El mono, los dardos y el sonrojo de Wall Street




A propósito del texto que compartimos abajo sobre finanzas y su singular carácter... Hace años tuve la oportunidad de estar en un almuerzo posterior a un coloquio sobre el tema en una universidad. Los ponentes y luego comensales eran un "científico" neoliberal y exministro de la dictadura cívico-militar, una profesora experta en matemáticas financieras y un broker de la Bolsa de Santiago (quien expuso en el coloquio con un estilo que nada tenía que envidiar a los predicadores televisivos del "Evangelio de la Prosperidad").

Recuerdo dos conversaciones del almuerzo. Primero, el broker aseguró que si le pasabas $10 millones para que los invirtiera en la Bolsa... al día siguiente te podía devolver el doble o nada. Pero, el broche de oro fue cuando se le preguntó por la lógica de la especulación. Como lo más natural del mundo explicó que ante una ola especulativa él se "subía a la ola" de compras y el punto era saber cuándo "bajarse". Lo que, según dijo, era pura intuición. Esta afirmación provocó aireadas protestas del científico exministro, quien encaró a la experta en matemáticas financieras para que desmintiera al broker exponiendo las teorías y modelos cuantitativos sobre la especulación desarrollados por la "ciencia económica".

La experta profesora no pronunció palabra... y al resto nos quedó claro el nivel científico de la especulación financiera. Salvo al indignado exministro de la dictadura.

En su libro Un paseo aleatorio por Wall Street, el economista Burton Malkiel, protagonista de la nota que abajo presentamos, señala respecto a especulación financiera:
"La teoría explica que las variaciones a corto plazo de los valores cotizados en Bolsa no pueden predecirse. Los servicios de asesoramiento de inversiones, las predicciones de ganancias y los complicados gráficos que se manejan con estos objetivos son inútiles... Llevado todo esto a su extremo lógico quiere decir que un mono con los ojos vendados y arrojando dardos sobre las páginas de un periódico financiero podría seleccionar una cartera de valores tan bien como podría hacerlo el mejor de los expertos en la materia"

§§§


David Fernández


Uno de los experimentos más curiosos acerca de la fiabilidad de las recomendaciones de los analistas bursátiles tiene como protagonista a un mono. Sí, a un mono. En 1973 el profesor Burton Gordon Malkiel publicó el libro Un paseo aleatorio por Wall Street. Para comprobar si los aciertos de los expertos eran o no aleatorios debía hacerse, según Malkiel, un concurso entre profesionales y una elección de acciones completamente al azar. La metáfora de esta selección fortuita consistía en imaginar un mono con los ojos vendados lanzando dardos a la página con la lista de acciones del The Wall Street Journal. Luego se compararían los rendimientos de las carteras de ambos contendientes.

Los redactores del diario estadounidense cogieron el guante lanzado por este prestigioso economista. Lo sorprendente es que cuando se comparó el comportamiento anual de la cartera de valores elegida al azar por el mono, con el de los fondos de inversión referenciados al mercado estadounidense, la cartera del mono había superado al 85% de los fondos, además de haber superado al comportamiento de los principales índices de este país.

En defensa de los analistas hay que decir que este experimento se realizó durante 14 años y en el largo plazo las recomendaciones de los profesionales batieron a las de su rival. Eso sí, aquellos que optaran por seguir las apuestas del mono no tuvieron que soportar las importantes comisiones que cobran los gestores de fondos.





* Publicado en El País, 23.09.07. David Fernández es periodista económico y jefe de sección Negocios de El País.

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