Venta libros "Oikonomía" y "Reforma e Ilustración"




Oikonomía. Economía Moderna. Economías
Oferta sólo venta directa: $ 12.000.- (IVA incluido)

2da. edición - Ediciones ONG Werquehue - 2020
ISBN: 978-956-402-214-7
516 pp. / 16x23 cm. / Encuadernación rústica con solapas

Acerca de la economía, en su doble condición de disciplina "científica" y actividad capitalista de mercado, es posible preguntarse: ¿por qué el lucro (ni siquiera la ganancia) cobró mayor relevancia que el trabajo y la producción?, ¿por qué se le considera una 'ciencia' al modo de las ciencias naturales?, ¿por qué la política terminó siendo puesta a su servicio?, ¿ha sido o es el único sistema de sustento viable, correcto, eficiente o benigno?, ¿es un mero sistema técnico o una proyecto que contiene una cultura con sus ideas, moral e instituciones?
Este libro busca contestar las preguntas antedichas desde una perspectiva crítica, que pone en tela de juicio a la "ciencia económica" y al capitalismo de mercado desde la revisión de sus relaciones con lo ético, religioso, cultural, social, filosófico, político e histórico. Para ello se recurre a una mirada transdisciplinaria que busca romper los rígidos límites y el reduccionismo de la economía dominante, en un momento donde urge una revisión de la economía y de lo económico.

Patrocinaron este libro: 
- Federación de Sindicatos del Holding Heineken CCU
- Caritas Chile
- Magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Chile
- Magíster en Desarrollo a Escala Humana y Economía Ecológica de la Universidad Austral de Chile
- Escuela de Ingeniería y Ciencias de la Universidad de Chile

* Para leer el Índice, Agradecimientos, prólogos e Introducción: pincha AQUÍ.
* Para ver video de Coloquio de la Esc. Antropología UDEC sobre el libro: pincha AQUÍ.
* Para ver presentación del libro en el Espacio Literario de Ñuñoa: pincha AQUÍ.


Reforma e Ilustración. Los teólogos que construyeron la Modernidad
Oferta sólo venta directa: $ 12.000.- (IVA incluido)

2da. edición - Editorial Ayun - 2012
ISBN: 978-956-8641-11-5
476 pp. / 
16x23 cm. / Encuadernación rústica con solapas

La Modernidad, la tradición cultural anglosajona post Reforma Protestante, sigue vigente en nuestras ideas, moral, instituciones y, por ende, en nuestras vidas cotidianas. Puntualmente, dicha tradición tiene como principal fundamento intelectual al movimiento de la Ilustración; el que, a su vez, se nutre de la Reforma Protestante en su versión calvinista o reformada.
Este libro expone esas relaciones y su rol en el desarrollo de la ciencia experimental, el derecho y la política, la moral y la economía modernas y en la construcción del mundo contemporáneo. Para ello se trabajan los textos originales de autores como Isaac Newton, John Locke, Adam Smith, Jean-Jacques Rousseau, entre otros, quienes a pesar del tiempo transcurrido son cruciales para explicar y criticar nuestra época.

* Para leer el Índice y Presentación del libro: pincha AQUÍ.
* Para ver video de Coloquio de la Carrera de Sociología UCEN sobre el libro: pincha AQUÍ.



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Sólo venta directa:
1 Oikonomía + 1 Reforma por $ 22 mil (IVA incluido)

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Qué es la “Economía rosquilla” y por qué la necesitamos




La economista Kate Raworth se ha centrado en promover un cambio de mentalidad para hacer frente a los retos sociales y ecológicos del siglo XXI.


Triodos Bank


Según la economista británica Kate Raworth, hace falta una mentalidad radicalmente nueva para afrontar los retos sociales y económicos del siglo XXI. En esta entrevista, comparte los mensajes claves de su teoría de la “Economía rosquilla”, que también recoge ahora la edición en castellano de su libro Economía rosquilla: 7 maneras de pensar la economía del siglo XXI.

Raworth argumenta que nuestra actividad económica debería desarrollarse en el espacio situado entre una base social y un techo ecológico. En la práctica, esto significa que todo el mundo debe tener acceso a los bienes básicos —comida, vivienda y salud— pero dentro de los medios y recursos disponibles en el planeta.

La rosquilla de su analogía es una divertida metáfora para un reto muy serio y urgente ante el que nos encontramos.

-Su modelo económico tiene ya 6 años. ¿Hemos progresado en algo durante ese periodo de tiempo?

-Sí, ha habido progresos. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas son un paso esencial. Estos objetivos incluyen los ecosistemas que sustentan la vida en nuestro planeta. Y están concebidos para todos los países, no solo para el Sur. Sin embargo, creo que deberíamos ser capaces de superar los límites de nuestra imaginación. La cuestión es si podemos diseñar un sistema que nos permita mejorar las cosas. Creo que esa debería ser nuestra ambición: desarrollar actividades que sean distributivas y generativas desde su origen.

-¿Qué quiere decir con “distributivas desde su origen”?

-Normalmente hablamos de redistribución de riqueza que ya se encuentra en manos de un grupo pequeño de personas. Esa es la esencia del modelo económico del siglo XX: redistribución de ingresos a posteriori por medio de impuestos progresivos y otros mecanismos. El concepto distributivo del siglo XXI consiste en diseñar nuestras actividades de tal forma que el valor se comparta desde el principio, en vez de redistribuir después.

Y no hablo solo de dinero, sino también de tierras, empresas y medios para generar ingresos. ¿Qué va a ocurrir con la propiedad de la tecnología, quiénes serán los propietarios de nuestros robots? ¿Qué hacemos con nuestros conocimientos? ¿No tendría sentido que las ideas innovadoras procedentes de investigación financiada con fondos públicos fueran accesibles para todo el mundo?

