Aylwin, una cuantiosa deuda




El pasado 30 de noviembre el presidente Boric inauguró frente a La Moneda, en la Plaza de la Ciudadanía, una estatua en honor a Patricio Aylwin (1918-2016). El monumento no fue iniciativa de este gobierno, fue aprobado por ambas cámaras del Congreso el 17 de febrero de 2017 (Ley Nro. 20.991).

No obstante, sí me sorprendió que en la ceremonia Boric no escatimara elogios para el homenajeado. 

Acepto que, tal vez por desinformación, soy parte de los sorprendidos por tantas loas. Así, estoy entre quiénes nos preguntamos cuál era la idea del presidente: ¿un mensaje a una moribunda DC y a otros sectores de la (casi inexistente) centro derecha real?, ¿una reconciliación con los "30 años"?, ¿aparecer fomentando una mirada país que se eleve por encima de la contingencia?

A estas alturas de mi vida no tengo la ridícula pretensión de que un político opine y actúe en un total y contínuo acuerdo con mis convicciones. Sin embargo, tal como fue en el momento de la muerte de Aylwin, este homenaje es otra oportunidad para sopesarlo como personaje público, con sus luces y sobre todo con sus sombras.

En ese espíritu, como acto de memoria, dejo una breve columna escrita cuando falleció. El texto, para variar en este Chile detenido en el tiempo, está vigente.


§§§


Murió Aylwin [19.04.16], para sus fans “Don Pato”. Por un lado, se escuchan los ensalzamientos para quien emprendió el difícil camino de la democracia con Pinochet incluido en la Comandancia en Jefe del Ejército. Otras voces recuerdan su dura oposición a Allende y su decidido apoyo al Golpe.

Más allá de ambas visiones antedichas, las dos a mi modo de ver apegadas a los hechos, quisiera recordar un episodio ocurrido ad portas del fin de la dictadura cívico-militar. La historia la relata el abogado Armando Uribe --también académico, ensayista, poeta y Premio Nacional de Literatura--, en su libro Carta abierta a Patricio Aylwin de 1998. Cuenta el autor que fue llamado a asesorar al aún no asumido gobierno en su calidad de profesor de Derecho Minero:
“En reunión en casa suya [de Aylwin], antes de que asumiera el mando para el cual fue elegido en 1989, su presente corresponsal [Armando Uribe], acompañando a Luis Maira y a un sucesivo subsecretario suyo, le tocó el punto [a Aylwin] de ese absurdo en que una ley orgánica contradecía la Constitución expresa y clara de Pinochet: ‘El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas’ [Artículo 19º, numeral 24º]. Le preguntó qué haría Usted. Se puso un dedo vertical sobre la boca. Chiiit. Nunca se supo”
Sus seguidores recordarán a Aylwin como un héroe, sus críticos como un golpista y un presidente “en la medida de lo posible”. Pero, finalmente, para mi esa “picardía” relatada por Uribe lo retrata de cuerpo entero, tanto a él como a esa vil caterva que fue y es la cúpula de la Concertación.

Vaya detallito que un abogado en su calidad de presidente de la República, se siente en la Constitución y en democracia avale activamente con su silencio la pérdida de miles de millones de dólares de todos los chilenos. A lo que se debe sumar la pérdida de soberanía, independencia y dignidad que, justamente, se había ganado con la Nacionalización del cobre el 11 de julio de 1971. 

Todas esas pérdidas a la fecha han sido avaladas por todos los gobiernos y partidos de la Concertación, y de su versión actual: la Nueva Mayoría. Y todos sospechamos que no lo hicieron gratis. 

Es, por tanto, una cuestión menor la máquina que les hizo el difunto a sus camaradas de la DC para ser nombrado pre candidato para las elecciones de 1989, como también su estrategia posterior de autonombrarse primus inter pares para situarse por encima de los demás candidatos de la Concertación. Se le había abierto el apetito al zorro viejo. Entre pasar a la historia apoyando un golpe y como el primer presidente después del dictador... no había por dónde perderse.

Para ir terminando, cabe dejar establecido que las palabras de Uribe nunca fueron desmentidas y menos se llevó a juicio al autor por injurias y calumnias con publicidad. Se las ignoró y así se las hizo desaparecer. De ese modo, se preparó el camino para que nuestra memoria atesore el discurso de Aylwin en el Estadio Nacional el día que asumió el mando [12.03.90]. Discurso que pagamos y hemos seguido pagando con miles de millones de pérdidas todos los chilenos.

En fin, se sabe que en los funerales todos los muertos son buenos, más cuando la máquina de santificación mediática y cupular está el pleno desarrollo. Y todavía más cuando le cuidaste el negociado, ¡inconstitucional por cierto!, a las multinacionales mineras. 

No se trata de faltarle el respeto a los muertos, como más de alguien podrá señalar airado, porque los hechos nunca pueden ser irrespetuosos... A lo más, como dice el dicho, son porfiados.



* Publicado en El Clarín, 19.04.16.

1 comentario:

  1. El que se coludio con Frei Montalva con los militares golpistas para después le pasarán el sillón presidencial son vende patria. patria van dónde más calienta el sol prefiero.pre

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