisé.

El estudiante un poco sorprendido por la curiosa duda del profesor, le contesta que no hay problema: esa gente es subcontratada… por lo que no habrá mayores inconvenientes para despedirla. Luego, el personaje se quedó como esperando seguir la conversación de lo en realidad relevante: lo meramente técnico del asunto.

Ante tal respuesta, y en realidad, ante tal postura del estudiante, el profesor le indicó que debía desarrollar en su tesis algún tipo de plan para esos trabajadores y que luego volvieran a conversar. El alumno nunca apareció de nuevo… Todo indica que lo suyo era, como señalé, una postura ideológica y ética: ¿por qué un técnico competente tendría que preocuparse de algo que no tendría nada que ver a su labor (meramente)técnica?

No digo, ¡ni de lejos!, que todos los estudiantes de carreras profesionales de carácter técnico sean así. Me alegra de hecho conocer muchos ejemplos de ello. Sin embargo, me parece muy peligroso que alguien que a corto plazo pudiera llevar adelante o participar de proyectos de alto impacto, dirigir equipos y/o tener poder de decisión ante cuestiones relevantes, muestre tan poco criterio y ni el más mínimo grado de empatía. Es más, que como alumno terminal de una de las mejores universidades del país desee ser un simple y triste técnico en el más vil de los sentidos: un hacedor de cosas incapaz de ver más allá de su tarea inmediata. Peor todavía: ¡que haya decidido no querer ver más allá!

Una vez más se tiene un ejemplo de que la tecnología no es neutral. Pasan muchas cosas con ella o a partir de ella. Desde la pérdida de empleos, hasta el cambio de costumbres o ideas en la sociedad.

Dios nos pille confesados si éste es el tipo jóvenes que estamos (de)formando en la educación superior. Ya señalé que mi experiencia me dice que la muestra es, afortunadamente, más variada. Pero, de todas maneras, me consta cómo se puede naturalizar esa actitud de mediocridad técnica entre estudiantes, profesores y profesionales.

Nunca ha dejado de tener sentido la relevante duda ética sobre de si todo lo que técnicamente se puede hacer, se debe en realidad hacer. Sigue en pie la conveniencia (y dudé si escribir “urgencia”) de entregar una formación amplia a quienes cursan carreras profesionales de orden técnico.[3] Por evidente que sea, nunca está de más recordar que los contextos socioculturales y los cuerpos de ideas se ven afectados por la técnica; y ésta igualmente por esos contextos y cuerpos de ideas.

No existe la técnica separada de lo ético, social, cultural, económico, político, medioambiental, religioso, estético, recreativo, etc. Esa supuesta posibilidad de aislar la realidad en campos separados que no se comunican, es una fantasía de las personas con mentes ingenuas, de corto alcance, ignorantes o que buscan salvar su desinterés por las consecuencias de sus actos.

Una vez más nos hallamos ante dilemas éticos surgidos de la técnica. No es la primera vez ni de seguro será la última. El mundo ya ha probado en carne propia los desvíos del sueño u optimismo tecnológico de la “civilización” occidental moderna. No es mi intención adherir aquí a las duras palabras de Ortega y Gasset respecto de una general barbarie del “especialismo”.[4] No obstante, claramente el peligro es cierto cuando la especialización técnica se convierte en atomismo, y se le suma un contexto de desprecio por los criterios y preguntas que pueden aportar las humanidades, artes y disciplinas socioculturales.

De esa manera, se puede caer en la ingenuidad descontextualizada o la carencia de empatía y de sentimientos de culpabilidad por el daño causado a otros que raya en la psicopatía. Se puede así terminar afirmando respectivamente, que el desempleo actual y futuro por motivos de automatización en realidad no es culpa de la técnica; o desde una mediocre ironía, que si se trata de evitar la cesantía de millones, ¿mejor seguir cavando con las manos para que siga habiendo empleo?



NOTAS:

[1] “Estudio estima que el 53% de los empleos se verán amenazados por la automatización” (https://www.mega.cl/noticias/nacional/252439-estudio-de-la-ocde-automatizacion-amenaza-para-empresas.html, 28.02.19).

[2] “Más de un millón de empleos están con alto riesgo de automatización en Chile” (https://www.cnnchile.com/economia/empleos-alto-riesgo-automatizacion-chile_20190703/, 03.07.19).

[3] Por ejemplo, entre otras instituciones destacadas en la enseñanza de las ciencias y la tecnología, en el MIT casi un 25% del currículum de los estudiantes del ámbito científico-tecnológico corresponde a materias de humanidades, artes y disciplinas socioculturales (“At MIT, the humanities are just as important as STEM”, https://www.bostonglobe.com/opinion/2014/04/30/mit-humanities-are-just-important-stem/ZOArg1PgEFy2wm4ptue56I/story.html, 30.04.14).

[4] “La barbarie del ‘especialismo’ ”, en línea: http://users.df.uba.ar/solari/Docencia/Complejos/ortega.pdf.



* Publicado en El Clarín de Chile, 22.07.19.

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