La esencia del reto, por tanto, consiste en reinventar la forma en que creamos valor en nuestra economía para compartirlo desde el principio. Para ello se pueden pensar formas alternativas de propiedad de las empresas, como las cooperativas. Otra forma de integrar la idea de valor compartido en el diseño es renunciar a congelar el valor en patentes y, en vez de ello, permitir que circule libremente como bien común. De este modo, las ideas circulan socialmente y los investigadores pueden usarlas y ampliarlas. Otra manera más sería trabajar con monedas locales que conectan y empoderan nuevas iniciativas.

-¿Qué es una economía generativa?

-Ha llegado a parecernos normal que una empresa concentre sus esfuerzos en generar un único tipo de valor: beneficio financiero con el que, además, se quedan la propia empresa y sus accionistas. Esa es en gran medida la mentalidad del siglo XX: ¿cuánto dinero puedo sacar de mi aventura empresarial? Este modelo se podría describir como una economía extractiva, una sobreexplotación que extrae recursos valiosos de la comunidad.

El modelo generativo del siglo XXI parte de una idea diferente. La cuestión ahora es: ¿cuántos tipos de valor puedo integrar en el diseño de mi empresa para asegurar la devolución de valor a la sociedad y el medio ambiente?

Como empresa, ¿por qué trabajar únicamente para reducir tu impacto negativo en el medio ambiente, si con el mismo esfuerzo puedes generar un impacto positivo? En vez de limitarte a reducir la emisión de gases de efecto invernadero, genera energía renovable y compártela con tu entorno. Lo mismo se puede aplicar al ámbito social, donde las empresas podrían contribuir activamente al bienestar de sus barrios o comunidades.

-¿Qué papel debe tener el mundo financiero?

-Esa es la pregunta del millón de dólares. En primer lugar debemos investigar cómo captar dinero de una forma adecuada para el siglo XXI, lo cual nos lleva a los bancos éticos, al dinero con paciencia, y en un primer momento incluso a la filantropía, para que las cosas echen a rodar. Este tipo de bancos son fuentes importantes de dinero por un cambio, porque sus valores están en línea con las empresas a las que apoyan.

En la industria financiera del siglo XX podíamos contribuir a través de nuestros fondos de pensiones. ¿No podríamos reestructurar los fondos para que estén más orientados al valor? ¿No podríamos facilitar a la gente el cambio a fondos de pensiones éticos? Además de esto, obviamente, hace falta una legislación más clara. Pero yo me centro principalmente en encontrar nuevas formas de financiación adecuadas para las empresas del siglo XXI.

Y ahí es donde aparece Triodos Bank [del cual Raworth es cliente]. El banco presta atención a estas nuevas formas de iniciativa empresarial, que son esenciales para el futuro. Triodos Bank utiliza el dinero de forma consciente como herramienta para generar cambios positivos en el ámbito de la sociedad, la ecología y la cultura. Me parece un excelente ejemplo de empresa con un objetivo dinámico orientado a empresas distributivas y generativas, cuyos valores van más allá del beneficio financiero que permanece en la compañía.


La base de la “Economía rosquilla” son las necesidades sociales y su techo los límites ambientales.



* Publicado en La Revista Triodos, 2018. Kate Raworth es investigadora sénior en el Instituto de Cambio Medioambiental de la Universidad de Oxford, donde imparte el Máster de Cambio y Gestión Medioambiental. También es asociada sénior del Instituto Cambridge para el Liderazgo en Sostenibilidad.

Declaración de San Francisco sobre la evaluación de la investigación (DORA)




La Declaración de San Francisco tiene ya más de 20 años y nunca está de más preguntar sobre el impacto que ha tenido en las universidades y centros de estudios sobre la "serie de deficiencias bien documentadas" que el "factor de impacto" presenta "como herramienta para la evaluación de la investigación".


Existe una necesidad apremiante de mejorar la forma en que las agencias de financiación, las instituciones académicas y otros grupos evalúan la investigación científica. Para abordar este tema, un grupo de editores de revistas académicas se reunió durante la Reunión anual de la American Society for Cell Biology (ASCB) en San Francisco, California, el 16 de diciembre de 2012. Este grupo desarrolló una serie de recomendaciones, conocidas como la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación. Invitamos a los grupos interesados de todas las disciplinas científicas a mostrar su apoyo añadiendo sus nombres a esta declaración.

Los productos de la investigación científica son muchos y variados, e incluyen: artículos de investigación que informan sobre nuevos conocimientos, datos, reactivos y software; propiedad intelectual y jóvenes científicos capacitados. Las agencias financiadoras, las instituciones que emplean científicos y los propios científicos, tienen el deseo y la necesidad de evaluar la calidad y el impacto de los resultados científicos. Por lo tanto, es imperativo que la producción científica se mida con precisión y se evalúe con prudencia.

El factor de impacto se utiliza con frecuencia como parámetro principal con el que comparar la producción científica de individuos e instituciones. El factor de impacto, calculado por Thomson Reuters*, se creó originalmente como una herramienta para ayudar a los bibliotecarios a identificar revistas para comprar, no como una medida de la calidad científica de la investigación en un artículo. Teniendo esto en cuenta, es fundamental comprender que el factor de impacto tiene una serie de deficiencias bien documentadas como herramienta para la evaluación de la investigación.

Estas limitaciones incluyen:

A. las distribuciones de citas dentro de las revistas son muy sesgadas [1-3], 
B. las propiedades del factor de impacto son específicas de cada campo: es un compuesto de múltiples tipos de artículos altamente diversos, incluyendo trabajos de investigación primaria y revisiones [1, 4], 
C. los factores de impacto pueden ser manipulados (o evaluados) por la política editorial [5], y
D. los datos utilizados para calcular el factor de impacto no son transparentes ni están abiertamente disponibles para el público [4, 6, 7].

A continuación, hacemos una serie de recomendaciones para mejorar la forma en que se evalúa la calidad de la producción científica. Los productos que no sean artículos de investigación crecerán en importancia a la hora de evaluar la eficacia de la investigación en el futuro, pero el documento de investigación revisado por pares seguirá siendo primordial para la evaluación de la investigación. Por lo tanto, nuestras recomendaciones se centran en las prácticas relacionadas con los artículos de investigación publicados en revistas revisadas por pares, pero pueden y deben ampliarse reconociendo productos adicionales, como los conjuntos de datos, ya que son productos de investigación importantes. Estas recomendaciones están dirigidas a agencias financiadoras, instituciones académicas, revistas, organizaciones que proporcionan métricas e investigadores individuales.

Estas recomendaciones cubren una serie de temas:

- La necesidad de eliminar el uso de métricas basadas en revistas, tales como el factor de impacto, en consideraciones de financiamiento, nombramiento y promoción, 
- la necesidad de evaluar la investigación por sus propios méritos en lugar de basarse en la revista en la que se publica la investigación, y
- la necesidad de capitalizar las oportunidades que ofrece la publicación en línea (como flexibilizar los límites innecesarios en el número de palabras, figuras y referencias en los artículos, y explorar nuevos indicadores de importancia e impacto).

Reconocemos que múltiples agencias financiadoras, instituciones, editores e investigadores ya están fomentando mejores prácticas en la evaluación de la investigación. Dichos pasos están comenzando a aumentar el impulso hacia enfoques más sofisticados y significativos para la evaluación de la investigación que ahora pueden ser desarrollados y adoptados por todas las partes clave involucradas.

Los signatarios de la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación apoyan la adopción de las siguientes prácticas en la evaluación de la investigación.

Recomendación generales

1. No utilice métricas basadas en revistas, como el factor de impacto, como una medida sustituta de la calidad de los artículos de investigación individuales, para evaluar las contribuciones de un científico individual, o en las decisiones de contratación, promoción o financiación.

Para las agencias de financiación

2. Sea explícito sobre los criterios utilizados para evaluar la productividad científica de los solicitantes de fondos de investigación, especialmente para los investigadores que están iniciando su carrera investigadora, que el contenido científico de un artículo es mucho más importante que las métricas de publicación o la identidad de la revista en la que fue publicado.

3. Con el fin de evaluar la investigación, considere el valor y el impacto de todos los resultados de la investigación (incluidos los conjuntos de datos y el software) además de las publicaciones de investigación, y considere una amplia gama de medidas de impacto que incluyan indicadores cualitativos, como la influencia sobre la política y prácticas científicas.

Para las instituciones

4. Sea explícito sobre los criterios utilizados para realizar decisiones de contratación, permanencia y promoción, destacando, especialmente para los investigadores que están iniciando su carrera investigadora, que el contenido científico de un trabajo es mucho más importante que las métricas de publicación o la identidad de la revista en la que fue publicado.

5. Con el fin de evaluar la investigación, considere el valor y el impacto de todos resultados de la investigación (incluidos los conjuntos de datos y el software) además de las publicaciones de investigación, y considere una amplia gama de medidas de impacto, incluidos los indicadores cualitativos del impacto de la investigación, como la influencia sobre la política y prácticas científicas.

Para las editoriales

6. Reduzca profundamente el énfasis en el factor de impacto como herramienta promocional, idealmente dejando de promover su uso o presentando la métrica en el contexto de una variedad de métricas basadas en revistas (por ejemplo, factor de impacto de 5 años, EigenFactor [8], SCImago [9], h-index, tiempo editorial y de publicación, etc.) que proporcionan una visión más amplia del rendimiento de la revista.

7. Ponga a disposición una variedad de métricas a nivel de artículo para alentar un cambio hacia la evaluación basada en el contenido científico de un artículo en lugar de las métricas de publicación de la revista en la que se publicó.

8. Fomente las prácticas de la autoría responsable y la provisión de información sobre las contribuciones específicas de cada autor.

9. Independientemente de que una revista sea de acceso abierto o basada en suscripciones, elimine todas las limitaciones de reutilización de las listas de referencias en los artículos de investigación y haga que estén disponibles bajo la dedicación de dominio público de Creative Commons [10].

10. Elimine o reduzca las restricciones sobre el número de referencias en los artículos de investigación y, cuando corresponda, ordene la citación de la literatura primaria a favor de las revisiones para dar crédito al grupo o los grupos que primero informaron de un hallazgo.

Para las organizaciones que proporcionan métricas

11. Sea abierto y transparente al proporcionar datos y métodos utilizados para calcular las métricas.

12. Proporcione los datos bajo una licencia que permita la reutilización sin restricciones y proporcione acceso computacional a los datos, cuando sea posible.

13. Especifique que no se tolerará la manipulación inapropiada de las métricas; sea explícito sobre lo que constituye una manipulación inapropiada y qué medidas se tomarán para combatirla.

14. Tenga en cuenta la variación en los tipos de artículos (por ejemplo, revisiones frente a artículos de investigación) y en las diferentes áreas temáticas al utilizar, agregar o comparar métricas.

Para los investigadores

15. Cuando participe en comités que toman decisiones sobre financiación, contratación, permanencia o promoción, realice evaluaciones basadas en el contenido científico en lugar de en métricas de publicación.

16. Cuando sea apropiado, cite literatura primaria en que las observaciones son referidas primero, en lugar de revisiones para dar crédito donde debe darse.

17. Utilice una gama de métricas e indicadores basadas en declaraciones personales y de apoyo, como evidencia del impacto de artículos individuales publicados y otros resultados de investigación [11].

18. Impugne las prácticas de evaluación que dependen indebidamente del factor de impacto y promueva y enseñe prácticas que se centren en el valor y la influencia de los resultados de investigación específicos.


Referencias












* El Journal Impact Factor actualmente es publicado por Clarivate Analytics.



* Publicado en DORA, 16.05.13. Ud. puede firmar la Declaración aquí.

Cuatro prioridades éticas para las neurotecnologías y la IA


Hombre con una lesión en la médula espinal se prepara para una carrera ciclista virtual en la que los competidores dirigen avatares utilizando señales cerebrales.


La inteligencia artificial y las interfaces cerebro-computadora deben respetar y preservar la privacidad, la identidad, la autonomía y la igualdad de las personas.


Rafael Yuste, Sara Goering y otros


Consideremos el siguiente escenario. Un hombre paralítico participa en un ensayo clínico de una interfaz cerebro-computadora (BCI). Una computadora conectada a un chip en su cerebro está entrenada para interpretar la actividad neuronal resultante de sus ensayos mentales de una acción. La computadora genera comandos que mueven un brazo robótico. Un día, el hombre se siente frustrado con el equipo experimental. Más tarde, su mano robótica aplasta una taza después de quitársela a uno de los asistentes de investigación y lastima al asistente. Se disculpa por lo que dice que debe haber sido un mal funcionamiento del dispositivo y se pregunta si su frustración con el equipo jugó un papel.

Este escenario es hipotético, pero ilustra algunos de los desafíos a los que podría enfrentarse la sociedad.

La tecnología BCI actual se centra principalmente en resultados terapéuticos, como ayudar a las personas con lesiones de la médula espinal. Ya permite a los usuarios realizar tareas motoras relativamente simples, como mover el cursor de una computadora o controlar una silla de ruedas motorizada, por ejemplo. Además, los investigadores ya pueden interpretar la actividad neuronal de una persona a partir de exploraciones de resonancia magnética funcional a un nivel rudimentario [1], es decir, que el individuo está pensando en una persona, por ejemplo, en lugar de en un automóvil.

Podrían pasar años o incluso décadas hasta que la BCI y otras neurotecnologías formen parte de nuestra vida diaria, pero los avances tecnológicos indican que estamos en camino de un mundo en el que será posible descifrar los procesos mentales de las personas y manipular directamente los mecanismos cerebrales que subyacen a sus intenciones, emociones y decisiones; en el que los individuos podrán comunicarse con otros simplemente pensando; y en el que poderosos sistemas computacionales vinculados directamente a los cerebros de las personas ayudarán a sus interacciones con el mundo de tal manera que sus capacidades mentales y físicas se verán enormemente mejoradas.

Estos avances podrían revolucionar el tratamiento de muchas enfermedades, desde lesiones cerebrales y parálisis hasta epilepsia y esquizofrenia, y transformar la experiencia humana para mejor. Pero la tecnología también podría exacerbar las desigualdades sociales y ofrecer a las corporaciones, piratas informáticos, gobiernos o cualquier otra persona nuevas formas de explotar y manipular a las personas. Y podría alterar profundamente algunas características humanas fundamentales: la vida mental privada, la capacidad de acción individual y la comprensión de los individuos como entidades limitadas por sus cuerpos.

Es fundamental considerar ahora las posibles ramificaciones.

El Grupo Morningside está formado por neurocientíficos, neurotecnólogos, médicos, especialistas en ética e ingenieros de inteligencia artificial. Incluye representantes de Google y Kernel (una start-up de neurotecnología de Los Ángeles, California); de proyectos internacionales relacionados con el cerebro; y de instituciones académicas y de investigación de Estados Unidos, Canadá, Europa, Israel, China, Japón y Australia. Nos reunimos en un taller patrocinado por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos en la Universidad de Columbia, Nueva York, en mayo de 2017 para debatir la ética de las neurotecnologías y la inteligencia artificial.

Creemos que las directrices éticas existentes son insuficientes para este ámbito [2]. Entre ellas se incluyen la Declaración de Helsinki, una declaración de principios éticos establecida por primera vez en 1964 para la investigación médica que involucra a sujetos humanos (go.nature.com/2z262ag); el Informe Belmont, una declaración de 1979 elaborada por la Comisión Nacional de los Estados Unidos para la Protección de los Sujetos Humanos de la Investigación Biomédica y del Comportamiento (go.nature.com/2hrezmb); y la declaración de principios de precaución sobre inteligencia artificial (IA) de Asilomar, publicada a principios de este año y firmada por líderes empresariales e investigadores de IA, entre otros (go.nature.com/2ihnqac).

Para empezar a abordar este déficit, aquí presentamos recomendaciones relacionadas con cuatro áreas de preocupación: privacidad y consentimiento; agencia e identidad; aumento de la capacidad; y sesgo. Distintas naciones y personas de distintas religiones, etnias y antecedentes socioeconómicos tendrán diferentes necesidades y perspectivas. Por ello, los gobiernos deben crear sus propios órganos deliberativos para mediar en un debate abierto en el que participen representantes de todos los sectores de la sociedad y para determinar cómo traducir estas directrices en políticas, incluidas leyes y reglamentos específicos.


Inversiones inteligentes

Algunos de los inversores más ricos del mundo apuestan por la interacción entre la neurociencia y la inteligencia artificial. Más de una docena de empresas de todo el mundo, incluidas Kernel y la start-up de Elon Musk, Neuralink, que se lanzó este año, están invirtiendo en la creación de dispositivos que puedan "leer" la actividad cerebral humana y "escribir" información neuronal en el cerebro. Calculamos que el gasto actual en neurotecnología por parte de la industria con fines de lucro ya es de 100 millones de dólares al año y crece rápidamente.

La inversión procedente de otros sectores también es considerable. Desde 2013, más de 500 millones de dólares de fondos federales se han destinado al desarrollo de neurotecnología solo en el marco de la iniciativa BRAIN de Estados Unidos.

Las capacidades actuales ya son impresionantes. Un neurocientífico paralizado por esclerosis lateral amiotrófica (ELA; también conocida como enfermedad de Lou Gehrig o enfermedad de la neurona motora) ha utilizado una BCI para gestionar su laboratorio, redactar solicitudes de subvención y enviar correos electrónicos [3]. Mientras tanto, investigadores de la Universidad Duke en Durham, Carolina del Norte, han demostrado que tres monos con implantes de electrodos pueden funcionar como una "red cerebral" para mover el brazo de un avatar de forma colaborativa [4]. Estos dispositivos pueden funcionar a miles de kilómetros si la señal se transmite de forma inalámbrica a través de Internet.

Pronto se superarán los aparatos tan rudimentarios, que pueden estimular y leer la actividad de unas pocas docenas de neuronas como máximo. A principios de este año, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) de Estados Unidos lanzó un proyecto llamado Diseño de Sistemas de Ingeniería Neural. Su objetivo es obtener la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos dentro de cuatro años para un dispositivo inalámbrico para el cerebro humano que pueda monitorear la actividad cerebral utilizando un millón de electrodos simultáneamente y estimular selectivamente hasta 100.000 neuronas.

Mientras tanto, Google, IBM, Microsoft, Facebook, Apple y numerosas empresas emergentes están construyendo redes neuronales artificiales cada vez más sofisticadas que ya pueden superar a los humanos en tareas con entradas y salidas bien definidas.

El año pasado, por ejemplo, investigadores de la Universidad de Washington en Seattle demostraron que el sistema FaceNet de Google podía reconocer una cara entre un millón de otras. Otro sistema de Google con una arquitectura de red neuronal similar supera con creces a los humanos que han viajado mucho a la hora de adivinar en qué parte del mundo se ha fotografiado una escena callejera, lo que demuestra la generalidad de la técnica. En agosto, Microsoft anunció que, en ciertas métricas, su red neuronal para reconocer el habla conversacional ha igualado las capacidades incluso de los profesionales entrenados, que tienen la opción de rebobinar repetidamente y escuchar las palabras utilizadas en contexto. Y utilizando datos de electroencefalogramas (EEG), investigadores de la Universidad de Friburgo en Alemania mostraron en julio cómo se pueden utilizar las redes neuronales para decodificar la actividad cerebral relacionada con la planificación y así controlar robots [5] .

Las redes neuronales futuras derivadas de una mejor comprensión de cómo funcionan las reales serán casi con toda seguridad mucho más potentes que estos ejemplos. Las redes artificiales que se utilizan actualmente se han inspirado en modelos de circuitos cerebrales que tienen más de 50 años de antigüedad, que se basan en el registro de la actividad de neuronas individuales en animales anestesiados [6]. En los laboratorios de neurociencia actuales, los investigadores pueden monitorear y manipular la actividad de miles de neuronas en animales despiertos y en comportamiento, gracias a los avances en métodos ópticos, computación, ingeniería molecular y microelectrónica.

Ya estamos íntimamente conectados con nuestras máquinas. Los investigadores de Google calcularon este año que el usuario medio toca su teléfono casi un millón de veces al año (datos no publicados). El cerebro humano controla los sistemas auditivo y visual para descifrar sonidos e imágenes, y ordena a las extremidades que sostengan y manipulen nuestros aparatos. Sin embargo, la convergencia de los avances en neurotecnologías e inteligencia artificial ofrecería algo cualitativamente diferente: la conexión directa de los cerebros de las personas con la inteligencia de las máquinas y la elusión de las funciones sensoriomotoras normales del cerebro y el cuerpo.


Cuatro preocupaciones

Para que las neurotecnologías despeguen en los mercados de consumo general, los dispositivos tendrían que ser no invasivos, presentar un riesgo mínimo y requerir mucho menos gasto para su implementación que los procedimientos neuroquirúrgicos actuales. No obstante, incluso ahora, las empresas que están desarrollando dispositivos deben rendir cuentas de sus productos y guiarse por ciertos estándares, mejores prácticas y normas éticas.

Destacamos cuatro áreas de preocupación que exigen una acción inmediata. Aunque planteamos estas cuestiones en el contexto de la neurotecnología, también se aplican a la IA.

1. Privacidad y consentimiento. Ya se puede obtener un nivel extraordinario de información personal a partir de los rastros de datos de las personas. Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, por ejemplo, descubrieron en 2015 que el análisis detallado del comportamiento motor de las personas, revelado a través de sus patrones de escritura en el teclado de sus dispositivos personales, podría permitir un diagnóstico más temprano de la enfermedad de Parkinson [7]. Un estudio de 2017 sugiere que las mediciones de patrones de movilidad, como las obtenidas de personas que llevan teléfonos inteligentes durante sus actividades diarias normales, se pueden utilizar para diagnosticar signos tempranos de deterioro cognitivo resultante de la enfermedad de Alzheimer [8].

Los algoritmos que se utilizan para orientar la publicidad, calcular las primas de seguros o emparejar a posibles parejas serán considerablemente más potentes si se basan en información neuronal (por ejemplo, patrones de actividad de las neuronas asociadas a determinados estados de atención). Y los dispositivos neuronales conectados a Internet abren la posibilidad de que individuos u organizaciones (piratas informáticos, corporaciones o agencias gubernamentales) rastreen o incluso manipulen la experiencia mental de un individuo.

Creemos que los ciudadanos deberían tener la capacidad —y el derecho— de mantener privados sus datos neuronales (véase también “Agencia e identidad”). Proponemos las siguientes medidas para garantizarlo.

En el caso de todos los datos neuronales, la opción de no compartirlos debería ser la opción predeterminada y estar protegida con esmero. Las personas renuncian fácilmente a sus derechos de privacidad a favor de proveedores comerciales de servicios, como la navegación por Internet, las redes sociales o el entretenimiento, sin entender del todo a qué están renunciando. Una opción predeterminada de no compartir significaría que los datos neuronales se tratarían de la misma manera que los órganos o los tejidos en la mayoría de los países. Las personas tendrían que optar explícitamente por compartir datos neuronales desde cualquier dispositivo. Esto implicaría un proceso seguro y protegido, incluido un procedimiento de consentimiento que especifique claramente quién utilizará los datos, con qué fines y durante cuánto tiempo.

Incluso con este enfoque, los datos neuronales de muchos usuarios dispuestos a compartirlos, combinados con cantidades masivas de datos no neuronales (de búsquedas en Internet, monitores de actividad física, etc.) podrían utilizarse para extraer conclusiones "suficientemente buenas" sobre las personas que optan por no compartirlos. Para limitar este problema, proponemos que la venta, la transferencia comercial y el uso de los datos neuronales se regulen estrictamente. Esas regulaciones (que también limitarían la posibilidad de que las personas renuncien a sus datos neuronales o de que se escriba actividad neuronal directamente en sus cerebros a cambio de una recompensa económica) pueden ser análogas a la legislación que prohíbe la venta de órganos humanos, como la Ley Nacional de Trasplante de Órganos de los Estados Unidos de 1984.

Otra salvaguardia es restringir el procesamiento centralizado de datos neuronales. Nosotros recomendamos que se utilicen técnicas computacionales, como la privacidad diferencial o el "aprendizaje federado", para proteger la privacidad de los usuarios (véase "Protección de la privacidad"). El uso de otras tecnologías diseñadas específicamente para proteger los datos de las personas también sería de ayuda. Las técnicas basadas en la cadena de bloques, por ejemplo, permiten rastrear y auditar los datos, y los "contratos inteligentes" pueden dar un control transparente sobre cómo se utilizan los datos, sin necesidad de una autoridad centralizada. Por último, los formatos de datos abiertos y el código fuente abierto permitirían una mayor transparencia sobre lo que se mantiene privado y lo que se transmite.

2. Agencia e identidad. Algunas personas que recibieron estimulación cerebral profunda a través de electrodos implantados en el cerebro informaron haber sentido una sensación alterada de agencia e identidad. En un estudio de 2016, un hombre que había usado un estimulador cerebral para tratar su depresión durante siete años informó en un grupo de discusión [9] que comenzó a preguntarse si la forma en que interactuaba con los demás (por ejemplo, si decía algo que, en retrospectiva, pensaba que era inapropiado) se debía al dispositivo, a su depresión o si reflejaba algo más profundo sobre sí mismo. Dijo: “Se desdibuja hasta el punto en que no estoy seguro... francamente, de quién soy”.

Las neurotecnologías podrían claramente alterar el sentido de identidad y de agencia de las personas y sacudir supuestos fundamentales sobre la naturaleza del yo y la responsabilidad personal (legal o moral).

Las personas podrían acabar comportándose de maneras que les resulte difícil asumir como propias si el aprendizaje automático y los dispositivos que interactúan con el cerebro permiten una traducción más rápida entre una intención y una acción, tal vez mediante el uso de una función de "autocompletar" o "autocorrección". Si las personas pueden controlar dispositivos a través de sus pensamientos a grandes distancias, o si varios cerebros están conectados para trabajar en colaboración, nuestra comprensión de quiénes somos y dónde actuamos se verá alterada.

A medida que se desarrollan las neurotecnologías y las corporaciones, los gobiernos y otros comienzan a esforzarse por dotar a las personas de nuevas capacidades, la identidad individual (nuestra integridad física y mental) y la agencia (nuestra capacidad de elegir nuestras acciones) deben protegerse como derechos humanos básicos.

Recomendamos que se incluyan cláusulas que protejan esos derechos (los "neuroderechos") en los tratados internacionales, como la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Sin embargo, esto podría no ser suficiente: las declaraciones y leyes internacionales son simplemente acuerdos entre Estados, e incluso la Declaración Universal no es jurídicamente vinculante. Por ello, abogamos por la creación de una convención internacional que defina las acciones prohibidas relacionadas con la neurotecnología y la inteligencia artificial, similar a las prohibiciones enumeradas en la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas de 2010. Un grupo de trabajo asociado de las Naciones Unidas podría revisar el cumplimiento de los Estados signatarios y recomendar sanciones cuando sea necesario.

Esas declaraciones también deben proteger el derecho de las personas a recibir información sobre los posibles efectos cognitivos y emocionales de las neurotecnologías. En la actualidad, los formularios de consentimiento suelen centrarse únicamente en los riesgos físicos de la cirugía, en lugar de en los posibles efectos de un dispositivo sobre el estado de ánimo, la personalidad o la autoestima.

3. Aumento. Las personas con frecuencia sufren prejuicios si su cuerpo o cerebro funcionan de manera diferente a la mayoría [10]. La presión para adoptar neurotecnologías que mejoren la capacidad de resistencia o las capacidades sensoriales o mentales de las personas probablemente cambie las normas sociales, plantee cuestiones de acceso equitativo y genere nuevas formas de discriminación.

Además, es fácil imaginar una carrera armamentística de aumento de poder. En los últimos años, hemos escuchado a personal de DARPA y de la Actividad de Proyectos de Investigación Avanzada de Inteligencia de Estados Unidos discutir planes para proporcionar a soldados y analistas capacidades mentales mejoradas ("agentes superinteligentes"). Estas se utilizarían en situaciones de combate y para descifrar mejor los flujos de datos.

Las líneas divisorias que se tracen serán inevitablemente borrosas, dada la dificultad de predecir qué tecnologías tendrán efectos negativos en la vida humana. Pero instamos a que se establezcan directrices tanto a nivel internacional como nacional para fijar límites a las neurotecnologías de mejora que se pueden implementar y para definir los contextos en los que se pueden utilizar, como está sucediendo con la edición genética en humanos.

En algunas culturas se valora más la privacidad y la individualidad que en otras. Por lo tanto, las decisiones regulatorias deben tomarse en un contexto cultural específico, respetando los derechos universales y las pautas globales. Además, la prohibición total de ciertas tecnologías podría simplemente hacer que pasen a la clandestinidad, por lo que los esfuerzos para establecer leyes y regulaciones específicas deben incluir foros organizados que permitan un debate profundo y abierto.

Esas iniciativas deberían basarse en los numerosos precedentes existentes para crear consenso internacional e incorporar la opinión pública a la adopción de decisiones científicas a nivel nacional [11]. Por ejemplo, después de la Primera Guerra Mundial, una conferencia celebrada en 1925 condujo a la elaboración y ratificación del Protocolo de Ginebra, un tratado que prohíbe el uso de armas químicas y biológicas. De manera similar, después de la Segunda Guerra Mundial, se creó la Comisión de Energía Atómica de las Naciones Unidas para ocuparse del uso de la energía atómica con fines pacíficos y para controlar la proliferación de armas nucleares.

En particular, recomendamos que se regule estrictamente el uso de la tecnología neuronal con fines militares. Por razones obvias, cualquier moratoria debería ser mundial y patrocinada por una comisión dirigida por las Naciones Unidas. Aunque esas comisiones y otras iniciativas similares podrían no resolver todos los problemas relacionados con las mejoras, ofrecen el mejor modelo disponible para reconocer públicamente la necesidad de moderación y de una amplia participación en el desarrollo y la aplicación de una tecnología.

4. Sesgo. Cuando las decisiones científicas o tecnológicas se basan en un conjunto estrecho de conceptos y normas sistémicas, estructurales o sociales, la tecnología resultante puede privilegiar a ciertos grupos y perjudicar a otros. Un estudio de 2015 [12] concluyó que las ofertas de empleo que el algoritmo de publicidad de Google muestra a las usuarias femeninas pagan menos que las que se muestran a los hombres. De manera similar, una investigación de ProPublica reveló el año pasado que los algoritmos utilizados por las agencias de aplicación de la ley de Estados Unidos predicen erróneamente que los acusados ​​negros tienen más probabilidades de reincidir que los acusados ​​blancos con antecedentes penales similares (go.nature.com/29aznyw). Estos sesgos podrían incrustarse en dispositivos neuronales. De hecho, los investigadores que han examinado este tipo de casos han demostrado que definir la justicia de una manera matemáticamente rigurosa es muy difícil (go.nature.com/2ztfjt9).

En la industria y en el mundo académico ya se están debatiendo medidas prácticas para contrarrestar los sesgos en las tecnologías. Estos debates y discusiones públicas permanentes son necesarios para dar forma a las definiciones de sesgos problemáticos y, en términos más generales, de normalidad.

Recomendamos que las contramedidas para combatir los sesgos se conviertan en la norma en el aprendizaje automático. También recomendamos que los posibles grupos de usuarios (especialmente aquellos que ya están marginados) participen en el diseño de algoritmos y dispositivos como otra forma de garantizar que los sesgos se aborden desde las primeras etapas del desarrollo de la tecnología.


Neuroingeniería responsable

En muchas de estas recomendaciones se invoca un llamamiento a los investigadores de la industria y del mundo académico para que asuman las responsabilidades que conlleva el diseño de dispositivos y sistemas capaces de generar ese cambio. Para ello, podrían basarse en los marcos que ya se han elaborado para la innovación responsable.

Además de las directrices mencionadas anteriormente, el Consejo de Investigación en Ingeniería y Ciencias Físicas del Reino Unido, por ejemplo, ofrece un marco para alentar a los innovadores a “anticipar, reflexionar, participar y actuar” de maneras que “promuevan... oportunidades para la ciencia y la innovación que sean socialmente deseables y se lleven a cabo en interés público”. Entre los diversos esfuerzos para abordar esto en la IA, la Asociación de Normas IEEE creó una iniciativa ética global en abril de 2016, con el objetivo de incorporar la ética en el diseño de procesos para todos los sistemas autónomos y de IA.

La historia indica que la búsqueda de beneficios suele prevalecer sobre la responsabilidad social en el mundo empresarial. Y aunque, a nivel individual, la mayoría de los tecnólogos se propongan beneficiar a la humanidad, pueden enfrentarse a complejos dilemas éticos para los que no están preparados. Creemos que se podrían modificar las mentalidades y los fabricantes de dispositivos estarían mejor preparados si se incorporara un código de conducta ético en la industria y en el mundo académico.

Un primer paso hacia este objetivo sería exponer a los ingenieros, otros desarrolladores de tecnología y a los investigadores en formación académica a la ética como parte de su formación estándar al incorporarse a una empresa o laboratorio. Se podría enseñar a los empleados a pensar más profundamente sobre cómo lograr avances y aplicar estrategias que probablemente contribuyan de manera constructiva a la sociedad, en lugar de fracturarla.

Este tipo de enfoque seguiría en esencia el que se utiliza en medicina. A los estudiantes de medicina se les enseña sobre la confidencialidad del paciente, la no causar daño y sus deberes de beneficencia y justicia, y se les exige que presten el juramento hipocrático de adherirse a los más altos estándares de la profesión.

Los posibles beneficios clínicos y sociales de las neurotecnologías son enormes. Para aprovecharlos, debemos orientar su desarrollo de una manera que respete, proteja y permita lo mejor de la humanidad.



REFERENCIAS

[1] Kay, K. N., Naselaris, T., Prenger, R. J. & Gallant, J. L. Nature 452, 352–355 (2008).

[2] Goering, S. & Yuste, R. Cell 167, 882–885 (2016).

[3] Sellers, E. W., Vaughan, T. M. & Wolpaw, J. R. Amyotrophic Lateral Sclerosis 11, 449–455 (2010).

[4] Ramakrishnan, A. et al. Sci. Rep. 5, 10767 (2015).

[5] Burget, F. et al. Preprint at http://arxiv.org/abs/1707.06633 (2017).

[6] Hubel, D. H. & Wiesel, T. N. J. Physiol. (Lond.) 160, 106–154 (1962).

[7] Giancardo, L., Sánchez-Ferro, A., Butterworth, I., Mendoza, C. S. & Hooker, J. M. Sci. Rep. 5, 9678 (2015).

[8] Nieto-Reyes, A., Duque, R., Montana, J. L. & Lage, C. Sensors 17, 1679 (2017).

[9] Klein, E. et al. Brain-Computer Interfaces 3, 140–148 (2016).

[10] Parens, E. Shaping Our Selves: On Technology, Flourishing, and a Habit of Thinking (Oxford Univ. Press, 2014).

[11] Kitcher, P. Science in a Democratic Society (Prometheus, 2011).

[12] Datta, A., Tschantz, M. C. & Datta, A. Proc. Priv. Enhancing Technol. 2015, 92–112 (2015).



* Publicado en Nature, 09.11.17.

"Israel tiene derecho a defenderse" es un eslogan genocida




No faltan los "progresistas" cuyos principios son muy curiosos cuando se trata de Israel. Se los identifica fácilmente porque nunca los escucharás pronunciar las palabras "ocupación", "apartheid" y menos "genocidio".

Ese mismo fenómeno se da entre muchos judíos "progresistas" que viven fuera de Israel. Por supuesto que pronuncian discursos pacifistas, pero hablan de un "conflicto", "guerra", "dos lados" y nunca saldrán de sus labios las palabras malditas:  "ocupación", "apartheid" y "genocidio".

Al final, no son más que sionistas (encubiertos algunos, públicos otros) cuya diferencia con los sionistas derechistas o fascistas es de grado y no de naturaleza. Ese es el caso de Bernie Sanders.


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Según los sionistas liberales, cuando Israel merece nuestra compasión, es un colectivo; pero cuando se porta mal, la responsabilidad recae únicamente sobre una persona malvada: hoy es en Netanyahu


Caitlin Johnstone


Bernie Sanders ha estado pronunciando repetidamente la frase “Israel tiene derecho a defenderse” en su gira “Luchando contra la oligarquía” con Alexandria Ocasio Cortez, lo que en el año 2025 solo puede interpretarse como una flagrante apología del genocidio.

Israel no tiene derecho a defenderse de una población ocupada en un gigantesco campo de concentración. Según el derecho internacional, tiene derecho a poner fin a la ocupación, y punto. «Israel tiene derecho a defenderse» es solo un eslogan que se usa para justificar la continuación de un genocidio.

En un momento de la gira, Sanders observó pasivamente cómo la policía se llevaba a rastras a los asistentes al mitin que, durante su discurso, cubrían con una bandera de Palestina Libre la bandera estadounidense. Continuó su monólogo torpemente mientras les confiscaban la bandera y los retiraban a la fuerza, incluso mientras la multitud abucheaba y finalmente comenzaba a corear "¡Palestina Libre!".

Sanders ha estado mezclando su apoyo a Israel con críticas periódicas a Netanyahu y a las acciones del gobierno israelí en Gaza. Pero, siempre teniendo cuidado de hacer sus críticas sobre el comportamiento del liderazgo actual de Israel y no sobre la naturaleza del estado racista del apartheid en sí.

Sanders hace esto por dos razones. En primer lugar, busca galvanizar una gran coalición inclusiva de demócratas contra Trump, y quiere que esa gran coalición incluya tanto a quienes piensan que el genocidio es malo como a quienes piensan que es aceptable. No quiere ofender a los liberales progenocidio.

En segundo lugar, Sanders actúa así porque él mismo es sionista. Al igual que otros sionistas liberales, Bernie Sanders defiende una visión de un Israel que jamás ha existido: uno que sigue siendo un etnoestado dominado por judíos, pero que se comporta de forma amable y justa, sin asesinar ni abusar constantemente de los palestinos.

Esta versión del Estado de Israel es una ficción. Una fantasía imaginaria, como Narnia. Todo en Israel se opone a la posibilidad de que tal statu quo llegue a surgir, e Israel siempre ha hecho todo lo posible para impedir la creación de un Estado palestino. Al pretender que es posible tener la entidad sionista y también paz y justicia, los sionistas liberales contribuyen a generar el consentimiento público para seguir suministrando armas al genocida Estado de apartheid de Israel.

Cuando los sionistas liberales quieren apoyar las acciones de Israel, hablan de Israel como nación, por ejemplo, "Israel tiene derecho a defenderse". Cuando los sionistas liberales quieren criticar las acciones de Israel, lo centran todo en Netanyahu, por ejemplo, "la maquinaria de guerra de Netanyahu".

El planteamiento es que cuando Israel merece nuestra compasión, es un colectivo, pero cuando se porta mal, la responsabilidad recae únicamente sobre una persona malvada. Esto garantiza que las armas sigan fluyendo hacia Israel (porque Israel, en su conjunto, es virtuoso y merece apoyo), mientras que los sionistas liberales siguen luciendo su ropaje humanitario progresista (porque señalaron con el dedo a Netanyahu).

Y es una mentira absoluta. Netanyahu no creó las tendencias genocidas de Israel; las tendencias genocidas de Israel crearon a Netanyahu. Toda su carrera política ha sido posible gracias al racismo y la psicopatía colectivos de Israel, que lo impulsaron a asumir el cargo.

Esto no es otra cosa que la clásica táctica al estilo Obama de utilizar un lenguaje progresista atractivo para promover las agendas más destructivas del imperio estadounidense.

En otras palabras, son demócratas siendo demócratas.



* Publicado en Caitlin’s Newsletter, 16.04.25.

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